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Pasaron lo que Daniel creyó fueron horas y horas, y no la soltó de su abrazo.
Sentía que acababa de ser tocado por un ángel, o alguna divina diosa. En este momento y para siempre, era el hombre más feliz sobre la tierra. La mujer que él amaba lo amaba, y su corazón se henchía de felicidad.
Había aún muchas preguntas que hacerle