C4 Capítulo 3

No he vuelto a ver a André desde que se escabulló del hospital. Y tiene una semana de eso, me causa curiosidad saber qué es lo que hacía aquel día en el puente. Venía de la zona industrial, eso significa que estaba en las fábricas, ¿buscaba trabajo? Tal vez sólo fue a visitar a alguien. Este pueblo es un asco, nadie querría venir a vivir aquí, nadie viene voluntariamente aquí. Si lo que la mayoría desea es irse lo más lejos posible y nunca volver, ¿por qué ese misterioso chico tatuado llegó?

Bueno, eso ya nunca lo podré saber, mejor me lo quito de la cabeza.

—Qué bella te ves hoy, amiga —una chica de ojos verdes, cabello castaño y sonrisa perfecta me cae de improviso—. Te luciste con el atuendo para la ceremonia de aniversario número ochenta de nuestra gloriosa preparatoria —imita la voz del director—. Sinceramente, preferiría estar durmiendo.

Demi es mi mejor amiga, es la chica alegre, optimista y cariñosa que todo mundo necesita en su vida. Este día, su cabello castaño tiene pintada un franja color rojo; siempre se la pasa experimentando. A mí me gusta, a ella le gusta, con eso nos basta. Lo que nos unió al inicio de la secundaria fue nuestro gusto por el helado de galleta; nos peleamos por el último vaso. Gané yo aunque a ella le encanta alardear que me noqueó, pero por el sentimiento de culpa me dio el vaso a mí.

Nos hicimos amigas cuando accedí a compartirle un poco.

Sinceramente, yo también prefiero estar durmiendo. Es sábado, son las ocho de la mañana y nos reunieron porque es el aniversario de la preparatoria y habrá una ceremonia. El director dirá unas palabras, los mejores promedios también dirán unas palabras. Los deportistas más destacados también darán discursos aunque sean tan ineptos para hilar una oración coherente (no generalizo, algunos son inteligentes). Para no quedarse atrás, los integrantes del coro cantarán y los de club de danza harán una presentación. ¡Oh, genial! Diversión total.

Definitivamente debí quedarme a dormir, pero como tomarán asistencia no pude faltar. Espero que el café y los bocadillos que ofrecerán al final valgan la pena, si no, quemaré la maldita escuela cuando me vaya, lo prometo.

Una de las profesoras de Álgebra nos pasa lista. El auditorio tiene tres entradas además de la principal. Es que es tan grande y somos tantos alumnos que debemos entrar por cuatro lugares al mismo tiempo. Claro, es la única escuela del pueblo, obviamente somos demasiados.

Para colmo, nos ordenan por orden alfabético de apellido. Soy Galetto y Demi es Andrade, nos tenemos que separar. Y ni siquiera podré burlarme de los rostros de los del coro ni de los peinados y atuendos ridículos de los de danza. Bueno, podré burlarme en mi cabeza, pero no es lo mismo a carcajearse en voz baja junto a tu mejor amiga.

Tomo asiento entre dos chicas, una de ellas desprende un aroma a lavanda, no huele mal, pero me da un ataque de tos de perro que casi pareciera que escupiré un pulmón en cualquier momento. La otra chica, una de cabello corto y nariz aguileña se limpia el brazo. Ay, qué exagerada, me tapé la boca, tampoco es como que le haya caído algo.

Una mujer habla por el micrófono y lo tomo como señal para sentarme. En alto se encuentra una mesa larga en donde se sientan los profesores más antiguos y demás personal de alto rango (como la esposa del empresario que dona anualmente una gran cantidad de dinero). Nos piden que nos pongamos de pie para recibir al director quien entra entre aplausos y vítores. Estoy lejoscomo por más de quince filas, hay compañeros mucho más altos que yo, así que no veo más que el escudo de la escuela proyectado en la pantalla blanca tras el director.

Cuando todos se sientan, los imito, bostezo profundamente y me pongo a chatear con Demi.

"Subió de peso, le rebotaba la panza, desde la tercera fila lo vi todo." Ugh, ni me digas, yo a duras penas noté su pelona. "Ya va a empezar con su discurso de la importancia de la escuela y bla, bla, bla."

No respondo por un momento, me he quedado mirando una mosca que se paró en el cabello de la persona que se sienta frente a mí. No sé a cuánta gente le pasa, pero al ver el insecto juntar sus patitas como si se estuviera saboreando, me entras unas ganas incontrolables de tomar un libro y espantarla. Si lo hago, lo más probable es que lie un muy buen aprieto. No conviene, menos aún cuando está tan cerca el final.

