C1 Estás despedido

"Lo siento, Pascal, pero no voy a disculparme", declaró Ella Smith con un tono que mezclaba dolor y furia. No estaba dispuesta a tolerar abusos simplemente por ser camarera en el restaurante.

Alex Foster estaba que echaba chispas. ¿Cómo osaba esa plebeya enfrentarse a él? ¿Acaso no tenía ni idea de con quién se estaba metiendo?

Estaba convencido de que ella era nueva en Nueva York o demasiado ignorante para comprender la importancia del apellido Foster. ¿Cómo se atrevía a humillarlo sin mostrar el más mínimo remordimiento o intención de disculparse?

"Ella, debes pedirle disculpas al señor Foster si quieres mantener tu empleo", insistió Pascal Lucas. En situaciones como esta, los de clase baja deben dejar de lado su orgullo y disculparse para conservar su trabajo.

Todos sabían que Alex Foster estaba equivocado. Pero su nombre resonaba con peso allá donde se mencionara. Ella solo tenía que pronunciar una disculpa y todo quedaría resuelto.

"Solo sobre mi cadáver", siseó Ella. Observó con desdén al engreído que tenía enfrente y desvió la mirada, entrelazando sus dedos frente a sí.

Festus no apartó la vista de la camarera, desafiante e inquebrantable. Había estado al lado de Alex durante años, pero jamás había encontrado a alguien con la osadía de resistirse a los caprichos de Alex.

¿Era ella de corazón valiente o simplemente terca? Sabía que su amigo estaba equivocado; solía estarlo cuando acosaba a mujeres.

Le había advertido en repetidas ocasiones. Todas las mujeres merecen respeto, ya sea en clubes, comedores o restaurantes.

Por lo general, las mujeres se encogían ante él, incapaces de articular palabra, incluso cuando estaban descontentas con su comportamiento.

Había llegado a la conclusión de que su silencio se debía a que él era un multimillonario conocido en Nueva York y uno de los hombres más atractivos del país.

Sin embargo, la mujer que tiene ante sí es valiente y, en el fondo de su corazón, él la admira. Alguien debe poner a Alex en su lugar y enseñarle a respetar a las mujeres.

Alex Foster es un multimillonario atractivo y uno de los hombres más ricos de la ciudad de Nueva York. Es alto, con una mandíbula marcada en forma de V. Sus ojos azules son impactantes y su cabello, de un tono castaño. Sus labios finos y rosados armonizan con su nariz afilada.

Es implacable y todos saben que no perdona a quien se interpone en su camino. Es un playboy que no descansa hasta obtener lo que capta su interés y satisface su mirada.

Es un seductor que lleva a cualquier mujer a su cama, toma lo que desea de ellas y luego las remunera. Nunca está con una mujer más de una vez. Las compensa y nunca vuelve a contactarlas.

Una particularidad suya es que nunca las lleva a su mansión. Ninguna de sus incontables amantes conoce realmente cómo es su mansión, excepto su enigmática mujer, Lisa Anderson.

Circulan rumores de que es la novia de Alex y la única mujer con acceso a su mansión. Muchos creen que es la única con la que Alex ha compartido su lecho más de una ocasión.

"Alex..." Festus estaba a punto de intervenir cuando Alex alzó la mano. Ese gesto fue suficiente para que Festus entendiera que debía guardar silencio.

Los ojos de Alex se habían teñido de rojo por la ira. Observaba a la campesina frente a él. Minutos antes había admirado su belleza y le había tocado el trasero.

Ahora, sin embargo, la aborrecía y sentía un impulso de estrangularla en el acto. Pero sabía que ni siquiera eso saciaría su furia. Se encargaría de ella de tal manera que desearía desvanecerse de Nueva York.

Y aún así, no le daría la oportunidad de desaparecer. ¡Le enseñaría cómo se debe respetar al alto y apuesto Alex Foster!

"Ni una palabra más, Festus", espetó Alex y se dirigió al gerente del restaurante. "Quiero que despidan a esta persona de inmediato, si no, no solo cerraré este establecimiento, sino también todas sus sucursales en Nueva York y alrededores".

En aquel instante, se había formado un espectáculo y la gente miraba desde lejos. A pesar de que muchos no se atrevían a acercarse demasiado por temor a Alex Foster, no perdían la oportunidad de usar sus teléfonos para grabar, tomar fotos o, incluso mejor, hacer ambas cosas.

Pascal Lucas temblaba ya. El aura de autoridad que desprendía Alex era suficiente para hacerle sentir escalofríos.

¿Cerrar los restaurantes y las demás sucursales? Era un riesgo demasiado grande. Pascal deseaba ayudar a Ella, pero ella se mostraba intransigente.

Todos en el personal la respetaban y tenían buena opinión de ella, pero el empleo de Pascal y el de muchos otros pendía de un hilo por su causa. No tenía opción. Ella se había negado a disculparse y el precio de su obstinación era perder su trabajo.

"Sí, señor Foster", cedió Pascal, inclinando la cabeza ligeramente ante Alex Foster. Luego, se giró y con una mirada cargada de sentimientos le dijo a Ella: "Estás despedida. Pasa por el departamento de finanzas, cobra lo que te corresponde y vete de inmediato".

Ella asintió mientras sus ojos se inundaban de lágrimas. Sin dejar que estas la traicionaran, giró sobre sus talones y se apresuró hacia el vestuario.

En cuanto entró, se dejó llevar por la emoción y las lágrimas brotaron. Había perdido su empleo.

"En nombre de mi equipo...", Pascal Lucas estaba a punto de disculparse cuando Alex miró a su amigo y sentenció: "Vámonos".

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Alex Foster permaneció en silencio durante todo el trayecto de regreso a la oficina. Nunca antes se había sentido tan humillado.

¿Una simple chica despreciable se había atrevido a faltarle al respeto y encima se negaba a pedir disculpas? Era absurdo. Ella no sabía con quién se había metido.

Se aseguraría de que lamentara haberse cruzado en su camino. La pérdida de su trabajo no era nada en comparación con lo que le esperaba. Se tocó la barbilla, como queriendo recordar la sensación de aquella bofetada.

Apretó la mano hasta formar un puño y apretó los dientes con fuerza. Se ha trazado la línea de batalla. Esa chica tiene ganas de bailar y ahora, el baile está a punto de empezar...