Casada con el Rey Alfa/C5 Su verdadero rostro
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C5 Su verdadero rostro

Los dedos de Damon se aferraron con fuerza a los hombros de Sarah, atrayéndola hacia su pecho. Debido a la cercanía, ella podía sentir cómo el corazón de él latía contra su espalda, aunque no se percató de que los intervalos entre latidos se acortaban con el paso del tiempo.

Antes de que pudieran sumirse demasiado en el calor mutuo, Damon apretó su agarre y, con facilidad, la alzó en el aire, giró sobre sus talones y la depositó detrás de él. Sarah se quedó rígida, en silencio y estática como una estatua, incluso cuando él posó sus pies en el suelo. La abrumaban tanto su reciente roce con la muerte como la inesperada aparición de Damon.

"Alexis, supongo que podrás explicarme qué sucede aquí", demandó Damon con voz potente, encarando a las tres chicas paralizadas por el terror.

Alexis, convencida de que Sarah había caído porque ella la había empujado, palideció y se estremeció. No sentía culpa alguna, solo un miedo atroz por su vida, tanto que lamentaba haberse atrevido a encontrarse o incluso hablar con Sarah. Intuía lo que vendría a continuación, pero no soportaba imaginarse en esa situación. Había vivido allí durante cinco años y ahora, ¿iba a tener problemas por una recién llegada despreciable? ¡Jamás!

"¡Ella fue la que empezó!" exclamó Alexis, señalando a Sarah con un dedo tembloroso. Aunque los ojos de Sarah se abrieron sorprendidos ante la acusación infundada, no sintió ni un ápice de remordimiento. Mentir era su única escapatoria. "¡Yo estaba en mis asuntos cuando ella me amenazó!"

"¿Es eso cierto?" Damon se volvió hacia Sarah, sus ojos tan fríos como el hielo. Ella no era tonta. Podía darse cuenta de su enfado, un enfado profundo. Pero lo que realmente la hizo temblar fue darse cuenta de que la ira de Damon estaba dirigida hacia ella, la inocente.

"I-I yo no...", tartamudeó, jugueteando nerviosa con sus dedos. Quería defenderse, pero la mirada gélida de Damon le infundía pavor. Nunca lo había visto tan iracundo. En el pasado, se había enfadado con ella sin motivo, pero esta vez era distinto; ni siquiera parecía reconocerla como su compañera, ni le importaba si estaba asustada.

"¿Acaso no puedes hablar? ¿Debo arrancarte yo mismo la respuesta?" La amenaza la hizo encogerse. ¿Por qué estaba enfadado con ella si no había hecho nada? Alzó la vista hacia la mujer que la había incriminado, captando el breve destello de satisfacción en sus labios antes de que volvieran a la seriedad. Se estaba regodeando, era evidente. Y sus amigas, que guardaban silencio a su lado, eran igual de culpables.

Sarah frunció el ceño y fijó su mirada en Damon de nuevo. Para decirlo claramente, parecía listo para cometer un asesinato... No podía quedarse quieta y aceptar ser acusada injustamente. "No amenacé a nadie", afirmó con firmeza. Desde el rabillo del ojo, vio a Alexis tensarse, pero no permitió que eso la hiciera dudar. "Fue ella quien se me acercó y me acusó de..."

La orden de Damon la cortó en seco. "Trixie, Haguy," dijo con un gesto de cabeza hacia los secuaces de Alexis. "Llévensela a su habitación. Luego me encargaré de ella."

"¿Cómo?" Sarah lo miraba fijamente a la nuca, con la confusión girando en sus ojos. "Yo no hice..." No alcanzó a terminar, pues las dos chicas se lanzaron sobre ella y la sujetaron, una de cada brazo. Continuó implorando mientras la arrastraban, pero Damon ni parpadeó, y mucho menos volvió a mirarla.

Segundos después, fue empujada con brusquedad a un dormitorio y la puerta se cerró con un golpe frente a ella. No se atrevió a abrirla, temiendo que eso solo empeoraría las cosas con Damon. Suspirando, se sentó en silencio en el suelo, sumida en el caos de sus pensamientos. Damon había desestimado su versión y había tomado partido por Alexis. O no confiaba en ella en absoluto o confiaba demasiado en Alexis.

Sarah no sabía qué clase de tortura le esperaba... y no estaba segura de querer descubrirlo. Solo pensar en lo que le aguardaba le blanqueaba el rostro. Las torturas de Mr. Knack eran insoportables; solo Dios sabía cuán cruelmente la torturaría el propio Rey Alfa.

"Me encargaré de ella más tarde."

Las últimas palabras de Damon resonaban en su mente y un escalofrío la recorrió de inmediato. Su voz había sonado tan letal, tan aterradora. Sarah no pudo evitar pensar que quizás la vida a su lado no sería tan idílica, a pesar de todos los lujos.

Cerró los ojos con fuerza y se recostó en el suelo, invadida por una anticipación peligrosa. Aunque el suelo no estaba tan frío como en su celda, le traía recuerdos de aquel lugar.

Se acurrucó, llevando las rodillas al pecho, y suspiró de nuevo. No tardó en sentirse invadida por el sueño y poco a poco se dejó vencer por él. Momentos después, la puerta se abrió de golpe y alguien entró. Sarah abrió los ojos por instinto y se encontró con la gélida mirada de Damon. Su mente somnolienta no pudo captar el peligro que ahora representaba su presencia en la habitación.

Sin darle demasiadas vueltas, cerró los ojos de nuevo, a punto de sumergirse en el país de los sueños, cuando una mano se deslizó bajo su espalda y otra bajo sus piernas. De manera inconsciente, Sarah se acomodó en el cálido abrazo y se acomodó mejor entre sus brazos.

"Ya me he ocupado de ella..." murmuró Damon, pero sus palabras apenas calaron en ella, pues ya se había sumido en un profundo sueño, sintiendo un cosquilleo recorrerle la piel.

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