Bastián/C2 Jasón
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C2 Jasón

Llego de Colombia a eso de las seis de la tarde, porque mi padre tiene problemas con la empresa que tiene aquí en Seattle y quiere que yo se los venga a arreglar. Aún me sigo preguntado si me ve cara de genio, como ese que sale en la película de Aladdín. Porque lamento decirle que no, no lo soy, sí, estudié administración de empresa, pero eso no quiere decir que pueda solucionar todo.

Después de haber terminado mi relación con Rosie decido ir a vivir a Medellín, Colombia. Luego de haberle insistido tanto a mi padre, que ya era todo un hombre responsable, para que me dejase manejar esa empresa a mí, lo conseguí. Alguna vez tenía que ganar yo.

—¡Mi bebé! —grita mi madre interrumpiendo mi momento, mientras los espero sentado en una de las sillas del aeropuerto.

—Mamá por favor no me avergüences —contesto mientras me levanto para abrazarla una vez que se acercaron a mí.

—Cuando tengas 40 años, puede que deje de decirte “mi bebé” —Hace comillas con dedos antes de abrazarme —Te extrañamos —agrega y puedo sentir como caen unas lágrimas sobre mi chaqueta.

—Mamá, solo me fui uno meses nada más —respondo soltándola para abrazar a papá, quien mira la escena con ternura.

¿Desde cuándo tengo padres tan cursis?

—¿Cómo está la empresa? —pregunta papá dándome una leve palmada en el hombro y mi madre, quien aún sigue llorando, le da un codazo.

Señoras y señores aquí les presento a mi padre el “anti abrazos,” no me sorprende, pero pensé que tener a su único hijo lejos, le haría demostrar sus sentimientos un poco más. Pero ahí me equivoqué, todo sigue igual.

—Todo va bien papá ¿y la tuya? —pregunto haciéndome el que no sé, sobre el problema que tiene —Cierto, para eso querías que viniera —agrego, soltando una risilla y él solo me da una mirada nada agradable.

—Tú empezaste Robert —responde mi madre mientras toma mi bolso y yo tomo mi valija, para luego dirigirnos hacia la salida.

Recuerdo que salimos unos cinco años, y el año pasado terminamos y me fui a Colombia. Desde ese entonces la vi solo una vez, viajó con la intención de recuperarme, porque sí, la culpable fue ella. Pero no la perdoné e hice mal en acostarme con ella, fue algo como una despedida, de ahí, sí decidí que no la tenía que ver más.

—Cariño —me llama mi madre al ver que no me he bajado del auto.

Ni me di cuenta de que llegamos a la casa.

—Lo siento —sonrío, para luego bajar del auto y subir los cuatro escalones que separaban el garaje

—Te sugiero que vayas a descansar un poco, que en la noche vendrá la familia y algunos amigos a cenar —comenta mamá dejando las maletas al pie de la escalera.

—¿Amigos y familia? —pregunto y ellos asienten —Pero si no saben que volví —agrego confundido, y fue ahí cuando algo en mi cabeza hizo “clic”

—Sorpresa —murmura mamá soltando una risita para luego ir a la cocina.

Genial, no esperaba a nadie y ahora la casa será un lío, no es que no quiera ver a nadie, pero ¿hoy? Justo que acabo de llegar tengo que fingir que estoy de humor para hablar con mis “amigos”, pasaron muchas cosas por las que me fui, aparte de que mi ex me engañó. Cosas, las cuales no contaré hoy o al menos no ahora.

Mientras que mis padres se preparaban para la cena, la cual sería solo en tres horas. Justo a mí se me ocurre llegar a la tarde, la próxima pensaré mejor antes de subirme al avión, al primer horario que vea por la pantalla de la computadora.

Decido ir a darme un baño porque, ¿dormir?, no pude, y más cuando escucho a mi madre que está desde la cocina gritándole a mi padre que el pollo no entra en el horno y que no hay forma de hacerlo entrar. Unos padres menos raros, no ¿no?

En fin. Sigo en mi habitación hasta que mi madre sube para avisarme que baje, ya que mis amigos fueron los primeros en llegar.

Estupendo.

—¡Hermano! —grita Zack cuando estoy bajando las escaleras.

—Hola —los saludo, solo por ser educado, no porque sigan siendo mis amigos.

—Veo que no has cambiado mucho —contesta Luke antes de sentarse en el sofá que está detrás de él.

—Y ustedes siguen siendo unos hipócritas —les digo antes de irme por un poco de agua a la cocina.

Esto ya empezó mal y ni quiero imaginarme cómo va a terminar, si hubiera sabido que mi madre haría esta fiesta, como si tuviera diez años, ni hubiera venido.

Por suerte todo iba bien, “iba” porque a James se le ocurre la “genial” idea de emborracharse y gritar delante de todos que se acostó con Rosie. ¿Por qué mierda se le ocurre decirlo ahora, y peor aún, delante de mi familia?

