DESTINADA A ÉL/C2 CAPÍTULO 2
+ Add to Library
DESTINADA A ÉL/C2 CAPÍTULO 2
+ Add to Library

C2 CAPÍTULO 2

Habíamos aterrizado hace algunas horas.

Vinieron a recogernos dos hombres grandes que me resultaron intimidantes, no por sus tamaños, si no, por las grandes cicatrices que poseen en sus rostros, me podía imaginar un poco la razón de ellas. Con Gabriel no hablamos mucho después de aquella confesión, y tampoco es como si quiera hacerlo, aunque...

— ¿Qué país es este?

—Canadá —respondió sin mirarme.

—No se hablar inglés —mentí, con lo primero que se me vino a la mente.

—Sabes tres idioma aparte del español Emma —me miró, y un gruñido salió de él, era como un perro rabioso—. Deja de mentir, odio las mentiras.

—Y yo odio todo esto, que me hayas alejado de mi país, de mi familia, de mi padre —susurré lo último, sintiendo una opresión en mi pecho.

—Te acostumbraras —indicó frio.

—Ahora que te hice para que me trates de esta forma.

—Te trato como trato a todo el mundo.

Se supone que soy su Luna, ¿No?

—Ok.

Me concentre en mirar por la ventana, y me sorprendió que todo fuera vegetación — ¿a dónde íbamos?— ya habíamos pasado la ciudad, y nos estábamos adentramos a lo que sería el bosque.

¿Acaso vivía en una madriguera? ¿Podría yo vivir en ella?

El resto del viaje me la pasé pensado en como mí vida había cambiado de un momento a otro. Estaría en un lugar donde no conozco a nadie y me generaba cierta ansiedad. Siempre fui poco sociable, mi grupo de amigos se limitaban a dos personas. Nunca los chicos de mi escuela se me acercaban, jamás tuve un novio, llegue al punto donde pensaba que era fea, que tenía algo distinto a las demás chicas el cual a nadie le agradaba, pero soy linda, hermosa, bueno eso siempre me decían mis amigos y familia.

—Llegamos Alpha— Anunció uno de esos grandulones.

Veo como pasamos dos grandes portones de ocho metros de largo —creo yo— custodiados por tres hombres iguales de grandes que los dos hombres que se encuentran con nosotros, pero estos si son guapos...—demasiados guapos—. Escuché un gruñido un tanto aterrador por parte de Gabriel, así que volteé a verlo.

— ¿Qué? —pregunté, al ver cómo me fulminaba con la mirada.

—Nada —respondió entre dientes. Resoplé cansada de esta situación y dirigí mi vista de nuevo a la ventana.

Me sorprendí al ver grandes casas, centros comerciales, almacenes y heladerías. Esto es una especie de pueblo moderno, todo es hermoso. Parejas caminando y profesando su amor, niños jugando, embarazadas, me encanta todo.

—Te gusta — preguntó Gabriel, pero fue más una afirmación que una pregunta.

Asentí embelesada, demasiado hermoso.

—Es muy hermoso —volteé a mirarlo, percatándome de un brillo que hacia resaltar aún más sus ojos.

—Mañana podrás conocer la manada —estaba por sonreír, pero de nuevo la reprimió apretando sus labios—. Yo seré tu guía.

Asentí, dirigiendo de nuevo mi mirada a la ventana para así deleitarme con todo lo hermoso que este pueblo poseía, por fin algo bueno de todo esto. Continuamos por varios minutos hasta que el auto se detuvo frente una gran mansión de tres niveles.

— ¿Tu casa? —pregunté mirándolo.

—Nuestra Emma —agarró mi mano para darle un apretón. Salió del auto junto conmigo. Nuestras manos aun unidas—. Todo lo que tengo es tuyo, ¿te gusta?

—Es muy grande. Me gusta —sonreí, soltando sutilmente su mano de la mía—. Pero eso no quiere decir que quiera estar aquí Gabriel, en la primera oportunidad me devuelvo a España.

Su mirada y sus ojos cambiaron radicalmente. Ahora estaba furioso, muy furioso, y sus ojos tenían dos colores. Ambos tenían el control.

—Tu lugar está aquí conmigo Emma, y no volverás jamás a tu país —me ericé al escucharlo. Su voz fue demandante, autoritaria y dura—. No me hagas tomar medidas extremas.

— ¡Tu no me mandas! —grité lo más fuerte que pude.

—Oh cariño, tu eres mía, toda mía, por ello puedo mandar sobre ti —respondió arrogante—. Y ahora exijo respeto, además de ser tu pareja, ¡soy tu Alpha! —su voz salió distorsionada y espeluznante, causándome mucho temor. Se percató de ello, arrepintiéndose al instante, sus ojos volvieron a la normalidad, grises—. Emma.

Intentó acercarse pero no lo permití.

—No —Dije firme, aunque por dentro estaba muerta del miedo—. No te acerques.