"¿Ya les dijiste a tus padres que entraste a Mazca?" El segundo mensaje apenas lo leo. Suelto un suspiro y me encojo de hombros. Después del suceso en el hospital decidí guardar la información para mí. Por suerte, el doctor Flores no les dijo, si no, tendría a dos padres sentidos en este momento. Aún no, estoy buscando el momento indicado. "Para noticias como esas, cualquier momento es el indicado." No respondo, mejor me dedico a deleitar mis oídos con la majestuosa presentación de los integrantes del coro. No son malos, de hecho suenan bien, pero las canciones son viejas y lentas; resulta tedioso. El larguísimo discurso del promedio más alto de la generación es terrible: habla de lo importante que es estudiar y luchar por ser el mejor cueste lo que cueste. ¿En serio? ¡No! Lo importante es disfrutar de los momentos divertidos de la vida, tener buenos recuerdos para llevarte a la tumba. El espectáculo de los de danza no está tan mal; quiero decir, lo ensayaron muchísimo, por las tardes se escuchaban los gritos de la profesora. Además, me gusta mucho más que el coro.

Finalmente, el mariscal de campo; Fabrizio Dolce, en conjunto con la ganadora de la Olimpiada Nacional Matemática; Joelle Linares, pasan al frente juntos, tomados del brazo y sonriendo como si fuera una puta pasarela. Obviamente les llueven los aplausos, sobretodo de las chicas que siempre parlotean alrededor de Fabrizio; el muy imbécil tiene su club de admiradoras.

Tengo hambre, más que nada tengo sed. Se supone que este es un momento importante, pero puedo prescindir de él. No es que esté muy interesada en el discurso de un deportista y una genio. Me levanto del asiento, pido permiso y entre pisotones y quejas salgo de ahí. Me dirijo hacia la parte de hasta el fondo en donde se supone que hay café, galletas y bocadillos. Espero que pidieran algo con surimi, me vendría bien en este momento.

Hay galletas de vainilla, de coco, de chocolate y pan de dulce tamaño miniatura. Hay volovanes de jamón, pero nada de surimi. Tendré que conformarme con las galletas de coco. Pongo un par en un plato de plástico, me sirvo café sin una pizca de crema o azúcar y por alguna extraña causa, miro mi reloj. Son las diez en punto.

Escucho la voz grave de Fabrizio por los altavoces, también oigo el saludo alegre de Joelle que se ve interrumpido por estática que dura un par de segundos y luego, casi como si fuera una broma o una pesadilla; escucho mi voz.

Me giro de inmediato y veo que en la pantalla blanca donde se proyectaba el escudo de la escuela ahora se proyecta un video que nada tiene que hacer aquí. Boquiabierta, admiro mi rostro. "Si estás viendo esto es porque han pasado veinticinco años y tú, estudiante de último año, abriste la cápsula que hace tiempo dejamos." OH-SANTA-PAPAYA. Dejo caer el plato con las galletas mientras jadeo en sorpresa. Definitivamente esto es una pesadilla; obviamente esto no está pasando.

Aventé la USB al río, si con la altura no se rompió, mínimo el agua debió averiarla. Y suponiendo que eso no pasara, la corriente debió llevarla lejos, tan lejos que nadie la pudiera encontrar. ¿Qué mierda hace eso ahí? Incluso borré cualquier copia en existencia: la de la memoria interna de la cámara, la de la computadora, la de la tarjeta SD...¡Todo!

No tengo vista de halcón ni mucho menos, pero aún desde lejos puedo ver el rostro acongojado de Joelle, puedo ver la boca entreabierta de Fabrizio tratando de procesar qué es lo que está viendo y el rostro inexpresivo del director quien se rasca, dubitativo, la cabeza pelona.

Necesito ayuda urgentemente.

No puedo moverme, mis piernas se han quedado congeladas; siento el calor subir desde mi estómago hasta el cuero cabelludo mientras silenciosamente le ruego al piso que se abra y me trague. Los murmullos se empiezan a escuchar, algunas risas, la mayoría son susurros de confusión. La primera en actuar es la señora rica cuyo esposo dona dinero; se levanta y con las manos indica que corten el video. Sí, sí, alguien, por favor hágale caso.

Gracias a la acción de la señora, el director reacciona; su rostro ahora se nota enojado, la pelona se le ha puesto roja como un tomate, si yo no fuera la del video, seguro me estaría retorciendo de risa en el suelo. En la torre, creo que me metí en un problema. Muchos se levantan de sus lugares y empiezan a gritar cosas, veo movimiento por todas partes, luces que se prenden, sillas que se arrastran. Poco a poco me voy haciendo más pequeña.

