C15 Ofrenda al capital
"¿Kamiya? Está justo ahí..." El tío Gobei respondió despreocupadamente mientras señalaba en mi dirección. Me quedé helado. ¿Por qué no me dejan en paz para atender a los heridos y luego me voy en silencio a casa?
"¡Kamiya! Mi querida niña... ahí estás. Acompáñanos, tenemos muy buenas noticias que darte", sonrió el jefe de la aldea mientras se dirigía a mí con entusiasmo