Créeme/C2 .
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C2 .

Denver

Medellín, Colombia..

Esto de no poder salir a ningún lado solo haber organizado una fiesta sin autorización es una basura, es decir; si no tenía permiso, pero ¿Qué necesidad tenía la vecina para llamar a mis padres y amenazarlos con que iba a llamar a la policía si no controlaban a su hijo? Ninguna, o bueno tal vez si tenía necesidad o derecho, ya que su paredón está casi pegado al nuestro.

Pero la cuestión aquí es que estoy dos jodidos meses sin ir o hacer fiestas era eso o, ir a casa de mi tía para que la ayude a levantar el paredón y no, no es que no quiera ir allí, pero cada vez que la ayudo en algo me “paga” con cupcakes supuestamente de limón, déjenme decirles que justamente no saben a limón. Y no sé si lee esto, pero… tía lo tuyo no es la pastelería.

Más allá de eso, recuerdo aquella vez que por poco me llevan preso por salir con la hija del oficial y sub jefe de la policía, pero no tardó en enterarse fue cuando...

—Recuerdas que mi papá es el oficial de la policía y uno de los más importantes que están en la ciudad ¿no? —recordó Savannah meneando la cintura, mientras estábamos en mi habitación.

—Lo sé, pero las reglas se hicieron para romperse ¿no? —pregunté en el mismo tono, mientras ella me miraba divertida.

—Y más si es contigo —contestó Sav, para luego besarme y acá tendría que decir que sentí mariposas en el estómago y bla, bla, bla ¿no? Pero en vez de sentir eso, escuché como Bryant entró casi tirando la puerta abajo.

—Lo siento Denver, pero abajo está la policía y quiere hablar con el dueño de la casa, o sea contigo —dijo rápidamente, solté de golpe a Savannah logrando que cayera a la cama, ya que estaba sentada sobre mis piernas.

—¡Denver! —chilló enojada, pero en este momento no me importaba ella, me estaba por meter en un gran lio.

Bajé rápidamente las escaleras junto a Bryant, para encontrarme no con uno, sino con varios oficiales dentro de la casa.

Mierda.

—¿Tú eres Denver? —preguntó el oficial Malik, quien debe medir un poco más que yo, y obviamente es más corpulento ah, me olvidaba es el padre de Savannah.

—El mismo —respondí intentando no estar nervioso ¿Quién querría conocer a su suegro en medio de una fiesta que ya tendría que haber terminado hace 4 horas? Nadie y yo menos.

—¿Dónde están tus padres? —preguntó mientras sus compañeros le pidieron a los chicos y chicas que se retiraran del lugar, sin saber que su hija estaba arriba, esperaba que no se le diera por bajar, pero a veces le exigía mucho.

—Están de viajes por negocios —respondí, en ese momento estaba tranquilo, Bryant seguía a mi lado porque se quedaría a dormir, pero Malik no estaba seguro de que en la casa no quedara nadie más, ahí fue cuando mandó a su compañera Bieber, arriba para descartar que en verdad no había nadie.

Otra vez mierda, esperaba que se hubiera metido debajo de la cama o en el armario.

—Suélteme —le decía Savannah a la señorita Bieber, mientras bajaban las escaleras.

La cara de su padre, es algo que no olvidaré jamás, era una expresión entre sorprendido y que quería matarme. ¿Lo haría?

—Papá te juro que te puedo explicar —contestó acercándose a él, mientras lloraba ¿De verdad? No lo creo.

—Hablaremos en casa —le dijo en un tono serio —Espérame en el auto —le ordenó, pero no le hizo caso.

—¿Qué hacemos con el chico? —preguntó otro policía refiriéndose a mí.

—Quedas detenido, por ruidos molestos —me dijo el sub jefe Malik mientras me daba la vuelta y me colocaba las esposas dentro de mi casa.

—¿Qué? No, no puede llevarme preso por eso —le discutí, pero sin importarle me llevó hasta la patrulla.

—¡Papá! ¡no hagas esto! —gritó Savannah mientras era sostenida del brazo otra vez por Bieber.

—Todo lo que digas será usado en tu contra —me dijo su compañero mirándome muy mal e ignorando los gritos de Savannah.

—¡Es mejor que suelte a mi hijo! —le gritó mi padre una vez que se bajaba del auto.

¡Me salvó! La verdad nunca nos dimos cuenta de que había un auto de más estacionado.

En ese momento pensé que todo terminaría en un caos, por suerte no termino tan mal, podría haber sido peor.

¿Me soltaron? Sí, pero mis padres me castigaron tres semanas sin salir y sin ir a ver o participar en automovilismo.

Pero como tengo el poder de convencimiento, había logrado solo una semana de castigo en vez de tres. Eso sí, les había prometido que no haría más fiestas en casa, “había” eso no lo podía cumplir ¿Qué harían sin las descontroladas fiestas de Denver Dallas? Se ahogarían en una vida de aburrimiento, bueno tal vez exageré un poco, solo un poco.

