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Unos minutos antes de las siete llamé ligeramente a su puerta. María me abrió con una larga bata y me invitó a pasar. Sólo había estado allí un par de veces. Aunque la familia de María tenía dinero, ella vivía modestamente. Era de buen gusto, aunque un poco pequeña. La dejé pasar y cerró la puerta tras de mí.
"¿Puedo ofrecerte un vaso de vino?" preguntó María