C3 Su primera vez

"Oh, pequeña, sé exactamente qué hacer para encajar a la perfección en ti", le susurró al oído mientras le mordisqueaba el lóbulo, llevándola al límite de la excitación, hasta el punto de que le sería imposible rechazarlo.

"Mmmm... ¿Prometes que no dolerá?", preguntó ella con voz suave, entre gemidos provocados por sus caricias.

"No será como la primera vez, lo prometo..." Los gemidos de ella lo excitaban tanto que no podía dejar de besarla, mientras sus manos libres exploraban su cuerpo con avidez.

"Pero... mmmm... Es mi primera v... mmmm", sus palabras quedaron truncadas cuando él comprendió lo que estaba a punto de decir y la besó con más intensidad, maldiciendo entre dientes.

"¡Maldición! Por favor, cariño, necesito que digas que sí antes de continuar. Solo me sentiré tranquilo para amarte si me das tu permiso". Continuó depositando pequeños besos en sus labios mientras intentaba terminar de hablar.

Con un asentimiento y un suave "sí", Lexy respondió.

Ethan la alzó en brazos como a una princesa, mirándola a los ojos con una intensa y descarada lujuria.

"Vamos a sacarte de aquí. Definitivamente mereces algo mejor que un sofá para tu primera vez... ¡demonios!", exclamó Ethan, incapaz de terminar la frase, abrumado por la emoción. Afortunadamente, tenía un apartamento en este mismo edificio donde solía descansar cuando estaba demasiado ocupado para regresar a su casa. La llevó al ático en su ascensor privado, donde la presionó contra la pared y la besó con pasión desenfrenada. Lexy se rendía en sus brazos, permitiéndole hacer lo que quisiera con su cuerpo. Sentía una confianza indescriptible en que él no la lastimaría. Sus caricias eran tan apasionadas que derretían cualquier vestigio de ansiedad en su mente. Al sonar el timbre del ascensor, supieron que habían llegado al ático. Ethan la sostuvo firmemente por las caderas mientras ella se aferraba a él como un koala, con las piernas rodeando su cintura y los brazos en torno a su cuello. Con una mano sosteniendo su cabeza y la otra enredada en su cabello, acercó sus labios para fundirse en besos que quemaban el alma.

Al entrar en su apartamento, él cerró la puerta con un golpe y la acorraló contra ella, sin dejar de besarla. Ella aprendió a respirar por la nariz para oxigenar sus pulmones sin interrumpir el beso.

Él la bajó para poder usar sus manos y buscar la cremallera de su vestido. Ella guió sus manos hacia el lugar donde estaba la cremallera y le dejó hacer lo que quisiera mientras acariciaba su pecho. Insatisfecha por la tela que se interponía entre sus manos y su piel, comenzó a desabotonarle la camisa. Ethan estaba tan encendido que no podía esperar a desabrochar cada botón, así que agarró la camisa por el cuello y la rasgó, haciendo que los botones restantes saltaran por el suelo en todas direcciones.

"¡Mierda! ¡Qué puto sexy!" Ahora era Lexy quien maldecía. Ethan no tenía intención de regañarla, porque le resultaba aún más sexy verla desinhibida a su alrededor. Las caricias de Lexy lo estaban volviendo loco, intensificadas por sus constantes gemidos y quejidos, y avivadas por sus esporádicas palabrotas. Se sentía como si estuviera rodeado de llamas. Estaba sudoroso, caliente y tremendamente excitado.

La cargó sobre su hombro, deseando extenderla sobre su cama. Ansiaba devorarla hasta quedar saciado. Quería hacerle tantas cosas, por ella, a ella y para ella. Y para que estuviera cómoda, debía recostarla en su suave cama. Nunca había llevado a nadie más a este lugar. Ella era la primera. La depositó con rapidez en la cama, sabiendo que no le haría daño, y se lanzó tras ella. No podía tener suficiente de su sabor. Se arrodilló sobre ella, atrapando sus piernas entre las suyas, y bajó lentamente la cremallera del vestido. Mirándola a los ojos, se mordió el labio inferior al ver su piel blanca como la leche descubrirse a medida que la cremallera se abría, revelando aún más.

Lexy acarició su rostro, deslizó su mano desde la mandíbula hasta el cuello, bajó al pecho y recorrió la línea central de sus músculos abdominales hasta llegar a la hebilla de su cinturón.

Ethan contuvo un gemido al sentir la mano y los dedos de Lexy envolviendo su erección, ahora dolorosamente dura. Interrumpió sus caricias de inmediato, tirando de sus brazos para despojarla de su ropa y descubrir sus pechos desnudos y firmes, con pezones rosados y erizados que parecían invitar a los labios de Ethan a degustarlos. Se esforzó por mantener el control. Necesitaba desvestirla por completo. Ansiaba ver toda la belleza oculta de Lexy. Ella parecía olvidar cómo respirar al notar la intensidad de la mirada de deseo de Ethan. Se mordisqueó los labios uno tras otro, humedeciéndolos al sentirlos secos por la respiración entrecortada.

Ethan quedó sin aliento, igual que Lexy, al contemplar la seductora y maravillosa belleza que tenía ante sí. Se deslizó hacia ella para besar sus labios con pasión. Le dio pequeños besos desde la nariz hasta las mejillas, recorrió con sus labios los lóbulos de sus orejas y bajó por el costado de su cuello, mientras Lexy inclinaba la cabeza hacia el lado opuesto, dándole más espacio. Continuó con sus besos descendiendo desde la base del cuello hasta los omóplatos desnudos, y sus manos moldeaban las voluptuosas curvas de su pecho. Se sentían tan perfectas en sus palmas que no podía dejar de amasarlas, y al llegar sus labios a uno de sus senos, lo succionó con la avidez de un bebé hambriento. Lexy arqueó la espalda, sumida en el placer.

"Ahhhhh, mmmm", los sonidos escapaban de Lexy mientras con una mano acunaba el rostro de Ethan y con la otra le sostenía la cabeza, entrelazando sus dedos en su cabello y rasguñando su cuero cabelludo de vez en cuando, arrancando gemidos de placer de Ethan. Sentía un cosquilleo que le recorría desde la nuca hasta la columna cada vez que las uñas de Lexy rozaban su piel. Su miembro se estremecía con cada movimiento de las manos de ella.