DIOS DEL SEXO/C4 El ambiente lujurioso
+ Add to Library
DIOS DEL SEXO/C4 El ambiente lujurioso
+ Add to Library

C4 El ambiente lujurioso

En la oficina de Evidencia,

la atmósfera cargada de lujuria permanecía. Ella continuaba succionando el lado izquierdo de sus pezones, asegurándose de que sus manos no quedaran ociosas. Con cada una exploraba y acariciaba su cuerpo; su brazo izquierdo reposaba sobre el costado derecho de su pecho, brindándole un masaje meticuloso, mientras su otra mano se deslizaba lentamente hacia su entrepierna.

Él, incapaz de resistirse, la tomó firmemente y la recostó en el suelo.

Con los ojos cerrados de ambos, las manos de él recorrían su cuerpo en tanto que un beso ardiente le seguía, arrancando gemidos de placer a la chica, quien, anhelante de corresponder sus caricias, se veía impedida por la falta de permiso de él.

"Disfruta del momento", le susurró él.

Al escuchar sus palabras, la necesidad de sentirlo dentro se hizo palpable, y ella comenzó a acariciarlo como si su existencia dependiera de ello. Cada roce estaba impregnado de emoción. ¡Claro que estaba encendida! Evidencia era un maestro en la cama, sabía exactamente dónde tocar para que, de inmediato, ellas se encendieran. Era un señor del sexo, o mejor dicho, una máquina de placer. Jamás se fatigaba ni terminaba prematuramente. Además, su vigor era tal que algunas mujeres casadas abandonaban sus hogares solo para estar con él y trabajar a su servicio.

Poco después, con los ojos de ambos aún cerrados y sus labios unidos, la mano de él se aventuró hacia los pezones de ella. Comenzó por el izquierdo, apretándolo con tal delicadeza que los gemidos de ella se intensificaban, impacientes por que él introdujera su "pepino" en su intimidad.

Ella no podía resistirse a su toque gentil; se dejaba llevar, expresando su placer en altos gemidos.

No es de sorprender que todas las mujeres desearan a alguien como él.

Tras atender al lado izquierdo de su pecho, se volvió y dedicó su atención al derecho. Con toques delicados y la ayuda de su boca y lengua, la llevó a ver las estrellas.

Luego, le indicó los movimientos que deseaba que ella ejecutara sobre él, y ella los realizó sin dudar. Acto seguido, la besó nuevamente, pero este beso estaba impregnado de una lujuria intensa. Tras el beso, volvió a deleitarse con sus dos naranjas, saboreándolas con la avidez de quien ha estado privado de ellas por demasiado tiempo. Minutos después, satisfecho, dejó de lado las naranjas y sus manos comenzaron a explorar su cuerpo, acariciándolo como si quisiera extraer el jugo directamente de la fruta. Sus dedos se deslizaron hacia su muslo, rozándolo con suavidad, como en busca de un tesoro escondido. Diez segundos más tarde, lo encontró.

"Aquí está", exclamó.

Lo manipulaba con la fascinación de un niño con su juguete predilecto.

Había hallado ese punto, el punto que ella ansiaba que él descubriera. ¡Ah, era el paraíso!

Sus dedos danzaban alrededor, ascendiendo y descendiendo por su clítoris, provocando que ella se aferrara aún más a él. No quería que se detuviera.

Ella gemía de placer. "Arrrh, Arrrh, por favor... no... pares..."

Rogaba mientras se sumergía en el éxtasis del momento.

Mientras tanto, su otra mano seguía masajeando una de sus naranjas y sus labios permanecían sobre los de ella. Ella correspondía con fervor al beso de su jefe, pero poco después, él se apartó y descendió hacia su región más íntima para devorar el manjar que se presentaba ante él. Sus gemidos resonaban con fuerza, sin temor a ser escuchada, segura de que los empleados estaban inmersos en su trabajo y que los guardias jamás se atreverían a espiar a su jefe en pleno acto de amor. En medio de esa vorágine de sensaciones, su agarre en torno a su amado jefe se intensificó, como si deseara mantenerlo junto a ella para siempre.

"Estoy a punto de saltar", dijo él. La empleada no pronunció palabra alguna, pero su actitud era elocuente, como diciendo: "He esperado demasiado por esto". Segundos después, el hombre se lanzó al agua y ella emitió un lamento profundo, sus ojos destellando placer. Minutos más tarde, ambos tocaban el cielo.

"Ve a limpiarte", le indicó él. La mujer se dirigió al baño para asearse mientras él aguardaba. Poco después, salió limpia y vestida. Al verla, él le señaló la salida, diciéndole: "Recuerda que tengo tu número de cuenta".

Ella se marchó y él se metió al baño para limpiarse. Al salir, su teléfono sonó.

"Hola, jefe. El señor Deon está marcando terreno, creo que es hora de actuar".

"¿Qué sucede? ¿Qué ha hecho?"

"Jefe, en camino a hacer la entrega, nos interceptó con algunos de sus hombres e intentó tomar la mercancía".

"¿Dónde está ahora?"

"Se fue en cuanto le advertí que te informaría".

"¿Y la entrega al orfanato?"

"No, jefe. Estamos a punto de llegar, así que sin duda se hará".

"Bien, continúa y yo me encargaré del resto".

Colgó y marcó otro número.

"¿Dónde está el clip?"

"En un lugar seguro, jefe".

"Asegúrate de que nadie lo encuentre, y otra cosa, lo necesitaré pronto".

"Entendido, jefe".

Colgó la llamada.

Momentos después, recibió otra llamada.

"Señor, una tal Rose está aquí para una entrevista de trabajo".

"Pásala".

Colgó y se sentó, una mirada intensa en sus ojos, mientras escuchaba un suave toque y el sonido de una puerta abriéndose.

Report
Share
Comments
|
Setting
Background
Font
18
Nunito
Merriweather
Libre Baskerville
Gentium Book Basic
Roboto
Rubik
Nunito
Page with
1000
Line-Height