C26 CAPÍTULO 26.
Me quedé inmóvil, el miedo empezó a correr por mis venas y el temor me empezó a erizar la piel. La voz de mi jefe sonaba extraña, fría pero afligida y eso solo hacía que los latidos de mi corazón se aceleraran con una fuerza incontrolable.
—No lo entiendes. No puedo controlarme, es tan hermosa; pero me hierve la sangre porque no soy digno de su corazón, merece más que esto