DESTINADA A ÉL/C3 CAPÍTULO 3
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C3 CAPÍTULO 3

Anoche cuando Gabriel se fue, miles de pensamientos me saturaron, mandándome a pasar por diferentes cambios de humor en menos de dos minutos. Fue un record total.

No podía dejar que me afectara de esa forma.

Hace más de media hora que estaba despierta, las ganas de querer levantarme eran igual a cero. No quería salir de la habitación y que la realidad terminara golpeándome en la cara más de lo que hizo al levantarme esta mañana, en una cama que no era la mía, que a pesar de ser muy cómoda preferiría mil veces mi antiguo lecho, mi antigua habitación.

—Mi antigua vida —susurré con lágrimas en mis ojos, pero me negaba a soltar siquiera una, me prometí ser fuerte, y lo iba a cumplir.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por un pequeño toque en la puerta.

—Luna —es Gloria.

Cuando entenderá que mi nombre es Emma, no Luna

—El nino Gabriel la espera para desayunar —No dije nada, simplemente me quede en silencio—. El desayuno estará en quince minutos.

Esperé unos minutos más acostada hasta que mi barriga rugió por comida. Me levante hacer mis necesidades y a bañarme. El baño era completamente grande y lujoso, demasiado para mi gusto.

Cuando terminé de ducharme fui a lo que supuse era el armario, y un jadeo salió de mis labios. Era el armario de los sueños de cualquier mujer. Voltee en mi lugar viendo todo detalladamente. Una mitad era de ropa femenina y la otra masculina, yo no traje mucha ropa, así que todo era nuevo.

Me vestí con algo sencillo, una blusa blanca básica debajo de un suéter color gris, un jean negro y unas zapatillas blancas. Hacía mucho frío y quería estar lo mejor abrigada posible. Me hice una cola alta y lista, no me maquille, por lo general no lo hacía, solo rellenaba mis cejas, me aplicaba pestañina y un labial, ese siempre era todo el maquillaje que hacía.

Salí de la habitación sin saber a dónde dirigirme, no sabía cómo llegar al comedor...ni a ningún lugar de esta mansión.

Empecé a buscar las escaleras, encontrándome a Gloria en el camino.

—Me alegro que estés por aquí, me temo a que iba a estar a punto de perderme —Una sonrisa apareció en su rostro mientras me miraba con... ¿Cariño?

—Tranquila Luna, siempre sucede. Más adelante te acostumbraras.

—Por favor dime Emma, mi nombre no es "Luna". Me guías al comedor, tengo mucha hambre.

Asiente empezando a caminar. Ninguna dijo nada, yo solo me limitaba a observar a mí alrededor y tratar de recordar el camino.

—Llegamos, este es el comedor Emma. El nino Gabriel vendrá en unos minutos, sucedió algo de último minuto que requería su presencia.

¿Habrá pasado algo malo?

—Está bien, no importa —Dije, mientras miraba a mí alrededor—. Mejor para mí.

—Ambas sabemos que no Emma.

—No sé de qué hablas gloria —camine hacia el comedor y me senté.

Ya me estaba incomodando, ¿Por qué no se da cuenta que no lo quiero y no lo querré?

—Mientras más cerca permanezcan, el lazo que los une más se fortalecerá, sus sentimientos serán más intensos, a tal punto que sentirán todas las emociones de su pareja — explicó, cuando vio que no diría nada se marchó.

¿Lazo? ¿Emociones de su pareja? Es casi lo mismo que me dijo Gabriel. ¿Qué quisieron decir con todo eso?

—Buenos días —escuché una voz ronca detrás de mí, me sobresalté al instante—. Lo siento mucho, no fue mi intención asustarte.

Voltee a mirarlo, resultando imposible que no le diera un análisis completo a su vestimenta. Llevaba unos pantalones azul oscuro que se ajustan a sus largas y perfectas piernas haciendo notar lo marcadas que estas estaban, zapatos negros y un suéter cuello alto blanco que lo hacía lucir más lindo de lo que era, —¿Enserio había dicho eso?—cuando nuestras miradas conectaron, fui atrapada por esos dos pares grises que me llevaron a una especie de transe, en donde el tiempo se detenía y solo éramos nosotros dos. Su mirada expresaba tantas cosas, tantas emociones, tanto amor.

—No importa —respondí con algo de dificultad. Recién me recomponía de aquel transe.

El asintió sentándose a mi lado. Su mano rozó la mía, haciéndome estremecer de pie a cabeza, sentí como ese simple rose, me transmitió corriente. Viéndolo de reojo vi que no fui la única afectada.

