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La fiesta pasó rápida y sin novedades. Marissa, que se había encargado de la recepción en general para permitir que Diana estuviera tranquila y relajada todo lo posible, se hizo cargo de las personas que habían intentado colarse.
—¿Quiénes eran? –preguntó Daniel con curiosidad.
—Nada grave. No los conozco mucho, pero no son malas personas. Tal vez se confundieron