Dos Extraños/C5 5. El Presente
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C5 5. El Presente

[HANNA]

Al día siguiente: 28 de noviembre, 2018

Los Ángeles, California

Ya es de noche y después de un largo día de trabajo y de sentirme sumamente extraña por haberlo vuelto a ver, por fin, Gastón y yo estamos abrazados en la cama mientras como siempre mira televisión en un intento por ponerse al día con las noticias. De pronto, el cambia de canal y para mi propio mal, la cara de Cristian se aparece en la televisión mientras que la periodista le pregunta acerca de sus próximas exposiciones.

—Las exposiciones de este chico serán geniales, tiene un talento increíble. — comenta mi prometido y en mi mente solo pasan los recuerdos de la indiferente despedida que tuvimos anoche, casi tan inexpresiva como lo fue después de aquella primera vez en la playa.

—De seguro. — me limito a responder y simplemente me acomodo mejor sobre su pecho mientras escucho la estúpida risa de Cristian a través de la televisión. Cierro mis ojos y es en este instante que me doy cuenta que había olvidado como se oía.

«¿Tanto he conseguido "olvidarlo"» pienso?

Me doy cuenta que lo había borrado de mi vida completamente, o al menos lo más que pude y que todos los recuerdos que tenía con él se convirtieron en un tabú para mi mente. Intento silenciar su voz en mi cabeza, no quiero volver a recordar nada de lo que vivimos, me niego a que tenga aquel poder que tuvo una vez sobre mí, aquel que me llevo a intentar enamorarlo de cualquier manera posible.

No sé cómo lo consigo, pero el sueño se va apoderando de mi hasta que finalmente la voz de Cristian deja de existir en mi cabeza.

[CRISTIAN]

Estoy en la camioneta rumbo a mi casa después de un día agotador, cuando siento que suena mi celular y al ver la pantalla me extraño «¿Gaston Favre? » me cuestiono por la hora y contesto.

—Hola. — digo algo confundido.

—Cristian, buenas noches, te acabo de ver en el programa de televisión. — me explica bajito.

—Buenas noches, apenas puedo escucharte. — informo.

—Lo siento, es que mi prometida está dormida a mi lado y no quiero despertarla. — me deja saber y no sé porque tiene que darme tantos detalles.

—Ya. — me limito a decir y solo espero a que el siga hablando.

—Te llamaba porque el viernes hare una fiesta con varias personas importantes y te quería invitar, ¿puedes venir? — me ofrece y se perfectamente lo que esta invitación significa, muchas oportunidades en mi carrera y también verla a ella.

—Claro, solo pásame la información y allí estaré. — respondo.

"Amor, ¿con quién hablas a esta hora?" Escucho que le pregunta ella.

—Ya estoy contigo Ma belle. — contesta —Te envió la información a primera hora mañana, ¿de acuerdo? — me dice a mí.

—Claro, nos hablamos. — rebato y es él quien termina la llamada a los pocos segundos que escucho que ella lo besa.

«¿Para esto me llamo? ¿Para que escuche como su escultural prometida lo besa? Si tan solo el supiera...» Pienso y decido no darle más vueltas al asunto. «Hanna es tema del pasado y allí se va a quedar a pesar de que ahora la vida nos volvió a poner frente a frente.»

Es llegar a mi departamento y querer entrar en paz absoluta, me desvisto en mi cuarto, entro al baño, abro el grifo de la ducha y me meto bajo la cascada de agua caliente. Aún no puedo creer que ella este con un hombre como él. Sé que Gastón tiene lo suyo, pero vamos... es mucho mayor que ella.

«¿Qué pueden tener en común? ¿Acaso se divierten juntos? O ¿Sera el sexo lo que los une?» No quiero imaginármela con el...

A lo mejor Hanna ya no es la misma, tal vez ya no le guste bailar bajo la lluvia, escuchar música con las luces apagadas mientras estaba acostada en la cama, o sentarse cruzada de piernas frente al mar y sentir la briza pegando en su cara mientras sus ojos estaban cerrados. Posiblemente y hasta se borró aquel tatuaje que se hizo en su costado con la palabra "free" y me mostro aquella noche.

Nunca comprendí porque nadie me quiso dar razón de ella cuando regresé a Santa Mónica. No tuve la oportunidad de decirle que me di cuenta de todo lo que sentía por ella cuando llegué a Hamburgo y su ausencia se me hizo un infierno. Sea como sea, el tiempo paso y me toco adaptarme, tuve que buscarme nuevos amores, como si eso fuera posible y arriesgarme que fuese a mí a quien le rompieran el corazón; cosa que sucedió un par de veces. Eso sin contar que nunca pude enamorarme de verdad tal y como lo hice de ella.

Escucho la puerta del baño abrirse y veo a Giovanna entrando en ropa interior como si estuviera en su casa, su cabello rubio está atado en una cola y sus labios están pintando de rojo intenso como de costumbre —¿Qué haces aquí? —pregunto confundido —Creí que habías ido a tu casa. —

Ella se termina de desnudar y entra a la ducha conmigo como si yo se lo hubiera pedido y me mira fijamente con esos ojos azules que por momentos pueden ser mi debilidad —Estaba en mi auto, te vi llegar y dije, ¿Por qué no pasar un buen rato con mi amigo? — explica ya dentro de la ducha y lleva sus manos sobre mis hombros haciendo que mi espalda pegue contra la pared.

—Gio... estoy cansado, de verdad no tengo humor para estoy hoy. — me justifico de la manera más amable, por llamarle de algún modo.

— ¿Me estas rechazando? —pregunta sin poder creérselo.

—Solo te estoy diciendo que estoy cansando, es mejor que me des las llaves de mi departamento... esto parece que no está funcionando. —explico y es que estoy harto que se tome atribuciones que no debe.

—¡Eres un imbécil! —grita enfadada mientras se sale de la ducha y si, esta es la tercera vez que terminamos nuestra "no" relación, pero sé que volverá como lo hace siempre... o ¿quizás no? Ya no se ni que pensar de lo nuestro, es tan dramático como ardiente cuando encontramos ese instante de sintonía entre los dos.

Respiro profundo cuando ella se sale del baño y me pregunto si vale siquiera la pena seguir con ella en esta "no relación" que por momentos me desespera. Pero no sé qué me extraña, apenas conseguí mantener una sola relación estable en todos estos años y como siempre, terminé cagandola al darme cuenta que no estaba listo para dar un "próximo paso".

Tal vez es que en el fondo siempre fui consiente que, si no supe amarla a ella, no sería capaz de amar a nadie más. Hanna me entrego todo lo que ella era y yo solo pude decirle un "me acepté la beca para hacer la maestría de arte en Hamburgo. Viajo a Alemania pasado mañana." Aquella frase fue tan simple y tan contundente para acabar con todo sin darme cuenta de que la amaba.

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