C5 Capítulo 5

Capítulo 5

El viaje hasta nuestro destino se me hizo eterno, quizás la ansiedad lo alargaba en mi percepción. Permanecí inmóvil durante todo el trayecto, temerosa de provocar su ira. De repente, el coche se detuvo bruscamente y mi cabeza golpeó contra el vehículo. Seguí sin moverme, sin saber cómo actuar. Era consciente de que él era mi compañero, pero su silencio me impedía abordar el tema. Si no me hubiese querido, ya me habría rechazado, así que prefería no irritarlo y evitar un desenlace así.

"Baja", ordenó. Salí del coche con torpeza y le seguí. Al entrar, todos hicieron reverencias en señal de respeto. Era de esperar, él era Don Ricardo, temido por todos debido a su poder.

"Claire", llamó, y una chica de mi edad se acercó corriendo, inclinando la cabeza. "Sí, amo", respondió ella. "Prepárala para que esté presentable como mi compañera", instruyó y se marchó sin mirarme. Aunque no me importaba, mientras no me rechazara, cualquier trato me parecía aceptable. Claire me guió a una habitación impresionante, y la contemplé maravillada. Era tan amplia y bella.

"Por favor, toma asiento", me invitó Claire. Obedecí y me acomodé en una silla grande frente a un espejo monumental que dominaba el tocador.

"Soy Claire, ¿y tú?" me preguntó con una sonrisa.

"Nala", le respondí, correspondiendo su gesto.

"Qué alegría que haya encontrado a su compañera, seguro que será más amable ahora".

"¿Qué te hace pensar eso?" inquirí.

"Verás, el amo siempre estuvo esperando a su compañera, pero al no encontrarla, se volvió más severo. Ahora que has llegado, tú podrás suavizar su carácter", explicó Claire. Le ofrecí una sonrisa de aliento, deseando en mi interior tener la capacidad de apaciguarlo. ¿Quién era yo para domar a Don Ricardo?

"Seamos amigas", propuse, y su rostro se iluminó de felicidad.

"Me sentiría muy honrada, claro que sí", aceptó, y ambas reímos juntas. Nuestra risa fue interrumpida por su cercanía; mi corazón latía desbocado.

"¿Alguna vez ha golpeado a alguien?" pregunté, temerosa.

"Eres su compañera, jamás te haría daño", aseguró ella.

"No has respondido a mi pregunta", insistí.

"Está bien. Ha ocurrido, pero confía en mí, nunca te golpearía. Al menos no a propósito", admitió.

"Es hora de ir", anunció Don Ricardo, y me levanté de un salto, inclinando la cabeza, pero él me atrajo hacia sí y avanzó rápidamente hacia una habitación. Al observarla, supe que era su dormitorio.

"Escucha bien, Nala, tú me perteneces", susurró, acercando sus labios a mi cuello y provocando un escalofrío en mi cuerpo.

"De acuerdo, señor".

"Soy Don para ti, pequeña compañera", corrigió, y asentí con premura, evitando parecer lenta. Se dirigió hacia la cama, y yo me quedé inmóvil.

"Y no temas, pequeña, jamás te haré daño", afirmó. Quisiera creerle, pero su presencia me intimidaba. Asentí y él me obsequió una sonrisa. Me senté en silencio en la cama, cuidando no irritarlo.

"Acércate, este es tu lugar", me dijo mientras daba palmaditas en su regazo. Me puse de pie y me acomodé sobre él. El miedo me invadía ante lo que pudiera hacer después. Lo que ocurrió a continuación fue inesperado: Don me besó y no dudé en corresponderle. Fue lo único que hice sin temor alguno, aferrándome con más fuerza a su cabello, hasta que de repente me soltó sobre la cama y se marchó.

Las lágrimas brotaron sin poder detenerlas. Me sentía tan utilizada. No esperaba que simplemente me aceptara. ¿Quién era yo, después de todo? No era más que un objeto para él, algo que podía usar a su antojo. Jamás sería algo más que un juguete en sus manos. ¿Qué clase de vida es esta?

Hola, chicos, aquí tienen otro capítulo. Por favor, voten y dejen sus comentarios, significan mucho para mí. También les invito a probar mis otros libros. ¿Quién tiene curiosidad por saber por qué Don actúa de esa manera? Los quiero a todos.

mo_jo_larh