DESTINADA A ÉL/C4 CAPÍTULO 4
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C4 CAPÍTULO 4

Perdí la noción del tiempo y cualquier uso de razón cuando me deje llevar por los provocativos labios de Gabriel, se sentía como si miles de cohetes hubieran sido explotados en mi interior y estuviera flotando en las nubes, algo de ensueño.

Fuimos mermando el ritmo hasta separarnos. Nuestras respiraciones eran agitadas, y nuestros pechos subían y bajaban una y otra vez, sus labios estaban hinchados, así que me imagine que los míos también estarían igual.

—No sabes cuánto deseamos y esperamos por este momento Emm.

Su aliento golpeó en mis labios haciéndome cosquillas. Sus ojos estaban de dos colores, lo que me decía que no solo Gabriel me estuvo besando, Owen también estuvo presente en cada toque y roce de nuestras lenguas.

—Una oportunidad —Sus manos acariciaron mis mejillas mientras descendían con suavidad hasta mis caderas.

— ¿Qué? —Pregunté, un poco atónita por el beso.

—Queremos que nos des una oportunidad —afirmó, mientras un brillo intenso se hacía presente en sus ojos—. Nuestro destino es estar juntos, la Diosa Luna así lo decidió, pero pretendo que me ames no solo por lo que está escrito, sino por mis virtudes, defectos, por lo que soy —susurró lo último.

Él era todo lo contrario a como lo había imaginado, y lo detestaba por ello, o eso quería creer. Hacia todo más complicado. Él era el enemigo, me había alejado de mi padre, y aun así me hacía sentir cosas nuevas que eran desconocidas para mí, mi corazón latía tan rápido, que sabía que podía escucharlo.

¿Una oportunidad?, debía de estar loca si se la daba.

Un silencio nos embargó. Ambos nos encontrábamos sumergidos en nuestros pensamientos mientras nuestras miradas se mantenían fijas en el otro.

¿Qué debería decirle?

Una parte de mi me gritaba que aceptara, que le diera una oportunidad de conocernos, que no me arrepentiría, pero también estaba ese lado que me repetía las cantidades de cosas por las cuales tendría que decirle que no.

Cerré mis ojos para así tratar de ordenar mis pensamientos. Tener cerca a Gabriel no ayudaba para nada, su presencia me afectaba tanto que me desestabilizaba por completo.

—Nunca antes había sentido todo esto —abrí mis ojos y desee no hacerlo, ¿Cómo podría decirle que no si me miraba de esa forma? Esa mirada que solo veías en películas, o cuando la describían en libros de amor. Es aquella que te hace pensar que eres sublime, una gema, un diamante único y exótico. Te revela que él solo vive por ti y para ti. Es mucho—. Haces que todo sea más difícil, que quiera cambiar mis planes. Todo consistía en odiarte y huir, huir lejos de ti, pero ahora me planteo tantas cosas, y todo porque eres diferente, no eres como la persona que imagine serias. No sé si más adelante me arrepienta por tal decisión, pero es lo que quiero ahora, es lo que quiero justo ahora...darles una oportunidad a ambos, para conocerlos y que lo hagan conmigo.

Volvió a sonreír mostrándome esa bella y angelical sonrisa que poseía. Un vuelco en mi estómago se hizo presente.

Di un gran respiro para tratar de recomponerme, no era justo que con su sola sonrisa hiciera eso conmigo.

—Por un momento pensé que dirías que no, me alegro que estuviera equivocado —unió nuestros labios en un pequeño beso que me dejo deseando más—-. Vamos.

Agarró y entrelazo mi mano con la suya.

— ¿A dónde? —fruncí mi ceño confundida.

—A conocer la manada Emm, lo prometí.

—Tengo que cambiarme —expliqué, tal vez lo que tenía era muy informal para salir—. Dame diez minutos.

—Estas bella así, no necesitas cambiarte.

Hacia demasiado frio afuera, pero cuando me acercaba más a él, misteriosamente desaparecía. Gabriel emanaba calor por cada parte de su cuerpo, uno suficiente para no llegar a sentir frio. Una de sus ventajas como hombre lobo, eso creía yo.

— ¿Por qué? —Pregunté, volteo a verme confundido—. Por qué estando a tu lado no siento frío. ¿Es algo natural en ustedes?

