C29 CAPÍTULO 29.
Tapé mis ojos con una mano porque la luz era demasiado intensa y me empezaba a encandilar. Ambos miramos en dirección a la puerta y descubrí la silueta de mi amiga, que golpeaba con fuerza y enojo, aquel vidrio que nos separaba. La claridad provenía de su auto porque tenía las lámparas encendidas frente a nosotros.
—No debí hacer eso —masculló incómodo y sacudió su cabeza—, lo siento