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C5 ¡Soy un chico! (5)

PARTE 2 de 3 (2)

Tres horas y media después, en el salón, a parte del silencio, solo se percibía el traqueteo inquieto de la pierna de Andrés golpeando repetidamente contra el suelo y el continuo suspiro de Johnny agotado por el aura estresante de su amigo.

—Vas a arrugarlo si continuas así. —Le comunicó su amigo señalando el traje negro, slimfit de Pablo del Ferro, que vestía Andrés.

—Lo sé, lo sé... pero es que no sé si es una buena idea. Sé que Mike es muy femenino, pero hacerlo pasar por una mujer... no sé, tío. Mi prima no es tan buena.

—¿Cómo que no soy buena? —les interrumpió Coraline entrando al cuarto —. Espero que retires tus palabras después de ver esto... ya está listo.

Tanto las bocas de Andrés como de Johnny se desplomaron al ver entrar a Mike. Era completamente inesperado lo que veían sus ojos hasta tal punto que sus corazones dieron un vuelco y sus rostros se sonrojaron.

—¿A que está guapo? —finiquitó Coraline con una sonrisa extravagante y un gran regocijo—. ...bueno, guapa.

Momentos más tarde, en el exterior del "Imperial Leonor Hotel", el movimiento continuo de coches y de personas provocaba una afluencia abrumadora. Coches de alta gamma circulaban siendo ocupados por personas que vestían trajes y bolsos de alta costura.

En ese hotel, se celebraba el cumpleaños de Emily, hija del reconocido CEO del grupo Imperial Leonor. Como todos los años, Emily no escatimaba en fondos cuando se trataba de dar una buena fiesta. El bolsillo de su padre se lo permitía y debía hacer honor a su apellido.

Mientras los invitados eran acompañados por los camareros hasta la sala en cuestión, un coche negro permanecía aparcado en la entrada.

—¿No vais a salir? —les preguntó Johnny bajando junto a Andrés del todoterreno.

— Tengo que comentarle un par de cosas, ahora sale. —Le informó Coraline sosteniendo del brazo a un avergonzado y mudo Mike.

—¿Y tu pareja? —le cuestionó Andrés a Johnny apoyados sobre una de las columnas de la estructura del hotel.

— Me espera en el vestíbulo. A todo esto...—se aclaró la garganta Johnny antes de proseguir—. ¿Te gustaría cambiar de pareja?

— Ohh. —Gesticuló Andrés elevando una ceja con expresión traviesa.

—¿Oh?

— No sabía que también tirabas por ese camino.

— Andrés, sabes que las mujeres son mi mundo.

—¿Entonces por qué quieres cambiar de pareja?

— Lo sabes perfectamente. Con Mike impactaré más al personal que con mi pareja.

— A veces eres demasiado superficial. Deja de quejarte, al menos tu llevas a una chica de verdad, no a tu mejor amigo travestido. —Le increpó Andrés viendo como su compañero intentaba aguantarse la risa por la situación.

— Y finalmente este es el carmín. Debes ponértelo en el labio inferior solo una vez y luego juntar los labios un par de veces para aplicarlo por todo el labio. Cada hora y media más o menos, debes ir al baño a arreglarte el maquillaje. —Le informó Coraline dentro del coche metiéndole la barra de labios en el bolso a Mike.

— El complicado mundo de las mujeres. —Suspiró Mike.

—¿Complicado? Envidia que me das, que sin ser mujer eres más guapa y femenina que yo. Anda, baja, antes de que me dé una depresión de caballo.

Una de las piernas perfectamente depiladas de Mike tocó el suelo y toda la atención del exterior cayó sobre él.

Llevaba un elegante vestido negro de encaje, cuello en V, manga larga semi-transparente para disimular sus músculos tonificados y cintura alta para jugar con la visión haciendo, que sus caderas fueran más voluminosas. A diferencia de lo que se suele llevar en esta clase de eventos, para disimular todavía más su rostro, Mike portaba el pelo suelto con extensiones en ondas y las cejas perfectamente maquilladas al unísono con su cara. No obstante, lo único que pasaba por la cabeza de nuestro protagonista, era poder caminar más de dos pasos sin tropezarse o partir el tacón de aguja de sus zapatos negros ya que la caída podría costarle la vida.

—¿Entramos? —le comunicó Andrés con un tono seductor, extendiéndole la mano.

— Estoy nervioso. —Informó Mike ruborizado.

— No tienes de qué preocuparte, yo estoy contigo. —Le tranquilizó con su típica sonrisa de gigoló y penetrándolo con la mirada.

—¿Con quién COÑO te crees que estás hablando, Andrés? —le advirtió Mike golpeando a su compañero en la cabeza con el mini bolso.

— Lo siento. Por unos segundos había olvidado que eras un tío.

—¿Solo un tío? Andrés, que soy yo, Mike. Tu amigo de la infancia, te he visto como Dios te trajo al mundo y conozco las cosas más vergonzosas y denigrantes de tu...

—Está bien, te he entendido. Ok. Lo siento. ¿Vamos? —cortó a Mike, recobrando la compostura y extendiendo de nuevo el brazo.

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