C58 ¿Otra vez Roxanne Blackwood?
Cuando el coche se detuvo, me llamó la atención la inmensa verja de hierro del exterior. Se erguía con su poderosa altura, reteniendo tras sus alas a las personas que se habían ido. Un silencio espeluznante resonó en toda la zona.
Me volví hacia Syl. Se sentó a mi lado con mi mano en su firme apretón. Con los hombros tensos, sus fríos orbes azules se clavaban en la distancia.
Le apreté la mano