—Lo siento —tiró de su cabello mientras susurraba un par de insultos—. Nosotros nunca te haríamos daño, no tienes por qué temer. Pero tienes que acostumbrarte esa es mi voz de Alpha y la uso muy seguido.

—Estoy muy cansada —susurré. No quería discutir, gastaba mucha energía en ello, y era lo que menos tenia.

—Ven, te llevare a nuestra habitación —me extendió su mano.

—Mi habitación, porque no dormiré contigo —pasé de largo dejándolo atrás.

Cuando llegué a la puerta no hubo necesidad de tocar, esta fue abierta de inmediato por una señora que no pasaría los cuarenta.

—Luna —hizo una especie de reverencia, lo que me dejo confundida—. No sabe cuánto deseamos para que llegara este día.

—Solo Emma por favor —pedí cortésmente, ella asintió con una sonrisa en sus labios—. Necesito saber dónde se encuentra mi habitación, me harías el favor de llevarme a ella.

—Claro que sí Luna —rodeé los ojos al escucharla. Antes de caminar giré a ver a Gabriel pero este no se encontraba.

—Se fue — volteé a verla—. El beta lo necesitaba para infórmale algunos problemas que sucedieron en su ausencia. Sígame Luna.

—Solo Emma —suspiré—. ¿Cómo te llamas?

—Gloria Lu.. Emma —Sonreí, por fin.

Caminamos un par de minutos en silencio hasta que gloria volvió hablar.

— ¿Cómo se siente? La noto triste.

—Lo estoy —confesé—. No quería venir aquí, no quiero estar aquí.

—Se acostumbrara, el nino Gabriel es un buen hombre —se detuvo e hice lo mismo—. No sabes lo emocionado que se encontraba cuando llego el día de ir por ti, por nuestra luna. Estuvo anhelando ese momento por años Emma

—Pues yo no estoy emocionada, me alejo de mi padre. No lo perdonare nunca.

—En un tiempo muy cercano estarás tan enamorada de mi nino, que solo vivirás por el —afirmó con tanta convicción que hasta le creí por un momento.

— ¿Por qué lo dice? ¿Por qué estás tan segura? —indagué, la curiosidad llenándome—. Nunca me enamorare de él.

—Tengo visiones —su mano tomó la mía—. Puedo ver el futuro Emma, y te veo a ti con Gabriel siendo felices.

—Me temo a que tus visiones están fallando, porque es imposible —aparté tenuemente su mano de la mía—. ¿Ya casi llegamos?

Gloria me sonrió por última vez y continuó caminando. Llegamos al tercer nivel, donde solo se encontraban cuatro habitaciones.

—Aquí es —señaló, mientras abría la puerta—. Más tarde te traeré la cena—asentí entrando, cuando vi que se marchó, cerré rápidamente.

Un jadeo broto de mis labios mientras observaba mi alrededor, la habitación era completamente grande.

Las paredes blancas con un tono gris claro, la hacían ver muy elegante y un lugar sereno, había una gran cama situada en el medio con sabanas negras, una chimenea eléctrica al frente, junto con un par de muebles a sus lados, un balcón, dos puertas más, una del baño y el armario...suponía.

Caminé directamente a la cama para poder descansar. Cuándo mi cuerpo entró en contacto con la fina sabana, mis músculos se relajaron. Podría estar todo el día en ella.

"En un tiempo muy cercano estarás tan enamorada de mi nino, que solo vivirás por el"

Esas palabras se repiten una y otra vez. No podría llegarme a enamorar de Gabriel, esa señora debía de estar loca porque no ocurriría.

¿Cómo me enamoraría del enemigo? No sería capaz... ¿cierto?

Debía dejar de pensar en ello, me hacía mal y lo único que me provoca era miedo. Nunca me había enamorado, no conocía tal sentimiento y me aterraba en sobremanera pensar que en un futuro podría estarlo de él. Además, no era feo, era todo lo contrario, cualquiera desearía tenerlo a su lado. Pero yo no era cualquiera, ¿cierto?

Bufé cansada por aquellos pensamientos que me quitaban el sueño que empezaba a surgir, tras esa extrema comodidad que sentía al estar acostada en su cama. No me debería inquietar, nada ganaba con eso, tenía que empezar a planear la forma para salir y escaparme. Podría hacerles creer que me estoy adaptando, y cuando bajen la guardia me iría, pero no a mi país, sería el primer lugar donde correría a buscarme.

Escuché el sonido de la puerta ser abierta y rápidamente cerré mis ojos fingiendo estar dormida.

—Sé que no estas dormida Emma —Gabriel—. Yo mismo vine a traerte la comida, quiero asegurarme de que comas.

—Aunque no quiera estar aquí, no significa que no comeré— abrí mis ojos y me incorporé— ¿Qué culpa tiene la comida? Ninguna.

—Me calma escucharte decir eso —se acercó, y dejo la comida aun lado de mí. Se veía deliciosa, tan deliciosa que mi estómago lo confirmo con un rugido— sí que tienes hambre.

Sentí todo mi rostro rojo de la vergüenza.

