C25 25
Diana despertó sintiéndose extraña, liviana, libre.
Había sacado fuera su pesada cruz anoche, recordó. Ya Daniel sabía toda la verdad, y él, en vez de despreciarla, seguía atesorándola.
Lo encontró mirándola fijamente, con sus ojos que le recordaban las hojas en verano, tan verdes y puros, y sonrió feliz. Esta escena era más de lo que ella jamás había soñado.
—Buenos días