Los chicos lo intentaron frenar, pero no hubo caso. Mi madre me miraba como pidiéndome alguna explicación y sí… tenía razón porque les dije que Rosie, se iba a estudiar a otro país, y como ninguno podía soportar la relación a distancia, por eso es que en buenos términos decidimos terminar. Una piadosa mentira, no quería decirles “Rosie se acostó con James y mis “amigos” lo sabían”. Sí, ese es otro motivo por el cual decidí irme a vivir a Colombia, esos que decía llamarse amigos, lo sabían desde un principio, pero yo no. Un año, fui el “cornudo del año” y no lo supe, hasta que encontré ropa de James en el departamento que compartía con Rosie.

Primero lo negó, después llorando dijo que sí, que me engañó con James, pero una fue vez, estaban borrachos y pasó. Me reí en su cara, es decir, yo también me emborracho, pero no por eso me voy a acostar con la primera chica que tenga enfrente. Son puras excusas. Fue entonces cuando pasó una semana y le pedí a mi padre que me dejase a cargo de la empresa que está en Colombia. Después de rogarle dos horas, accedió. Ganarle a él, es todo un reto.

—Ya basta, James —digo cuando lo jalo de la camisa, una vez que me levanto de mi lugar.

—E-es que t-ú —arrastra las palabras mientras me señala con el dedo.— Tú, nunca le diste el amor que ella merece, siempre te comportabas como un idiota con ella, en cambio yo, le demostré que si la amo, ella solo estaba contigo por dinero y nada más. —agrega y eso bastó para que la poca paciencia que le tuve, para que se callara, llegara a su límite.

—¡Jasón! ¡No! —grita mi madre cuando le doy un golpe a James en la mandíbula, logrando que se caiga al suelo.

—Tranquilo Jasón —habla mi tío cuando se acerca hacía a mí haciéndole una seña a mis “amigos” para que se llevaran a este idiota a otra parte.

—No me gusta que pelees, menos que nos mientas —habla mi madre, mientras es consolada por mi tía.

—Yo estoy orgullosa de mi nieto —comenta mi abuela y ahora es mi madre quien le da esa mirada nada agradable —No Elisa, no me mires así, alguien tenía que poner en su lugar al chico ese, eso no son códigos de amigos, claro que no. —Agrega para luego chocar los cinco conmigo y volver a su lugar.

—Es mejor que cortemos la fiesta —habla mi madre ignorando el último comentario hecho por mi abuela, mientras mira a mi padre, quien ligeramente asiente con la cabeza.

—Es lo mejor, además ya es tarde— comenta mientras se dirigen hacia el living.

Por suerte la fiesta terminó, mis “amigos” se fueron, y la familia se queda hasta mañana en las habitaciones de invitados. Algunos ya se fueron a dormir, ya que son más de la una de la mañana. Algunos, menos mi madre y mi padre que están parados frente a mí en el comedor, esperando una explicación de por qué les mentí, y no dije en su momento las cosas como son. Es simple; estaba dolido y no quería que supieran que ella me engaño porque, la quieren como si fuera alguien muy especial, podría decirles que hasta la quieren más que a mí.

—No logro entender por qué no nos dijiste el verdadero motivo por el cual te querías ir —comenta mi madre acercándose a uno de los sillones que están cerca de la mesa ratona, para luego sentarse.

—Mamá por favor, no quiero hablar del tema, ya saben, de verdad que se los iba a decir, pero no así —contesto cerca de la escalera —Lo siento, buenas noches —agrego, para luego subir la escalera e ir a mi habitación.

No insistieron, y eso lo agradezco. No iba a repetirles la historia, no quería recordar ese momento otra vez, ya demasiado tuve con tener pesadillas sobre ellos juntos, porque sí las tuve durante dos meses mientras estaba en Colombia, empecé con el gimnasio y esos malos sueños los fui perdiendo de a poco.

No solo encontré ropa de James, sino algunas cartas y regalos que yo jamás le di a Rosie. Por Marcos, el único que no me falló como amigo, me enteré de que Rosie, está embarazada y no, no volví por eso, sé muy bien que no es mi hijo, porque ella sigue con James y desde hace bastante no nos hemos visto más.

Doy vueltas en la cama sin poder dormir, miro el reloj y ya son las cinco de la mañana ¿Pueden explicarme qué hago despierto? Ni yo lo sé, intento acomodar la almohada y apoyar la cabeza en ella otra vez, a ver si esta vez sí puedo dormir.

Siento cómo voy hundiéndome en las profundidades del sueño y suspiro, al fin podré descansar.

La imagen de una chica de espaldas llama mi atención, intento moverme, pero es imposible. Mis manos no responden y mis piernas no reaccionan. Temo que sea un fantasma o algo parecido, pero antes de que pueda preguntar o pronunciar algo, una voz resuena en mis oídos como un eco lejano y veo asombrado y temeroso, cómo la figura se voltea poco a poco hasta quedar frente a mí y con su voz dulce recita:

“Jasón, siempre fuiste el amor de vida, perdóname por haberme ido en brazos de otro. Sé que no puedo seguir justificando lo que hice. Pero tienes que prometerme que serás feliz, aunque yo ya no puedo estar en tu vida. Aun así, prométeme que no lo dejarás solo nunca. Que le darás todo el amor que se merece, el cual yo no puedo darle, cuídalo, él te espera. Y recuerda que yo siempre te amaré, hasta siempre Jasón”.

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