—Cállate —murmuré.

Empecé a comer con la atenta mirada de Gabriel sobre mí. Me causaba un poco de nervios su mirada, sentía que era capaz de todo con ella, hasta de leer mis pensamientos por lo profunda que era.

—No me mires así —dije, cuando termine de comer.

— ¿Cómo?

—Tú...Tú sabes —titubee, esquivando su mirada—. Nunca antes me han mirado de tal forma, no sé qué clase de mirada es esa.

—Yo sé qué clase de mirada es Emma.

— ¿Cuál?

—Es la mirada de una persona enamorada, perdidamente enamorada.

Arrugué mi entrecejo viéndolo confundido. Estaba loco.

— ¿Cómo te puedes enamorar de mí? Nunca habíamos hablado hasta ahora.

—Es cosa de lobos, más adelante lo entenderás. Debemos descansar, mañana será un día muy largo —informó, recogiendo los platos y poniéndolos en una mesa que se encontraba en una esquina.

—Está bien, ahora vete de mí habitación —volteó a mirarme—. Por favor.

—Nuestra —caminó lentamente hacia mí, parecía apunto de atacar. ¿Acaso yo era una presa? —. Es nuestra habitación, dormiremos juntos.

—No, me darás mi espacio —ordené—. Nunca he dormido con un hombre Gabriel, y ahora no será la primera vez. No estoy lista y menos lo estaré si se trata de ti.

—Lo sé —afirmó un tanto altanero—. Sé que nunca has dormido con un hombre, que nunca has tenido novio, y que tus labios y cuerpo, aún son virgen.

Lo miraba sorprendida mientras las palabras salían de su boca, ¿Cómo?

— ¿Qué? ¿P-Por qué sabes todo eso? —chillé histérica, respire profundo guardando la calma, nada ganaba con perder los estribos—. ¿Sabes algo? te equivocas, no soy virgen.

—Aun lo eres, puedo olfatear tu aroma a virgen— intenté formular alguna palabra pero no me salía nada—. ¿Sabes por qué nadie se te acercaba? ¿Por qué nunca tuviste un novio? ¿Un pretendiente?

Me tomo unos segundo para darme cuenta, que dé tras de todo ello estaba él, siempre estuvo él. Por su culpa llore pensando que nunca conocería que era el amor, sentir que eras importante para una persona que no fuera tu familia, saber que era tener un novio o sentir el sufrimiento de tu primer amor.

—Estúpido —reaccione tirándole el primer cojín que encontré—. ¿Por qué lo hiciste?

—Eres mi mate —sus ojos. Owen y el tienen el control—. Tus primeras veces serán con nosotros, te enseñaremos todo Emma.

—Eso es egoísta, entonces tú también eres virgen.

—Tengo 150 años —revelo.

— ¿Y?, no importa cuántos años tengas —reproché, era muy egoísta—. Eres como todos los hombres, no pueden controlar lo que tienen porque lo andan metiendo en cualquier hueco que encuentran.

— ¿Acaso estas celosa? —inquirió alzando una ceja.

— ¿Por qué lo estaría?, entiende, no me importa lo que hagas con tu vida.

—Pero a mí sí me importa lo que tú hagas con la tuya. Tú eres mía Emma, así como yo también soy tuyo —su mirada cambio de repente, era muy... ¿Tierna? ¿Amorosa?—. Te he esperado por 150 años, y lo seguiré haciendo hasta que estés lista.

— ¿Cómo? ¿Aun eres virgen?

—Quiero ser el primer y último hombre en tu vida —sus manos viajaron hacia mis mejillas acariciándolas. Mis latidos aumentaron y temí por mi corazón—. Así como también quiero que seas la primera y última mujer en mi vida Emm.

Es lo más tierno que un hombre me han dicho por dios.

"Emm"

Que hermoso se escucha.

—No te quiero —susurré, sintiendo una opresión en mi pecho al decirlo—. No lo hago.

Sus labios se acercaron peligrosamente a los míos. Nuestras respiraciones se mezclaron, y todo mi interior vibró.

¿Qué es todo lo que estoy sintiendo?

—Voy a dar todo de mí para que me ames.

Sus ojos, esos grises que habían cambiado a dos colores, hacían que mi habla se perdiera, no podía pensar con claridad.

Su mirada viajo a mis labios, y por un momento pensé que me besaría. Cerré mis ojos por instinto, esperando aquel encuentro que nunca llego. Los abrí un poco consternada, viendo como Gabriel se alejaba poco a poco.

—No te besare Emm, aun no. Dejare que lo desees tanto, para que seas tú que tome la iniciativa, entonces, solo entonces te besare —se acercó y dejo un beso largo en mi frente—. Buenas noches.

Fue lo último que dijo para salir de la habitación y dejarme con la cabeza hecha un lío.

Report
Share
Comments
|
Setting
Background
Font
18
Nunito
Merriweather
Libre Baskerville
Gentium Book Basic
Roboto
Rubik
Nunito
Page with
1000
Line-Height