Aventuras eróticas salvajes/C5 La cereza del pastel
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C5 La cereza del pastel

"Sí, mi niña, ¿qué deseas? Cuéntame", la incita con ternura, como si estuviera dispuesto a concederle cualquier cosa que ella le pidiera de ahora en adelante. Deslizándose hacia arriba para besarla con pasión, le susurra al oído, "¿Quieres que me detenga?" No sabía cómo iba a manejarlo si ella respondía que sí, pero en el fondo confiaba en que no le pediría que se detuviera. Y para su alivio, no lo hizo.

En vez de verbalizar sus deseos, tomó su miembro aún cubierto por la tela y lo miró a los ojos, implorante. Lucía tan irresistible que Ethan no tuvo más opción que ceder ante sus deseos. Se desabrochó el cinturón mientras Lexy le desabotonaba los pantalones. Ella metió una mano dentro de su bóxer y con la otra mano bajó la cremallera.

Sus movimientos eran torpes, como si ansiara liberar su miembro de inmediato, así que él la asistió para deshacerse del resto de su ropa. Se puso de pie junto a la cama y se despojó de los pantalones y el bóxer. Se erigía allí como un guerrero imponente, con músculos definidos, abdominales marcados, cintura estilizada y una línea de V que se perdía en un sendero de vello que iba desde su pecho hasta la base de su falo majestuoso y palpitante.

Lexy se arrastró hasta él, se arrodilló en la cama para quedar a su altura y lo besó. Sus besos ardientes pasaron de sus labios a sus mejillas, y de ahí a su oreja, donde jugueteó lamiendo y mordisqueando sus lóbulos, arrancándole gemidos. Ella sonrió con picardía mientras succionaba la piel en la base de su cuello, dejándole marcas de su posesión. Ethan, por su parte, sujetaba su cabello suavemente con una mano, mientras con la otra acariciaba sus senos. Ella continuó descendiendo hacia su pecho, jugando con su lengua en los pezones.

"Nena..." Ethan no dejaba de gemir. A ella le encantaba ese apodo cariñoso que él tenía para ella. Sentía un creciente deseo de complacer a ese hombre tan increíble. Utilizaba sus provocativos labios y lengua para acariciarlo y torturarlo con pasión.

Sin embargo, a Lexy le gustaba saber que sus caricias lo desesperaban, pues quería que él experimentara lo que ella había sentido hace poco. Mantenía un ritmo pausado mientras besaba, lamía y mordisqueaba juguetonamente cada rincón de su escultural cuerpo. Sus manos tampoco descansaban, explorando y acariciando cuanto podían alcanzar: su pecho, su espalda, sus glúteos, deslizándose por sus costados como si fueran plumas, provocando que él se mordiera los labios de puro placer.

Por su parte, Ethan no conseguía quedarse quieto. Aunque no podía besarla, sus manos tenían vía libre para devolverle la tortura en su espalda. Se inclinaba para acariciar su trasero, haciendo que las nalgas temblaran con suaves azotes alternos, que al principio arrancaban chillidos de Lexy, pero pronto ella se entregó, permitiéndole hacer lo que quisiera mientras él jugaba con su miembro, brillante por el líquido preseminal. Ella lo probó con la lengua.

"Hmmmmm, nena, ¿así sabe?" Lexy expresó su sorpresa, ya que era su primera vez. "Tiene un sabor que es dulce y salado a la vez." Lo saboreaba como si fuera un delicioso helado, lo que hacía que Ethan gruñera con más intensidad.

"Lexy, nena, no me provoques", él rogó. Lexy lo miró, confundida. No estaba jugando con él; estaba genuinamente maravillada con el sabor de su semen. Lamió cada perla que emergía, una tras otra. Al encontrarse con su mirada inquisitiva, Ethan comprendió que ella no era consciente del efecto que sus acciones estaban teniendo en él.

"Llévame entero en tu dulce boca, nena", le indicó con una voz ronca y suplicante. Lexy accedió, aunque pensaba que él era tan grande que quizás no cabría en su boca.

"Lame, no solo la ranura", Ethan le indicó con suavidad.

"Desliza tu lengua desde la base hacia arriba para humedecer la piel", la instruyó.

"Toma la punta y báñala con tu saliva. ¡Joder! Hmmm."

No podía explicar cómo cada lamida suya lo hacía sentir en el éxtasis absoluto.

"Ahora, rodea con tu lengua mientras está en tu boca. Sí, así es, cariño, ohhh... lo haces increíblemente bien." Lexy seguía al pie de la letra sus indicaciones, sumergiéndolo en la decimoctava profundidad del infierno, consumiéndolo en un éxtasis ardiente.

"Relaja los músculos de tu boca y poco a poco acógeme en tu dulce boca", le dijo mientras sostenía su mandíbula y deslizaba sus dedos por sus labios exteriores, acariciándola. Lexy obedeció y acogió la mitad de su imponente tamaño en su boca anhelante, sosteniendo la base con las manos, la cual no podía envolver con sus labios. Comenzó a mover su cabeza para masajear su firmeza venosa, succionándola como él lo hacía con su clítoris. Estaba decidida a devolverle el placer que él le había dado, así que, aunque no podía tomarlo todo en su boca, lo lamió desde sus testículos hasta la base y luego hasta la cabeza en forma de hongo de su exquisito miembro. Ethan se arqueó hacia su boca, sumido en una euforia tal que agarró su cabello con más fuerza mientras se perdía en el calor de su succión. Extendió la mano hacia ella y acarició su clítoris. Ella gimió mientras él estaba profundamente en su garganta, sintiendo cómo ella apretaba su miembro en su interior.

"¡Joder, cariño! Te deseo. Te quiero toda", se apartó de su boca para besarla apasionadamente y susurrarle de manera seductora al oído.

Lexy sentía lo mismo. Lo deseaba. Quería sentirlo dentro de sí. Así que tomó su mano con delicadeza y lo atrajo hacia la cama mientras se recostaba como un cordero dispuesto al sacrificio. Tan voluntariosa. Y no solo eso, era letalmente seductora. Levantó su mano derecha y le hizo una señal para que se acercara con el dedo índice medio curvado.

Incapaz de resistirse como un hombre dominado por el deseo, Ethan accedió. Se arrastró hasta llegar a sus pies y comenzó a besarla, dejando huellas de pasión en forma de mordiscos a lo largo de su cuerpo, hasta que su miembro se encontró con la humedad de su sexo. Jugó con ella un poco más, deslizando la punta de su miembro entre los labios de su vulva y rozando su sensible clítoris.

"Ethan, por favor... estás jugando conmigo...", murmuró Lexy, casi al borde del llanto. El sonido de su placer mezclado con súplicas era innegable. Ethan tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no embestirla de un golpe y perderse en ella hasta el olvido.

"Esto dolerá al principio, pero te prometo que pronto lo olvidarás", le aseguró. Se elevó ligeramente, apoyándose en su codo izquierdo y rodillas sobre la cama, mientras con la mano derecha acariciaba su rostro y la besaba con ternura.

Lexy asintió sutilmente, intentando relajarse y abrirse a la promesa de un éxtasis inminente. Sabía que el dolor sería parte del proceso, pero ansiaba el placer que vendría después. Estaba convencida de que si Ethan había conseguido llevarla al paraíso terrenal con su boca, su imponente virilidad la elevaría hasta las nubes y más allá del cielo.

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