—Nuestra temperatura corporal es alta, pero las de nuestros lobos aún más, en épocas como es el inverno, ellos nos dan cierta parte de su temperatura para no llegar a sentir el mínimo frío posible, manteniéndonos así calientes —asentí entendiendo—. Jamás sentirás frío a mi lado Emm.

—Lo sé.

Subimos a un auto muy parecido en el que llegamos, nadie dijo nada en el camino hasta que Gabriel rompió con aquel silencio cómodo que teníamos.

—Daremos una fiesta en la cual vendrán todas las manadas del mundo, siendo representadas por el Alpha y luna de estas —Abrí mis ojos sorprendida al escucharlo.

— ¿Qué se celebra? —curioseé.

—Tu llegada.

—No hay necesidad Gabriel —aclaré de inmediato, las fiestas y yo no éramos muy buenas amigas.

—Todos deben de saber que su rey tiene por fin a su reina, a su Luna. Es necesario.

—No me gusta ser el centro de atención —mi voz empezaba a flaquear— Y si me caigo...o peor, sino les agrado.

—No te caerás —respondió burlón—. Eres su Luna, su reina, te deben respeto y si no lo hacen mueren.

— ¿Existe un Alpha encargado para cada continente?

—Sí, también para cada país.

—Entonces sería mejor que solo vinieran ellos. Representarías los países que tienen a cargo.

—Debemos tener a todos.

Su tono de voz fue tan autoritario, que supe que no cambiaría de opinión. Pero yo era su Luna, su debilidad. El cambiaría de opinión.

—Como tú digas —Fingí una mirada llena de tristeza e infle un poco mis cachetes, siempre funcionaba con mi padre, sabía que con Gabriel no sería la excepción, dirigí mi vista hacia la ventana sin decir una palabra más.

Escuché pequeños murmullos por parte de Gabriel, sabía que estaba hablando con Owen. Tal vez Owen era más fácil de convencer.

—Vendrán los alphas en cargados de cada país —dijo de repente llamando mi atención—. No es lo que querías, pero es algo.

—Está bien —Intente que mi voz no saliera tan alegre, pero fracase en el intento.

—Mírame.

A pesar del tono de voz fuerte con el que hablo, fue suave, delicado al menos para mí. Lo hice y quede sorprendida.

—Owen —Susurré atónita.

Asintió sonriendo, el color de sus ojos había cambiado, pero ahora ambos eran de un tono dorado brillante.

—Alpha, llegamos —La voz del conductor me saco del pequeño trance.

—Ven, vamos —salió del auto y extendió su mano en mi dirección—. Es hora que conozcas nuestra manada.

—Bueno, ¿por dónde empezamos?

La manada era demasiado grande, tanto, que tuvimos que conocer el resto en automóvil

La manada era demasiado grande, tanto, que tuvimos que conocer el resto en automóvil. Owen me explico muchas cosas que fueron vitales para entender el funcionamiento de esta, aclaro todas mis dudas, aun cuando era muchas.

La manada era demasiado bella y tranquila. En ella se respiraba una paz, hermandad y amor, completamente acogedora. Pude interactuar con algunas personas, todas mujeres o niños, por la sencilla razón de que Owen lanzaba gruñidos y miradas aterradoras a todo hombre que se me acercaba, o que yo saludaba.

No sabía el porqué de su actitud, quería una respuesta y al preguntarle obtuve una completamente cavernícola.

"Eres mía, nadie que no sea yo te puede contemplar",

No quise entrar en una discusión que no tendría fin, así que simplemente cambie de tema.

Me presentó a su Beta y Delta, que aparte de ser sus dos personas de confianza, eran sus mejores amigos. El beta es el segundo a cargo de la manda y el delta el tercero. Supe que aún no encontraban a sus mates, pero por lo que dijeron, muy pronto lo harían, debido a que el Alpha ya me tenía a su lado.

—Puedo venir cuando quiera, ¿cierto?

—Si mi Luna.

—Quiero que te transformes Owen —confesé, tenía mucha curiosidad de verlo.

— ¿Quieres ver cómo soy? —su tono de voz era de sorpresa.

—Si.

—Tus deseos son ordenes —sonrió, dándome una sonrisa muy distinta a las dos anteriores sonrisas que me dio Gabriel, en esta había sensualidad, mucha diría yo, era una muy prometedora—. vam..

Se calló de repente, su mirada ya no estaba en mí.

— ¿Pasa algo? —Pregunté, pero parecía que no me escuchara, era como si no estuviera presente. Tal vez hablaba con Gabriel o con un miembro de la manada.

