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C3 Tres

Charles se frotó el puente de la nariz, agobiado. Los últimos días habían sido un auténtico tormento mental. Además de su rutina de encadenar una reunión tras otra, la dolorosa realidad de sentirse tan próximo y a la vez tan distante de su verdadera familia lo atormentaba.

Y por si fuera poco, no había hallado el momento propicio para emprender la búsqueda de una esposa.

Ansiaba un respiro, algún tipo de distracción. En ese instante, para que sus planes se desarrollaran sin contratiempos, necesitaba una mente lúcida.

Charles tomó el teléfono y convocó a su secretaria.

"¿Me llamaba, señor?"

"Sí", se sirvió un whisky, su eterno y leal compañero. "¿Sabes de algún evento en la ciudad al que pueda asistir? Necesito desconectar".

"No estoy segura..."

"Señorita Kane, usted es competente en su trabajo. En lugar de decirme que no sabe de ninguno, espero que me informe de que se pondrá a investigar".

La sutil severidad en su tono no la inmutó, y esa era precisamente una de las razones por las que la había promovido a secretaria personal. A diferencia de otros empleados, ella nunca perdía la compostura ante su exigente y a veces iracundo liderazgo. Christina Kane asintió con un gesto sutil y respondió: "Me encargaré de averiguarlo".

"Comunícame lo que averigües. Y no quiero interrupciones, así que tómate el resto del día libre".

"Como desee, señor".

Minutos más tarde, ella le informó sobre un evento benéfico que tendría lugar al día siguiente. Charles se desplomó en la alfombra desde su silla y retomó su bebida. Había encontrado su ansiada distracción.

~

El ambiente en la sala era un tedio palpable. Nada estimulante sucedía. Ni siquiera se abordaba el propósito real del encuentro. Todos parecían únicamente interesados en tejer conexiones para regresar a casa con una sonrisa de oreja a oreja tras cerrar un trato provechoso.

Masajeándose las manos grandes y recién hidratadas, Charles reflexionaba que habría sido mucho mejor pasar el día entero encerrado en su habitación, sumido en sus pensamientos y su gratificante trabajo, que asistir a aquel evento.

"Christina", la llamó, dirigiéndose a su secretaria, a quien había decidido llevar consigo como un gesto de consideración, ya que ella estaría a su lado por un buen rato. Como siempre, estaba vestida para impresionar. Si no fuera por su moral y principios, Charles era consciente de que la habría llevado al baño sin pensarlo. Pero incluso si lo hiciera, no le agradaría enfrentar las consecuencias.

Podría terminar despidiéndola o ella podría interpretar su acción como una invitación a iniciar un romance.

"Sí, Charles", respondió ella, quien tenía el permiso de llamarlo por su nombre de pila.

"¿Cuándo termina esto?"

"En dos horas, señor."

"¿Cuánto tiempo llevamos aquí?"

"Diez minutos, señor."

"Um", murmuró él, lanzándole una mirada furtiva a Christina. Ella no le quitaba los ojos de encima, lo que le provocó una sensación de inquietud repentina. Charles no tenía dudas, Christina lo deseaba. A cualquier precio.

Inquieto, apretó su copa de vino, ya casi vacía, y desvió la mirada hacia la entrada. En ese instante, una visión totalmente inesperada lo sorprendió.

Sintiendo cómo su corazón se aceleraba, Charles se acomodó de nuevo, se aclaró la garganta y se hundió las manos en los bolsillos de su pantalón de traje, buscando refugio en su suavidad. En un instante, reunió su ego, su orgullo y su masculinidad en una sola expresión de confianza; no podía permitirse mostrar la debilidad que acababa de sentir.

Volvió la vista hacia Isabella, que avanzaba de la mano con un hombre alto hacia un grupo cercano, y se quedó observando cuánto había cambiado. En realidad, no mucho.

Llevaba un vestido lápiz rojo de manga larga que realzaba su figura a la perfección. A Isabella siempre le había favorecido el rojo. Siempre. Hacía que sus ojos brillaran con intensidad, tan ardientes como la personalidad que poseía. O mejor dicho, como la mujer que él había conocido.

Su cabello, castaño y largo, se ondulaba en capas que danzaban al ritmo de su charla y risas con las personas que la acompañaban.

Charles cerró los ojos, evocando la imagen de ella cerrándolos en un gesto de satisfacción cada vez que él deslizaba sus manos entre sus mechones.

Al abrir los ojos, con la mandíbula tensa, Charles percibió que algo faltaba en la mirada de ella. Sus ojos seguían siendo intensos, pero carecían de la alegría que siempre le arrancaba una sonrisa al verla.

Mientras se preguntaba quién sería el hombre que la acompañaba, Charles se reprendió por atormentarse con recuerdos del pasado. En lugar de eso, podría estar manejando el presente a su antojo. Una sonrisa socarrona se dibujó en su rostro al imaginar las expresiones que se pintarían en la cara de la mujer destinada a ser su esposa.

"¿Christina?"

"¿Sí?" Él extendió su brazo para que Christina enlazara el suyo con él.

"Es hora de que nos integremos entre los invitados." Charles correspondió a la sonrisa que Christina le ofreció al pasar su brazo delgado alrededor del de él. De vez en cuando, aún podía sentir la mirada de Christina posándose sobre él.

Ese era su problema.

En ese instante, su mente estaba ocupada con la mujer de rojo y cómo planeaba reintroducirse en su vida.

Después de seis años.

~~`

Nota del autor

Una disculpa enormísima por no haber actualizado en tanto tiempo. Lo siento muchísimo. Compensaré a todos con una serie de actualizaciones impresionantes. :)

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