Maldita sea.

Como me sacaron casi todo, menos el celular, lo demás lo tengo prohibido hacer durante dos meses, lo peor es que tenía una carrera muy importante dentro de dos días, pero por este estúpido castigo no podré asistir.

mientras estaba terminando de afinar la guitarra, escucho como Jordán me llama por tercera vez en el día, me faltó decir que tengo un hermano dos años menor que yo, pero es insoportable cuando se lo propone.

¿No puede dejarme en paz un segundo?

—¡Denver! —Dejo la guitarra sobre cama y agrega—; ¡Tu novia está aquí!

Ruedo los ojos antes de dirigirme hacia la puerta, sin siquiera avisar que bajaba.

Le tengo dicho a ella que tiene prohibido venir aquí, pero no, la señorita parece no entender cando le hablo. ¿Es difícil hacerle entender que ya no quiero verla más?

Me acomodo la camisa antes de bajar por las escaleras, y lo primero que veo es a Brooklynn, sentada muy cómoda en el sofá sacándose una selfie.

—¿Qué haces aquí? —pregunto de pie frente a ella, sin siquiera saludarla.

Termina de sacar su selfie antes de girar con lentitud hacia mí y verme con esa sonrisa “seductora” que en realidad no me genera absolutamente nada.

—Me parece que alguien está de mal humor —murmura Jordán burlonamente, mientras ve algo en su celular, apoyado en sofá que está a un lado de mí.

—No jodas, amigo —le digo antes de que levante las manos modo de “paz”. Y se dirija a la cocina murmurando algo sobre cómo es soportar a mí y a mi maldito culo amargado.

Esta vez lo dejo pasar, no tengo ganas de discutir con él, al menos no hoy.

—¿Qué haces aquí? —Le vuelvo a preguntar a Brooklynn quién sigue sin responderme.

Me sonríe, sin embargo, yo mantengo un rostro inexpresivo.

—¿Por qué me tratas así? —pregunta cruzándose de brazos, generando que sus pechos sobresalgan un poco de la remera ajustada que lleva puesta apropósito.

—Te he dicho muchas que no tienes por qué venir aquí —ignoro su pregunta sentándome en el sofá de enfrente.

—¿Porqué? —pregunta levantándose de donde estaba para luego sentarse en mis piernas y agrega —; Estás muy tenso, podemos arreglarlo fácil ¿No crees? —sus manos se adentran en mi camisa, y recorren mi pecho desnudo, mientras muerde el lóbulo de mi oreja.

—No Brooklynn. —murmuro tratando de quitarla de encima de mí, pero el intento es inútil.

—¿No qué? —inquiere sensual mordiéndome el mentón, para después ordenar—; Vamos a tu habitación.

Cometo el error de hacerle caso, o tal vez sin pensarlo demasiado la tomo de los muslos y enredo sus piernas en mi cintura, para luego subir juntos a la habitación

Me levanto de la cama y me dirijo al cuarto de baño que está en mi habitación.

Necesito una ducha después del polvo con Emma.

Abro el grifo del agua fría y siento mi piel erizarse en protesta. Cierro los ojos dejando que mi cabello se empape y tratando de no pensar en nada que arruine aquel momento de paz.

Su rostro aparece cuando menos lo espero.

Tengo que abrir los ojos para volver al presente y darme cuenta que solo fue un recuerdo.

Un patético y estúpido recuerdo.

Su risa llega a mis oídos, y casi puedo jurar que se encuentra en la misma habitación que yo. Pero sé que no es así.

Tomó el shampoo y comienzo tallar mi cabello, intentando dejar de lado lo que acaba de suceder.

No puedo.

Antiguos recuerdos llegan. Tengo que sostenerme de la pared para evitar perder el equilibrio.

—¡Maldición! —grito rogando que Brooklyn no me escuche.

Tallo mi cuerpo con fuerza. Sacando toda la rabia que siento hacia mí.

Me enjuago y salgo envuelto en una toalla.

Brooklyn está en la cama tiene los ojos cerrados, pero estoy casi seguro de que solo finge dormir para quedarse un poco más de tiempo aquí.

Localizo toda su ropa esparcida por el suelo, la junto en un pequeño montón antes de lanzarla hacia su dirección.

—Tienes que irte —le ordeno con sequedad.

Ella suspira, sabiendo que su mentira no funcionó, se sienta en la cama antes de comenzar a vestirse.

—No sé por qué sigo viniendo aquí, siempre eres un maldito idiota conmigo —murmura como despedida y sale de la habitación.

No digo nada, solo dejo que se marche antes de lanzarme otra vez a la cama.

Nuevos recuerdos de ella llegan.

Soy un imbécil.

Un maldito imbécil egoísta.

¿Por qué no la acompañe a esa estúpida fiesta? Si lo hubiera ella quizá ahora estaría conmigo, pero no es así. Ella me dejó y sé que esta vez es para siempre.

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