Varias chicas entraron y empezaron a servirnos sin llegar a tener contacto visual con nosotros.

¿Por qué no lo hacían? ¿Acaso era malo?

Al terminar salieron rápidamente dejándome de nuevo sola con Gabriel. Me lleve un bocado a mi boca y joder, estaba verdaderamente riquísimo. Continúe, sin llegar a importarme la intensidad de la mirada de el sobre mí.

Algo mío es que amo la comida, no importa si estoy triste, enferma, siempre como sin importar la situación en que me encuentre.

—Es bueno saberlo —Dice de repente.

Arrugue mi entrecejo.

— ¿Qué? —pregunté confundida.

Me miró, y al parecer recién se dio cuenta de que había hablado en voz alta. Parece estar hablando con Owen, su ceño se arrugó y su mirada luce perdida. Suspiró y siguió comiendo.

No dirá nada y tampoco volveré a preguntar.

—Debo irme —anunció después de varios minutos de silencio.

Terminé de comer mi último bocado tomándome mi tiempo para saborearlo.

—No tienes por qué decirme —lo miré—. No me interesa, a menos que digas que vas a llevarme de nuevo junto con mi padre.

—Te llevaré —abrí mis ojos sorprendida por lo que acaba de escuchar, sonreí, podría ir hasta él y abrazarlo justo en este momento—. En un par de años cuando te adaptes a tu nuevo hogar.

Lo mire furiosa mientras me levantaba del asiento.

—Nunca me adaptare. ¿Cuándo lo entenderás? —respondí cansada.

—Me voy por varios días —me va a dejar sola—. Algunas manadas tienen problemas y tengo que intervenir.

También se levanta y se acerca hasta mí. Tengo que subir un poco mi rostro para poder mirarlo.

—Me traes a un lugar que no conozco a nadie, para dejarme sola —afirmé sin ninguna pisca de gracia.

—Quiero que vengas conmigo Emma —sus ojos, esos hermosos ojos me miraron fijamente. Nunca me cansaría de verlos, son tan hermosos.

—No iré contigo a ningún lado —esquivé su mirada y continúe—. Por mí te puedes quedar a donde sea que vayas y nunca volver, me harías un gran favor.

Iba hablar pero fue interrumpido por una chillona voz. Me aparté, y volteé a mirar a la persona de esa voz tan desagradable.

—Ya tengo todo el equipaje listo Gabo.

Una escultural morena entró por esa puerta, y por primera vez me cuestioné si tenía buen cuerpo o no, comparado con el de ella, no tenía absolutamente nada. El ser delgada y con pocos atributos, no ayudaba.

Debía de ser operada, si eso debía ser. Pero... ¿Ella dijo equipaje? ¿Se iría con ella? ¿Por qué de solo pensarlo me enoja? ¿Y por qué de repente quiero ir con él?

—Salimos en una hora —anunció, ella llego hasta donde Gabriel y le beso muy cerca de los labios.

Sentí como se contraía algo en mi interior, y no saber el por qué me enojo aún más.

—Qué bueno bebe, ya era hora que me llevaras contigo a tus viajes. Pasaremos más tiempo juntos y eso es lo que necesitamos —Paso sus manos por sus brazos. Por dios, cualquiera sabría que esta chica está loca por Gabriel—.Ya me veo en un tiempo muy cercano siendo tu Luna.

¿Qué?, ¿acaso no era yo su Luna?

—Kim, te presento a Emma.

La susodicha recién notaba mi presencia. Una mirada de asco fue lo único que recibí por parte de ella.

¿Por qué solo me presento como Emma y no como su Luna?

Ahora si soy Emma.

—Mucho gusto Emma y Luna de esta manada —Cuando repare en lo que había dicho, quise que la tierra me tragara. No pensé antes de hablar, actué por instinto y ahora tenía que aceptar las claras consecuencias que esto conllevaba con Gabriel.

— ¿Luna? —preguntó con asombro y un notable enfado kim.

Gabriel asintió mientras oprimía una sonrisa. Me debí ver como toda una chica celosa.

Qué horror.

—Si kim, ella es tu Luna —afirmó.

—Pensé que aún no la encontrabas —le reprochó—. Pensé que yo sería tu Luna, la Luna de esta manada, no alguien como ella —me miro como si fuera lo más asqueroso de este mundo— mereces una mujer como yo, no alguien insignificante y que no vale nada, ella no te podrá dar lo que yo sí puedo. Deja que esta estúpida niña se vaya a jugar con las muñecas.

—Bien lo dijiste, pensaste —su voz había cambiado a la misma de ayer, distorsionada, fuerte y fría—. Nunca te di esperanzas, si te hiciste una novela en tu cabeza no es mi problema.

