C11 011
Cuando me desperté a la mañana siguiente, tenía un campo de algodón en la boca. Aunque no tenía un martillo neumático en la cabeza, tampoco me sentía bien. Mis dos compañeros de cama se habían levantado. Me estiré, salí de la cama y me dirigí a la cocina, donde Tiffany estaba preparando huevos revueltos. Había un trozo de beicon frito y escurrido en una toalla de papel