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C6 ¡Soy un chico! (6)

PARTE 2 de 3 (3)

Cada paso que daba Mike, guiado y cogido por su amigo de la infancia, era un suceso de imágenes que abarcaba toda su vida hasta llegar al presente como si fuera a morir. Dónde continuaba preguntándose el motivo por el cual había decidido hacer esa locura. Algo que jamás olvidaría, y mucho menos, si la chica que le gustaba se enteraba de su verdadera identidad. Pero el último paso, que atravesaba la puerta que conducía a la fiesta, fue el determinante que le impidió dar marcha atrás. Ya estaba delante de todos sus compañeros de clase y conocidos. Además, era el objeto de atención de la mayoría de las personas que se encontraban en esa gigantesca estancia.

— El lunes voy a ser la comidilla de toda la universidad. —Le murmuró Andrés al oído a Mike.

— No estés tan orgulloso, recuerda que al fin y al cabo has traído a tu mejor amigo travestido a una fiesta de tu ex. —Le respondió entre dientes mientras le sujetaba del brazo saludando a todos con una sonrisa forzada.

—¿Era necesario que me hundieras?

— Solo te hago ver la realidad, como buen amigo que soy.

—¿Quién es esa atrevida que viene con Andrés? —preguntó asqueada Emily sentada en una de las mesas junto a Anna.

— No tengo ni idea. Tampoco la he visto por la universidad. —Respondió Anna sin apartar la mirada de la pareja estrella.

Hasta que finalmente, el tema de los murmullos fue sustituido por otra pareja que entraba por todo lo grande; Diana acompañada de Dereck. Y aunque muchos hombres se acercaron a Mike con intención de conquistar su corazón, en ese instante, en ese momento, no podía apartar la mirada de la mujer que secretamente amaba.

Un millón de dudas volvieron a asomar por su mente, se comparaba a sí mismo con el acompañante de Diana. Un hombre viril y corpulento, perfecto para ella. «¿Qué podría querer una mujer cómo ella de alguien como yo?» «A parte de risas y mofas, nada.»

— Voy a buscarnos algo de beber. —Le indicó Dereck una vez dejó a Diana en la mesa en la que se sentaban Emily y Anna.

— De acuerdo. —Le respondió ella con una sonrisa amable.

—¿Qué tal con Dereck? —le interrogó Emily precipitándose sobre su amiga sin levantarse del asiento.

— No congeniamos en nada. Tendré que decirle que se vaya.

— No le has dado ni una oportunidad. —Añadió Emily irritada.

— Es un buen chico, pero yo ahora no quiero nada.

— Bueno, no te quiero forzar. —Aceptó a regañadientes la pelirroja—. Ahora... ¿has visto la arpía que se ha traído Andrés para darme celos?

— Es muy guapa. —Afirmó Diana después de mirar por encima a Mike conectando los dos visualmente y enrojeciéndose éste que desvió la mirada nada mas verla.

— Que comportamiento tan infantil. —Cogiendo el vaso de vino, refunfuñó Emily, para bebérselo de un trago.

— Puede que realmente sea porque le gusta. Es un buen chico, no creo que haga esas cosas. Al fin y al cabo, fuiste tú quien le puso los cuernos ¿por qué tendría que perder el tiempo en ponerte celosa? —le echó en cara su comportamiento Diana cruzando los brazos.

— Sabes que no soy mujer de un solo hombre.

— Él tampoco lo era hasta que empezó a salir contigo y se notaba que te quería de verdad, de tal manera que hizo que la gente pensara que fue él quien te puso los cuernos a ti. No cualquier hombre hace eso por una mujer infiel.

— Odio tu sinceridad. —Susurró Emily con una expresión entre el enfado y la decepción sin apartar la mirada de Andrés que mostraba una actitud bastante próxima a su pareja.

— Aquí tienes. —Poso Dereck el cóctel sin alcohol justo en frente de Diana.

—Gracias...—mostró una sonrisa complaciente seguida de un silencio pensativo—. Dereck.

— Dime.

—¿Podríamos hablar un segundo? —preguntó levantándose de la mesa.

— Claro.

Mientras Diana se alejaba de la mesa junto a su acompañante, Emily se veía incapaz de apartar la mirada de Andrés. Siempre fue una mujer libre e independiente, pero con él, todo fue diferente. Jamás sintió algo parecido por otro hombre...

—¿Fui muy dura con él? —musitó a Anna sin desviar la mirada.

— Era un rompecorazones y contigo dejó de serlo. Te trataba como a una reina y tú en vez de agradecérselo, simplemente lo tiraste. Sí, Emily. Fuiste muy bruta con él.

Quizás, solo quizás, fue demasiado dura con él. Quizás, solo quizás, podría haber manejado las cosas de forma diferente. Aún después de haberlo humillado y dejar que las personas pensaran pestes de él, todavía le seguía dirigiendo la palabra y respetándola.

Y conforme todos esos pensamientos transitaban por su cabeza y hacía añicos el papel desechable situado en la mesa que sostenía entre sus dedos, Emily sintió como una mano agarraba su muñeca violentamente.

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