Sus ojos cambian, ahora ambos tienen el control.

—Escúchame —Un rugido fuerte y alto salió de él, no me extrañaría que se haya escuchado por toda la mansión. En este punto ya estoy muerta del miedo, pero sé que no me lastimaran, no ellos dos—. Esa fue la primera y última vez que le hablaste de esa forma a tu Luna, porque no habrá próxima vez. Yo Gabriel Borkan descendiente de los primeros licántropos, Alpha de Moons Blu's, rey de todos, te destierro y quito tu parte lobuna, por altanería e irrespeto a tu superiores.

El color de sus ojos se volvieron intensos, demasiados.

Kim cayó al suelo retorciéndose del dolor, mientras caían lágrimas de sangre de sus ojos. Sentí pena por ella, a simple vista se veía terrible, Jamás me gusto ver a una persona sufrir.

Di un paso hacia delante dispuesta ayudarla, pero los fuertes brazos de Gabriel me trajeron hacia su duro y fuerte pecho.

—No llores Emm no soporto cuando lo haces.

Llevé mis manos a mi rostro, notando como caían las lágrimas. Ni siquiera me di cuenta en el momento en que había empezado a llorar por ella.

—Haz que pare de sufrir —ordené desesperada, Gabriel negó y me alejo de esa escena—. Por favor.

—Emm ella te trato mal, nadie puede hacer algo así y vivir para contarlo —sus manos viajaron a mis mejillas quitando cualquier rastro de lágrimas en ellas—. La pena para ello es la muerte y no lo hice. No me pidas más cariño, fui generoso con ella.

—Quitaste su parte lobuna. ¿Qué sucederá con ella ahora? —pegunté.

—Que te quiten tu parte lobuna, tu lobo, es lo peor que nos puede pasar, es como si te arrancaran la mitad de tu corazón, de tu esencia, te acostumbras tanto a tu lobo que en algunos casos mueren y es peor si aún no has encontrado a tu pareja eterna.

Lo miré sorprendida, sintiéndome culpable al instante.

—Dios mío, es mi culpa Gabriel. Admito que no me dio una buena impresión pero no era necesario todo eso.

—Claro que si —me regaña—. Ahora me vas a explicar que fue todo eso cuando te presentaste, ¿acaso estabas celosa?

—No sé de qué hablas —me alejé dándole la espalda—. Solo pensé que me presentarías como tu Luna, y debido a que no lo hiciste lo hice por ti.

Sentía como poco a poco Gabriel se acercaba, hasta que su pecho toco mi espalda y su aliento golpeo en mi cuello erizando esta parte. Los nervios empezaron a crecer en mí.

— ¿Entonces admites que eres mi Luna?— preguntó en un susurro.

Me sentía completamente hechizada por su aroma y presencia. No tenía autocontrol en esos momentos, haciéndome responder sin siquiera pensar en lo que diría.

—Si —hable, tan bajo como me fue posible. Pero sabía que había escuchado, era un hombre lobo.

Sus manos viajaron a cada lado de mis caderas, volteándome lentamente. Tenía una gran sonrisa en su rostro y quería morir por tal vista tan maravillosa que me estaba otorgando.

Gabriel sonriendo se debería considerar la octava maravilla del mundo.

Su sonrisa era única, hermosa y perfecta. Había observado que no sonreía, y que lo hiciera ahora, hacía de mi cuerpo un mar de sensaciones que amenazaban con explotar en mi interior.

— ¿Qué estabas celosa? —susurró muy cerca de mis labios. Por un momento sentí resecos estos, los moje lento, haciendo que toda su atención se dirigiera a ellos—. ¿Qué te dije sobre ese gesto Emm? No soy de piedra.

Una de sus manos viajó a mis caderas mientras la otra se situó en mi cuello.

—No te besare Emm, no hasta que tú lo desees tanto como yo.

¿Qué si lo deseo? claro que lo hago en estos momentos.

—Lo hago, quiero que me beses Gabr..—no termine de decirlo, cuando sus labios chocaron contra los míos.

Nunca en mi vida había besado a alguien, ¿Cómo debía de hacerlo ahora?

—Solo déjate llevar —susurró sobre mis labios y lo hice, me deje llevar por el momento y las miles de sensaciones que estaba sintiendo.

Gabriel empezó a marcar un ritmo lento y suave. Moví mis labios poco a poco, mientras él se abría paso para adentrar su húmeda lengua en mí. Cuando estas se encontraron, Miles de corrientes eléctricas me recorrieron. Todo era y se sentía tan intenso con él.

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