Bufó un poco molesto y me miro.

—Lo siento mi Luna, hoy no se podrá. El amargado de Gabriel dice que debes de descansar, además ya es de noche —una de sus manos viajaron a mi cabello acariciándolo—. Mañana podrás conocerme.

—No estoy cansada —aclaré, era bastante fuerte como para cansarme con un recorrido—. Pero no importa, lo dejaremos para mañana.

—He querido hacer algo desde que tome por completo el control —dijo en un pequeño susurro.

— ¿Qué cosa?

Agarró mi mano y me jalo haciendo chocar nuestros cuerpos. Sus manos se posicionaron en cada lado de mi rostro, bajo un poco su rostro y rozo nuestras narices.

—Cuando te besamos se sintió malditamente bien, pero una parte de las sensaciones eran para Gabriel y otra para mí. ¿Pero sabes algo? ahora que tengo todo el control, lo sentiré cien veces mejor —susurró—. Te voy a besar hasta que tus pulmones pidan a gritos un poco de aire, hasta tener tus labios rojos e hinchados, y hasta que cada parte de nuestros cuerpos quemen de lujuria y pasión, entonces solo así parare.

¿Cómo se respiraba después de aquella declaración?

Mis manos picaron por querer tocarlo, pero me contuve. Sentí mis labios resecos y pase mi lengua por ellos, todo bajo la atenta mirada de Owen.

—Ohh mi Luna, no debiste de hacer eso.

Abrí ligeramente mis labios para responder, pero atacó mis labios sin darme ninguna posibilidad de hablar, era todo tan intenso y rudo, que me gustaba. Se sentía cada vez mejor.

El beso fue cambiando a uno lento, donde saboreamos y exploramos la boca del otro. Su lengua jugueteaba con la mía de una manera magnifica. Subí mis manos a su cuello y empecé acariciar esa zona, poco a poco las lleve hasta su cabello, donde tire de él haciendo que un ronco gemido y gruñido saliera de Owen.

Sus manos se posicionaron en mis caderas tocando mi piel expuesta, aquella zona quemo y un intenso calor se situó en mi parte baja. Buscando una solución a esa nueva sensación tan intensa, las moví, chocando con su parte baja. Antes de volver a moverlas, Owen se separó.

Abrí mis ojos y lo primero que vi, fue su sonrisa, una sonrisa de satisfacción. Cumplió cada palabra.

—Es hora de volver a casa mi Luna —su voz entrecortada me afirmó que aún no se recomponía por lo sucedido de antes, y yo tampoco, así que solo asentí.

El viaje en el auto fue silencioso, como también la ida a mi cuarto.

—Gracias por el día de hoy, la pase muy bien.

—No tanto como yo —se inclinó y me dio un beso—. Que tengas buena noche Emm.

—Buenas noches chicos.

Entre al cuarto y cerré la puerta. Fui directo al baño para darme una ducha caliente y relajarme para poder dormir bien. Cuando hice todo esto, me permití recordar todo el día de hoy desde la comodidad de mi cama.

Gabriel desterrando a kim, y quitándole su loba junto con ello.

El beso.

La propuesta... el sí.

Owen tomando el control.

La manada.

Y el otro beso...distinto a los otros, pero igual o con más intensidad que el de la tarde.

Gloria no estaba loca después de todo. Me pregunte qué otras cosas más sabría. Mañana en la mañana hablaría con ella.

Y con ese último pensamiento, caí rendida en los brazos de Morfeo.

Estoy en un bosque, pero este era muy distinto al de mi anterior sueño.

Revisé mi vestidura percatándome que esta vez no estaba llena de sangre, tenía un vestido estilo princesa color negro. Sí, negro, y se veía completamente hermoso. De repente escuché un ruido a lo lejos haciendo que toda mi atención se concentrara en él. Intentaba descifrar de donde provenía.

Una sombra se hizo presente a lo lejos, la cual se acercaba poco a poco. En una distancia ya prudente, pude ver mejor. Era un hombre, alto y fuerte, pero su cara era borrosa, pero aun así podía observar sus ojos rojos como la mismísima sangre.

Su mirada oscura transmitía miedo, pero su efecto en mi era lo contrario, sentía paz, calma, y una terrible confianza en que no me haría daño, era la misma sensación que tenía cuando estaba con Gabriel y Owen.

Con una velocidad inhumana acorto la distancia.

—Te encontré.

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