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C6 Capítulo 5

Perspectiva de Callie

"Ha salido mejor de lo que esperaba", escucho susurrar a Izzy mientras todos observamos a Adrian abandonar la cocina. Bajo la mirada hacia los niños y los veo retomar su charla sobre uno de sus juguetes. Si tan solo supieran que acaban de llamar 'abuelo' a su propio padre...

Siempre se ha dicho que los niños se parecen más a mí, excepto por el color de pelo y ojos de Adrian. Esa es la razón principal por la que Adrian no ha notado sus parecidos, y también por la que los niños tampoco lo han hecho. Pero tendré que contárselo pronto.

"Chicos, son un encanto. No le hemos visto ni esbozar una sonrisa a ese hombre en más de cinco años". Mi ceño se frunce, desconcertada, y miro de nuevo hacia Izzy. Ella se coloca junto a Theo, mientras mis padres se sientan en la mesa de la cocina y los niños salen disparados de la habitación una vez más.

"¿A qué te refieres?" pregunto, apoyándome en la encimera. Me cruzo de brazos y observo cómo todos se muestran incómodos. ¿Qué diablos habrá hecho que Adrian perdiera su sonrisa? Eso era lo que lo caracterizaba. En el corto tiempo que lo conocí, siempre estaba riendo, sonriendo y era un hombre abierto y amigable.

"No es nuestro lugar contarte eso, Callie. Lo sentimos, pero esa es la historia de Adrian. No la nuestra". Asiento con la cabeza y esbozo una sonrisa.

"No, está bien. Entiendo". Les respondo. La conversación continúa y me preguntan por todo lo que ha sucedido en nuestras vidas. Nos ponemos al día antes de que salga en busca de mis hijos. Al pasar por la puerta trasera, los veo jugando afuera. Sonrío y salgo a llamarlos. Se detienen y se giran hacia mí, acercándose.

"¿S-sí, mamá?" balbucea Trevor mientras tomo sus manos en las mías. Comenzamos a caminar lentamente, maravillados por todo lo que nos rodea.

"¿Te acuerdas de aquel hombre al que llamabas abuelo? Pues resulta que era tu padre", les digo y observo cómo intercambian miradas antes de romper en carcajadas.

"¿En serio, mamá?" pregunta Payton entre risas. Suelto una risita mientras ellos siguen con su algarabía.

"Sí, en serio. ¿Qué impresión te dio?" pregunto mientras nos acomodamos en el césped. Me recuesto sobre mis brazos, mirándolos a los dos. Se encogen de hombros al sentarse frente a mí. Trevor se muerde el labio pensativo y Payton arruga el ceño.

"Es m-muy cascarrabias", dice Payton, y Trevor asiente en acuerdo.

"No siempre fue así. Y la verdad, no sé qué le hizo cambiar", les confieso.

"¿Mami, podemos esperar para decírselo?" Trevor me pide, acercándose más. Juega con la hierba, nervioso, mientras Payton contempla el cielo.

"Se lo diremos cuando ambos estén listos. No te preocupes, cariño", les digo, dándole un beso suave en la cabeza a Trevor. Nos quedamos allí un buen rato, simplemente disfrutando del entorno natural. La vida en la ciudad nos restringe de este verdor. La naturaleza siempre ha sido mi refugio aquí. Cuando necesito reflexionar o simplemente estar sola, nunca me encierro en mi habitación. Siempre prefiero salir y caminar por el bosque. A pesar de saber que puede ser peligroso, me siento más en paz allí.

Los chicos disfrutan de la naturaleza casi tanto como yo. Por eso siempre íbamos al parque cerca de casa. No es que les encante estar al aire libre todo el día, ¿qué niño de hoy en día lo hace? Pero siempre se lo pasan en grande.

"Portaos bien", les digo mientras se alejan con papá. Él ha decidido que quiere llevarlos al lago. Él y mamá siempre han disfrutado mucho de los niños y me siento culpable por haberlos mantenido tan alejados. Siempre me dicen que entienden mi decisión, pero sé que, en el fondo, no es del todo cierto.

La idea de regresar me ha rondado la mente incontables veces, pero aún no consigo deshacerme del pasado. Me acecha y eso me desagrada profundamente. Anhelo poder volver sin tener que revivir constantemente el dolor que dejé atrás.

Observo cómo todos se embarcan antes de que papá arranque el motor y se alejen navegando. Regreso a la casa y asciendo por las escaleras. Con la intención de relajarme en el balcón, tomo mi libro y me dirijo hacia allá. Deslizo la puerta abierta y me acomodo en una de las sillas. Me recliné, coloqué mis gafas de sol y abrí el libro.

"¿Son tuyos?" escucho preguntar a alguien justo cuando estoy a punto de pasar de página. Pego un brinco sorprendida y llevo mi mano al pecho. Alzo la mirada y ahí está Adrián.

"¡No me asustes así! ¡Casi me das un infarto!" exclamo mientras intento tranquilizar mi palpitante corazón. Dejo el libro a un lado y me giro hacia él. Se sienta en otra silla, observándome con una expresión impasible.

"Pero no te di uno. Así que, ¿son tuyos?" insiste, con un tono de voz claramente irritado.

"Sí, son míos", respondo con orgullo.

"¿Y el padre?"

"Nunca estuvo presente. ¿A ti qué más te da?" replico, sintiendo una ligera frustración. Él simplemente me mira y se encoge de hombros. Este Adrián cambiado me provoca ganas de estrangularlo cuando se muestra tan apático. Sé que los chicos aún no quieren que se entere de ellos, así que lo mejor es mantenerme en vaguedades.

"¿Qué tal la vida de casado? Todavía no he visto a Emily por aquí", comento, optando por mantener un tono civilizado y hacerle algunas preguntas. Me giro hacia él al no recibir respuesta. Frunzo el ceño, desconcertada, mientras él me lanza una mirada penetrante. Estoy a punto de hablar, pero él me interrumpe.

"Emily no es asunto tuyo. No te entrometas en mi vida", dice con firmeza, se levanta y se marcha con paso decidido. Lo observo alejarse, sumida en la más absoluta perplejidad. ¿Qué acaba de suceder? Era una pregunta sencilla, no entiendo cómo podría haberle ofendido.

¿Será por eso que no está siendo él mismo?

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