"Pitido, pitido, pitido y pitido, nunca verán esto, pero necesito, en voz alta, confesar mis sentimientos, aceptar el rechazo y despedirme para siempre".

Dentro de todo, hay una buena noticia: En el video original dije los nombres de los involucrados, pero cuando lo edité puse en su lugar un pitido. Ese video es el general, quería crear un poco de suspenso en la persona que lo encontraría 25 años después. En ningún momento mencioné el nombre de ninguno de ellos, pensé que era mejor si la persona se inventaba sus propios nombres.

Me siento desfallecer, pero junto la fuerza de voluntad para no ceder. Suficiente perdí la dignidad con el video proyectado como para todavía darme el lujo de desmayarme en la parte de hasta atrás del auditorio. Cuando cortan el video y apagan el proyector, encuentro fuerzas suficientes para salir corriendo como si el mismísimo Satán viniera en busca de mi atormentada alma.

Salgo hasta el estacionamiento, me escondo detrás de unos arbustos. Desde ahí (que me parece lo suficientemente seguro) le mando un mensaje a Demi quien ya me ha bombardeado con mensajes tipo: "Wtf! Qué ha pasado?" Estoy en los arbustos, atrás. Se me cae la cara de vergüenza.

Me escribe que la espere, que viene hacia acá, que por ningún motivo salga de mi escondite, pues el director está enfadado y posiblemente me empezarán a buscar pronto. Me hago bolita mientras trato de no empezar a reír histéricamente. Esto no puede estar pasando, cosas como estas les pasa a las chicas de las películas, no a mí. Oh, soy una idiota, debí haber metido mi gorra de natación desde el principio, así me habría ahorrado todo el escándalo que se armó y el que se armará. Lo bueno es que no soy popular, entre tantos alumnos, seguro pocos me conocen. Quiero ver el lado bueno, dentro de dos semanas nadie se acordará de esto.

Y entonces caigo en la cuenta de que quien proyectó el video tiene la USB, tiene el video dedicado a cada uno de mis crush. ¿Quién es el responsable? ¿Pensaba proyectar todos los videos? Y peor aún, ¿por qué lo hizo? Cualquier persona normal con un poco de empatía vería el video y lo destruiría. Por dios, es lo que yo haría. No humillas a una persona sólo por diversión. Esto acaba de hacer que quedara en ridículo, no es justo. Como si los golpes que da la vida no fueran más que suficientes.

Ahora que voy recordando, el puente estaba solitario. Me asomé al vacío y no había más que agua, rocas y plantas medio muertas. Sólo éramos, el cielo, el puente, yo...y André. Pero queda descartado, quiero decir, el pobre estaba más preocupado por evitar mi suicidio imaginario que en ver qué es lo que tenía en la mano. Además, la aventé sin que se diera cuenta y me subí a la moto; jamás me separé de él hasta que llegamos al hospital. La única forma de que André sea el responsable es que después del hospital volviera al puente, bajara al río y buscara la USB. El color amarillo fosforescente debió ayudar. ¡No! Es incoherente, el río lo llevaría corriente abajo, seguro la memoria ya estaba en el pueblo vecino...

A menos que, la memoria no haya caído. La lancé, vi que rodaba camino al río, pero no me cercioré de que cayera. Tal vez se quedó en el borde, alguien la vio, la recogió, miró el video y le pareció divertido humillar a una compañera. Debió haber sido alguien de la escuela, alguien que supiera de mi existencia, alguien que me odiara.

—¡Bris! —Demi se acerca corriendo y se sienta junto a mí—. ¿Qué fue eso? Nos encerraron a todos en el auditorio, supongo que querían evitar que salieras. Por suerte, me escapé.

No logro articular palabra alguna, de hecho, tengo que juntar mi voluntad para no llorar. Dejando de lado el hecho de que seré la burla de la escuela, que fui humillada y que mis crush sabrán que me enamoré de ellos, está el castigo que recibiré. No sé qué tan enojado esté el director, pero si fuera él, yo pensaría que todo fue un montaje para burlarme. Si me expulsan, será el fin de todo, podré darme por derrotada.

—¿Eso venía en la USB que metiste en la cápsula? ¿Por qué lo proyectaste?

