Dos Extraños/C7 7. ¿Celos?
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C7 7. ¿Celos?

[CRISTIAN]

Dos días después: 30 de noviembre, 2018

Laura y yo entramos al salón de eventos donde se lleva a cabo la fiesta y debo admitir que no esperaba algo como esto. En el centro del salón hay una gigantesca barra que se contrasta a la perfección con una especie de círculo que cuelga desde el techo y en el cual se reflejan las luces psicodélicas que generan un ambiente como de discoteca. Por si fuera poco, hay decenas de butacas, sofás y mesas ocupando todo el salón y al final de este un escenario con luces e instrumentos varios.

—Vaya fiesta que ha montado Gastón. — murmura Laura.

—¿Un poco extravagante, no? — pregunto y es que me parece demasiado para una simple fiesta.

—Tiene tanto dinero, que no sabe qué hacer con él. — comenta y supongo que eso es así.

Comenzamos a caminar por el salón saludando a las personas que ya han llegado a la fiesta y me extraña que tantos de mis conocidos también estén aquí. Hay varios pintores, escultores, críticos, y hasta gerentes de algunos museos. Al llegar cerca de la barra, la veo a ella allí con sus codos apoyados en la barra y hablando con uno de los bartenders, se ve increíblemente hermosa con un vestido plateado color largo ajustado a su cuerpo y con un tajo que llega hasta la parte superior de su pierna, el escote que tiene en la espalda llega casi a la gloria y solo es interrumpido por la pequeña tira que se entrecruza por su espalda hasta amarrarse al final.

—Conozco esa mirada Cristian. — me susurra Laura y la miro. —ni se te ocurra, es la prometida del empresario que está dispuesto a invertir una fortuna en ti. — me advierte.

—Y ha sido mi amiga por más de diez años antes de todo eso. — rebato y su cara es un poema.

—¿Qué? — cuestiona con un hilo de voz.

—Hanna y yo nos conocemos desde los siete años, sus padres y los míos son amigos y…—Intento decir y calló.

Laura me mira sin poder creérselo y entrecierra sus ojos como si estuviera pensando algo —¿no me digas que tú y ella…?— intenta preguntar.

—Solo asiento —es una historia muy larga.— Miento e intento seguir caminando, pero ella me sujeta del brazo.

—Cristian, no lo arruines todo por una mujer… además, tú no eres ni siquiera capaz de mantener una relación estable hace años. — me advierte.

—Tranquila, no lo arruinare. — respondo firme y me suelta.

—Iré a saludar a unos conocidos. — explica tomando un sentido contrario a donde yo voy.

Solo la miro, asiento y lo suficientemente decidido, camino hacia donde esta Hanna y me paro a su lado apoyándome al igual que ella en la barra. —Buenas noches.— — digo y ella solo le sonríe al bartender que le entrega una copa de champagne.

Finalmente me mira y esos ojos verdosos me traen demasiados recuerdos entre los dos —Buenas noches. — responde como si fuese un desconocido y bebe un trago de champagne.

—Te ves hermosa. — digo bajito.

—Gracias, tú también te ves muy elegante. — rebate observando mi manera de vestir entre formal y casual, ya que llevo pantalón y camiseta negra junto con una americana bastante elegante.

Me encantaría preguntarle cosas de su vida y así saber que estuvo haciendo estos años, pero ella actúa tan fría conmigo que siento que estamos a años luz de distancia.

—Ma belle. — escucho a Gaston decir y de repente, la abraza desde atrás y comienza a dejar besos en su cuello, cosa que le hace reír a ella.

—Amor, que me haces cosquillas. — le regaña y la escena me parece tan cursi como insoportable.

—Cristian. — dice él después de dejar a Hanna en paz. — bienvenido, espero que disfrutes de la fiesta. —

—Gracias, esta increíble. — respondo y sí, estoy siendo falso.

—En un momento, te presentare a los dueños de una galería que de seguro querrán tener tus obras, pero si me permites, me llevare a mi prometida a hacer algo que le encanta. — explica y sin más la tomá de la mano para llevarla a una parte vacía del salón y comenzar a bailar con ella al ritmo de la música que suena en estos momentos.

Observo la copa que ha dejado abandonada sobre la barra y luego vuelvo a observarlos a ellos, se ríen, bailan pegados y para mi propio mal, se ven felices. Comprendo que quizás estaba equivocado y que ellos dos si tienen muchas cosas en común y que quizás fuimos Hanna y yo quienes en su momento no teníamos nada que ver el uno con el otro.

Nos conocíamos perfectamente como amigos y como amantes por llamarlo así, pero nunca como pareja porque simplemente no lo fuimos. Fuimos solo un chico y una chica que se conocían lo suficiente para pasarla increíble entre las sabanas, pero nada más.

Me pregunto que hubiese sucedido si nos hubiésemos enamorado a tiempo el uno del otro, ¿estaríamos casados o hubiéramos fracasado? Quizás ahora sería yo quien estaría bailando con ella como lo hace él ahora y quien sabe, quizás nos hubiésemos convertido en padres, ¿no?

“A eso se le llama tener suerte.” Escucho que murmura uno de los hombres que está parado cerca de mí en la barra.

“Es que mira lo que es esa mujer.” Responde su amigo y por dentro sonrió.

«No soy el único imbécil que esta prendado de ella, no sé si por los recuerdos o por lo que es ahora…»

“Lo que debe ser estar con ella… ufff…” Dice y comienza a molestarme que la vean así, pero no los culpo, Hanna es sexy y siempre lo ha sido. Ella sabe cómo enloquecer a cualquiera, si lo sabré yo…

Me alejo de ellos para no tener que escucharlos más y me siento en uno de los sillones que están cerca de donde ellos están bailando para seguir torturándome con el espectáculo. La canción no hace más que terminar, y el la besa como si estuviesen solos y luego le dice algo al oído que sé que no quiero escuchar y se sonríen.

—Discúlpame Cristian, es que Hanna tiene una energía impresionante. — lo escucho decirme a Gastón mientras se acerca a mí y luego se sienta a mi lado.

—Me imagino, también supongo que la debes cuidar muchísimo, hay mucho idiota mirándola. — comento y sí, estoy incluido en ese grupo.

—Demasiados, pero ella no les haría ni caso. — responde y con mi mirada digo todo —Ella es diferente, le gusta los hombres maduros, serios con buen gusto y clase… Me ha dicho que en su vida han pasado hombres muy imbéciles e inmaduros y que por más modelos que parezcan, no le interesan. — explica y si, formo parte de esa lista, o quizás soy el único, ¿Quién sabe?

—Eso es genial para ti. — es lo único que puedo responderle y se sonríe.

—Claro, pero ven conmigo, no te invite para hablarte de mí prometida, sino para presentarte a unos amigos. — me dice mientras se levanta del sofá y no puedo más que levantarme yo también y seguirle.

«Negocios son negocios, recuerda las palabras de Laura.» Me repito por dentro e intento ser Cristian el artista y no el hombre quien esté en esta fiesta.

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