Dos Extraños/C6 6. Debilidad (Pasado)
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C6 6. Debilidad (Pasado)

[PASADO – CRISTIAN]

18 de diciembre, 2009

No se me sale de la cabeza lo sucedido con Hanna durante la fiesta. Me siento culpable y un imbécil por haberme dejado llevar por la situación. No estoy enamorado de ella y temo que ella si pueda estar enamorada de mí, ¿y si se jode todo por culpa de lo sucedido? Antes de todo éramos o mejor dicho somos amigos desde muy pequeños y no podría entender que por un error todo se echara a perder.

Golpeo la puerta de la casa de Hanna y espero pacientemente a que alguien me abra.

—Cristian, buenas noches. — me dice Lucia apenas me abre y sonrió.

—Buenas noches Lucia, ¿se encuentra Hanna? — pregunto y tan solo espero que mi cara de culpa no me delate.

Ella me sonríe y abre más la puerta para dejarme pasar —está en su cuarto con la música a tope, pero ve, no hay problema. — me indica y el que me tengan tanta confianza, me hace sentir aún peor.

—Gracias. — respondo y rápidamente subo las escaleras para ir a su habitación.

Al llegar a la puerta golpeo una, dos y tres veces, pero nadie responde, el sonido de “Poker Face” cantado por Lady Gaga suena a todo volumen y sé que no me escuchara, por lo que intento abrir la puerta y para mi suerte no está cerrada con llave. Entro a la habitación y cierro la puerta con llave detrás de mi mientras que la veo a ella parada de costado frente al enorme espejo que conforman las puertas del guardarropa. Ella está de espaldas a mi e intento adivinar qué es lo que tanto mira en el espejo, pero no quiero distraerme en cosas que no vienen al caso.

—Hanna. — digo lo suficientemente alto para que me escuche y ella de inmediato se da la vuelta.

—¿Cristian? ¿Pero qué haces aquí? — me pregunta y debo admitir que tenerla frente a frente una vez más, se siente diferente esta vez.

Lleva puesto unos pantalones cortos que no comprendo porque utiliza en pleno invierno y una camiseta sin mangas con una apertura bastante pronunciada en los costados, haciendo que la curva de sus pechos sea un paisaje visible.

—Necesito hablar contigo, ¿puedes bajar el volumen? —le pregunto acercándome a ella y de inmediato busca el control remoto que esta sobre la cama y baja el volumen.

—Tu dirás. — me dice fríamente y me acerco a ella.

—Hanna, no quiero que nuestra amistad se joda por lo de la otra noche. — digo de la manera más directa que puedo y ella me mira cómo no entendiendo nada.

—No tiene por qué joderse, ¿o sí? Ha sido un polvo después de todo, ¿no? — me dice fríamente y no la reconozco.

—¿Un polvo? Tenía entendido que fue tu primera vez…— comento intentando comprender su actitud.

—Y lo ha sido, ¿debo decirte gracias? — me cuestiona sarcásticamente.

—Hanna…— intento decir.

—Cristian, solo quería estar con un chico antes de los 18 y ya. — me dice y luego se gira de lado. —¿Te gusta? — me pregunta mostrándome un tatuaje con la palabra “free” y un pequeño pajarito en el costado a la altura de su pecho.

—¿Cuándo te lo has hecho?— —pregunto acercándome más a ella.

«El tatuaje le luce sumamente sexy y debo admitir que en estos momentos la imagen de ella en la playa no se me borra. »

—El miércoles. — me responde con orgullo.

—¿Tus padres lo saben ya? Hasta donde tengo entendido no te dejaban tatuarte. — comento y ríe.

—Claro que no y supongo que tú no iras a decírselo, ¿no? — me pregunta y mientras lo hace se quita la camiseta dejándome ver su perfecto torso desnudo.

—No, pero Hanna, ¿Qué rayos haces? — pregunto y de inmediato me doy la vuelta como todo un imbécil, pero el espejo no me ayuda, puedo seguir viéndola.

—Quitarme la camiseta. — dice como si nada y camina por el cuarto —Cristian, no seas ridículo, ¿me coges una noche y a la otra te das la vuelta para no verme? — me pregunta sarcásticamente y si hay algo que ella sabe, es que odio que me llamen ridículo o que insinúen que soy cobarde.

Respiro profundo, me doy la vuelta y me siento en el borde de la cama —De acuerdo, te mirare andar semidesnuda si es lo que quieres. — explico y no puedo pretender que no me sucede nada al verla así.

Ella se para frente a mí a algunos pasos de distancia y me mira sin titubear —nuestra amistad no se ha arruinado por lo de la otra noche, ¿algo más que me quieras decir? — me pregunta firme y odio que mis malditas hormonas jueguen en mi contra.

—¿Te pasearas así semidesnuda cada vez que venga a verte? — cuestiono y se muerde el labio.

—No, hoy es porque aún me molesta el tatuaje. — me explica y sonrió.

—¿O sea que si hubiese venido cualquiera de tus otros amiguitos también te hubieses desnudado frente a ellos? — pregunto y niega.

—Claro que no. — responde y da un paso hacia mí.

—¿Entonces? ¿Por qué conmigo si? — cuestiono y avanza aún más hacia mí.

Ella termina de acortar toda la distancia entre los dos y la vista que tengo de ella parada frente a mí y yo sentado en el borde de la cama, hace que mi pantalón comience a estorbar. — porque me ha gustado mucho lo que sucedió la otra noche. Por más que hayas sido un cabron conmigo, tengo ganas de volver a repetirlo. — responde y se inclina hacia mí para darme un corto beso.

—Hanna, tus padres están abajo…—digo en un segundo de coherencia.

Ella estira su brazo, busca el control a distancia y sube una vez más el volumen —Seremos silenciosos. — dice sobre mis labios y no sé si es que tenerla semidesnuda es lo que me convence o es que yo también quiero repetir lo de la otra noche lo que me hace volver a besarla con la fuerza que lo hago.

Ella me quita la camiseta rápidamente y yo mientras tanto le ayudo quitándome los zapatos y luego desabrochando mi pantalón. Una vez que me despojo de mi ropa, me encargo de su pantalón corto y su prenda interior para así hacerla sentarse a horcajadas sobre mí en el borde de esta cama que se convierte en testigo de mi debilidad.

Es ver nuestro reflejo en el espejo y sentir que me excito más a cada segundo —Hanna…— digo agitado —No traje…— murmuro refiriéndome a los preservativos y se sonríe.

—Pero yo tengo. — me dice y se levanta de mi para ir hacia la mesita de noche y abrir el cajón. Le veo quitando un envoltorio y me lo tira para que me lo coloque. —Me gustas mucho. — sentencia sentándose nuevamente sobre mí una vez que termino de colocarme el condón.

—Hanna… no te enamores. — le suplico mirándola a los ojos.

—No te hablo de amor Cristian, te hablo de que me gusta tu físico, ahora no jodas y sigue. — me pide y le vuelvo a besar con más ganas que antes al sentir que sobre mi tengo a una mujer llena de deseo que de alguna manera comienza a volverme loco.

Nuestros cuerpos se funden en uno y entre movimientos sensuales y gemidos que son opacados por la música, caigo rendido ante la provocación de mi mejor amiga y me dejo llevar a sitios que nunca creí llegar a conocer con ella.

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