—Fue una idiotez...ya sabes, uno hace cosas tontas cuando está triste —en los videos se dicen cosas; sentimientos, sí, pero también secretos y a nadie le agradarán que salgan a la luz—. Quería deshacerme de él en el río, cuando lo saqué metí la gorra de natación en su lugar. Quería que mi objeto verdaderamente contara mi historia. Pero yo no lo proyecté. Alguien tiene la memoria y hay más videos en ella.

Demi abre los ojos con sorpresa, murmura una maldición y se asoma para ver si alguien está cerca. Hace una mueca mientras truena la boca. Siempre hace eso cuando da por perdida una causa; ya sea un examen, un permiso o la dignidad de la mejor amiga.

—¿No guardaste alguna copia? —pregunta inquisitiva—. Si lo lanzaste al río no tiene sentido que alguien lo tomara.

—¡Exacto! —alguien que me comprende—. Ya da igual eso, lo importante es que alguien lo tiene y no sé cuál sea su plan, pero si fue capaz de proyectar el video, será capaz de hacer llegar los cuatro videos.

Demi asiente pensativa, cada vez que se concentra mucho, sus labios se fruncen de manera graciosa, aparte, mastica el interior de su mejilla.

—Debemos descubrir esto pronto—se levanta, me da la mano y me ayuda a levantar—. Será alguien que te odia o alguien que no te conozca y que esté tan enfermo como para planear esto.

Que yo sepa, no tengo enemigos. En la escuela trato de llevarme bien con quienes me hablan, evito sobresalir y fuera del tiempo que estuve en natación...¡Eso es! Era buena deportista, el entrenador incluso llegó a decirme que si seguía en la universidad podría llegar a Juegos Olímpicos. No es ningún secreto que en el deporte hay envidias, y mi experiencia no fue la excepción. Porque siempre hay rivales y uno nunca sabe de lo que es capaz una persona.

—Estela Luna —eso es, casi lo doy por hecho—. Es la campeona nacional en el 200 combinado, yo nadaba esa prueba, era mejor que ella por poco. No nos llevábamos muy bien, pero no he vuelto a verla desde que dejé de nadar.

—Podría ser una opción —asiente animada—. ¿Qué opinas de Carlos Hernández?

Ese idiota no le haría daño ni a una mosca. O eso creo. A Carlos lo conozco desde la secundaria, éramos buenos amigos, pero se enojó conmigo porque durante un verdad o reto en una fiesta me tocó besar al chico que le gustaba. No fue mi culpa, no lo hice con afán de lastimar; casi me lanzaron hacia el tipo y no me quedó de otra. Además, no lo besé en los labios, fue en la comisura. Pero hasta la fecha seguimos sin hablar.

—Se enojó hace años, pero no me parece esa clase de persona. Podría ser incluso Romina Fierro.

—Es tan tonta, que no sabe ni meter la USB en el cañón —Demi pone los ojos en blanco—. Además, el problema es conmigo, me odia a mí.

Demi y Romina se odian desde que en una fiesta loca de esas de las que despiertas con cruda moral, se pelearon a golpes porque Demi presumió que era mejor actriz que Romina. Cabe destacar que ambas están en taller de teatro, a mí, ninguna me parece muy buena, siento que exageran mucho, pero obviamente apoyo a mi mejor amiga. En fin, ambas quieren brillar en el cine y cuando Demi, ebria, se burló de Romina, terminaron en el suelo. Las separamos entre todos, yo tomé a Romina porque David Romero tomó a Demi. Romina me gritó que no la tocara, que le daba asco y que se vengaría por no dejar que "machacara" a su rival.

Bueno, su rival es mi mejor amiga, obviamente no lo habría permitido.

—Fuera de ellos, no se me ocurre nadie más, pero no creo que su odio llegue a tanto, es exagerado.

—Oh, amiga, la gente es capaz de muchas cosas por rencor.

Demi me ayuda a escapar del estacionamiento, voy corriendo a mi casa, tarde o temprano tendré que enfrentar el problema, pero prefiero tarde que temprano. Además, tengo lo que resta del sábado y todo el domingo para pensar en una estrategia para llegar el lunes a la escuela y arreglar lo que sea que haya pasado. Fue un accidente, esa es la verdad y nada tengo que ver con eso.

¡Hola! ¿Qué tal? Soy As de Trébol, autor de la novela :) Los invito a seguirme en Instagram: asdetrebol08, pues estaré subiendo noticias de novelas, microrrelatos y una sorpresa muy grande que tiene que ver con una serie de televisión (no les voy a decir de qué novela, pero qué emoción).

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