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Tanner una vez me preguntó cómo sabría qué hacer en la noche de nuestra boda. Le respondí que buscaría consejo en personas con más experiencia. Cuando quiso saber con quién hablaría, le mencioné que podía contar con mis padres, y que Tiffany, Donna e Yvonne, todas con experiencia sexual, estarían encantadas de orientarme.

Mi madre me tuvo "la conversación" a los catorce años. Ella había sido madre soltera y no deseaba que yo repitiera sus errores. Mi padrastro la había aceptado con un hijo de tres años y yo lo amaba como a un padre biológico. Siempre fue bondadoso y cariñoso conmigo, que había crecido sin figura paterna. Tras la charla de mamá, papá también quiso hablar, pero abordó el tema de una forma muy distinta.

"Mira, cariño", me dijo. "Los errores suceden. Nunca te amaré menos si decides no esperar al matrimonio, pero te aconsejo ser prudente y hacer todo lo posible para no quedar embarazada. Hay tantas cosas que quieres lograr en la vida, y tener un hijo complica esas metas. Pero déjame decirte algo: el sexo es mucho más significativo y hermoso cuando se comparte con alguien a quien amas. No hay mejor regalo que puedas ofrecerle a tu pareja que compartirte exclusivamente con él en tu boda. A menos, por supuesto, que te enamores de una mujer; en ese caso, esta charla no sería necesaria."

"¡Papá!" protesté, "me estás tomando el pelo. Sabes que no me atraen las chicas."

"Todavía eres joven. Muchas cosas pueden cambiar antes de que seas adulta. Lo importante es que, decidas lo que decidas, tu madre y yo te amaremos incondicionalmente. Lo verdaderamente crucial es que seas la mejor persona posible, más allá de con quién elijas compartir tu vida." Me abrazó y me besó en la mejilla, y supe que tenía razón: mis padres siempre me amarían.

Suspiré. "Preferiría que lo llames vagina, porque eso es lo que es, pero si tienes que usar otro término, llámalo 'mi gatita'."

"Aquí, gatita, gatita, gatita. ¿Quieres tragarte un ratoncito?" bromeó Tanner, agarrándose el pene por encima de los vaqueros, marcando su forma en la tela. Estaba erecto. Lo había sentido rozarme mientras nos besábamos.

Me reí. "Tu 'ratoncito' tendrá que esperar otra semana, al igual que tú. ¿Qué planes tienen tú y los chicos para la despedida de soltero?"

"Creo que Geoff está organizando una visita a un club de striptease. Habrá mucho alcohol, seguro; y me recomendó llevar suficientes billetes de uno, cinco y diez."

Lo besé. "Recuerda, amor", le dije. "Mira todo lo que quieras, pero sin tocar. Aguanta una semana más y seré toda tuya." Deslicé mis manos por mi cuerpo. "Todo lo que has deseado por tanto tiempo será exclusivamente tuyo. Nunca lo he compartido con nadie más."

"¿Ni siquiera puedo disfrutar de un baile erótico?"

"Claro que puedes tener un baile erótico", le contesté. "Pero controla tus manos. No necesitas andar explorando para pasártelo bien."

"¿Y qué plan tienen las chicas para tu despedida de soltera?"

"Iremos a la casa de Tiffany", expliqué. "Ella es quien organiza todo el evento. Seguro que habrá regalos de broma y, por supuesto, no faltará la bebida. No estoy al tanto de todos los detalles, pero con Tiffany al mando, la fiesta promete ser bastante movida. No es la más desenfrenada de mis amigas, pero casi."

"Me sorprende que tengas amigas que se inclinen por lo salvaje. Siempre te he visto tan seria y formal", comentó Tanner.

"Prefiero no juzgar a las personas por las apariencias", le respondí. "Valoro más su lealtad, amistad y amor que su comportamiento. Si me guiara solo por las apariencias, nunca habría salido contigo. Tenías fama de ser un rompecorazones, de esos que aman y abandonan. Todas las mujeres que conozco suspiran por ti. Podrías tener a la que quisieras y nunca imaginé que me elegirías a mí."

"Siempre te subestimas. Eres una mujer alta, elegante, hermosa, inteligente, graciosa y humilde. Además, sabes cocinar. Lo único que me queda por descubrir es cuán compatibles seremos en la intimidad."

"Sé que el amor no garantiza la compatibilidad sexual, pero te amo profundamente, Tanner Mason, y si el amor influye en algo, estoy segura de que en la cama nos irá muy bien." Le acaricié la mejilla con afecto. "Deberías ir alistándote. Tus amigos te estarán esperando."

Todavía no vivíamos juntos. No me fiaba de poder contenerme si tuviera que compartir techo con Tanner antes de casarnos. Habíamos escogido un bonito apartamento juntos, pero solo él se había mudado. Yo había avisado que dejaría mi pequeño estudio y me uniría a él después de la luna de miel. Me dio un beso y se fue, todavía con una evidente tensión en sus vaqueros. Me pregunté si tendría que recurrir a la masturbación para aliviarla antes de salir. Quizás sería buena idea hacerlo un par de veces antes de ir al club de striptease, o podría terminar con un serio caso de 'bolas azules'. Una vez me confesó que estar comprometido conmigo era como estar casado con su mano. Decía que tenía que masturbarse constantemente para evitar ese malestar. En ese momento no entendí a qué se refería y le pedí que me explicara.

"Busca en internet", me sugirió. "Así entenderás por lo que tengo que pasar estando comprometido contigo."

Hice la búsqueda. Parecía algo muy doloroso. Me disculpé después de informarme sobre el tema, pero en lugar de ofrecerle alivio, le sugerí que podía ir a otra habitación a masturbarse si sentía que empezaba el dolor. Él quiso saber si podía hacerlo en mi presencia y le dije que prefería evitar la tentación de intervenir; quería que nuestra primera vez fuera especial y sin experiencias previas. Después de eso, él se retiró a otra habitación en varias ocasiones y yo no tuve problema con ello; no quería que sufriera.

Regresó a la habitación después de haber salido para atender sus asuntos y anunció: "Quiero que conozcas a mi nueva novia".

"¿Nueva novia? ¿De qué hablas?" pregunté, desconcertado.

Extendió su mano y con una sonrisa dijo: "Permíteme presentarte a Rosy Palms".

Me tomó unos segundos captar el chiste, pero luego le estreché la mano y respondí: "Un placer, Rosy. Espero que cuides bien de nuestro chico. No me gustaría verlo sufrir". Nos echamos a reír y me dio un abrazo. "Realmente no te das por vencido, ¿verdad?" comentó entre risas.