Dulce/C1 Capitulo 1
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C1 Capitulo 1

"Alessa Glenn es todo lo dulce que Egan Volkov necesita en su amargada vida. El sabor es algo que todo mundo quiere tener, si no saboreas cada cosa que haces ¿Realmente vale la pena?

La vida monótona no es excitante, la rutina aburre y la gente comúnmente sobra. Para una persona que suele ver la vida en diferentes tonalidades grises el hecho de mirar a alguien que vislumbra luces de colores le parece atrayente.

El probarla aumenta su necesidad de un cambio al darse cuenta de lo especial que puede llegar a ser.

Pero la gran pregunta es si ella realmente quiere ser el dulce complemento en la vida de él."

(...)

La alarma suena despertándome instantáneamente, la apago y saco los pies de la cama, froto mis ojos con pereza a la vez que me estiro.

El hecho de tener que estar tan temprano en el trabajo me frustra, pero no puedo darme el privilegio de faltar, he estado presente todos los días desde que comencé hace exactamente tres años.

He ido enferma, con fatiga e incluso amanecida, tantas noches en las que fui sin haber pegado un ojo en toda la noche por estar leyendo o escribiendo.

Desde niña que me gusta el mundo de la literatura, no tuve el privilegio de poder dedicarme a ello ya que la buena suerte no estuvo en mi camino pero siempre trato de ser optimista.

Tengo la suerte de tener un trabajo y un techo.

Me meto a la ducha y dejo que el agua me despierte, a mitad del baño el agua caliente se termina y debo de terminar de bañarme con agua helada, salgo temblando y rápidamente me pongo ropa calentita.

Me hago un té y al terminarlo me lavo los dientes dispuesta a empezar un nuevo día.

En el camino a la cafetería en la que trabajo saco el móvil, dispuesta a marcar el número que tantas veces he marcado.

Cuando la pantalla me muestra un llamada rechazada decido guardar el móvil e intentar que eso no me afecte.

He pasado ocho años de mi vida sin ellos y el único día que atienden mis llamados es en mi cumpleaños, un vacío se instala en el pecho cada vez que recuerdo que no soy importante en sus vidas.

-

Buenos días Mia. - saludo a mi compañera antes de dejar mi bolso y ponerme el delantal.

-

Buenos días Alessa ¿Qué tal tu noche? - me sonríe con dulzura.

-

Excelente. - mi animo no es el mejor gracias a lo sucedido en el camino.

Comienzo a reponer los dulces que hay en el mostrador y el hijo de nuestros jefes entra al local, una sonrisa enorme adorna su rostro cuando se acerca y besa castamente mi mejilla.

-

Buen día Alessa.

-

Buen día Arthur.

Hoy han reservado una hora la cafetería para una reunión de negocios.

Asiento y preparo todo para la reservación, Julliet siempre es la encargada de atender en estas reuniones pero no se encuentra ya que tiene licencia de maternidad así que atenderé yo.

Limpio las mesas qué acaban de desocupar unos clientes mientras Arthur se encarga de la caja, me habla desde su lugar.

-

¿Qué tal ha ido tu domingo Alessa?

-

Está demasiado interesado en ti. - me susurra Mía al pasar por mi lado.

Ignoro sus palabras aunque hasta yo lo crea.

-

Bastante bien por suerte ¿El tuyo?

-

Tuvimos una reunión familiar, ya sabes cómo son, así que estuvo bastante bueno.

El sabor amargo se me instala en la boca y evitó responderle un no, no se lo que son.

Aunque lleve tres años en este lugar trabajando nadie sabe demasiado de mi vida privada y espero que siga de esa manera. Continuo con mi tarea limpiando las mesas sin contestarle a Arthur.

Acaba de comenzar el día y aunque sea demasiado optimista siempre hay veces en las que anhelo haber tenido un futuro diferente.

Los clientes que reservaron comienzan a entrar al lugar, en su mayoría son hombres bien vestidos con traje a la medida, algunos tienen de acompañantes a mujeres hermosas que hasta me dan cierta envidia.

Les indico su asiento a cada uno y una de las acompañantes se me acerca.

-

Hola, ¿Cómo estás? ¿Me podrías indicar dónde se encuentra el baño? Tengo asuntos de mujeres. - se pone de todos los colores antes de soltar una risita.

Le sonrió amablemente y le indico el lugar al que tiene que ir, no tarda en agradecerme y dirigirse hasta ahí.

Cuando ella regresa estoy por ir a tomar los pedidos pero otro hombre entra, ocupando la última silla libre del reservado, la cual se encuentra en la cabecera de la mesa.

Su postura es imponente y demandante, me causa unos pocos escalofríos el solo verlo.

-

¿Alessa? Ve a tomar los pedidos. - me habla Mía.

Asiento y me dirijo al reservado, les sonrió y la mayoría de ellos me la devuelven, excepto el último en llegar.

Amargado.

-

Buenos días, ¿Qué van a pedir?

Voy anotando sus pedidos uno por uno y cuando llega el turno de aquel hombre por primera vez levanta su mirada y me mira, el verde que me observa me provoca extrañas ganas de correr pero a su mismo tiempo saltar sobre él.

-

¿Me escuchas? - la voz impotente me sobresalta y me pongo recta en mi lugar.

-

¿Podría repetirme? Lo siento.

Asiente lentamente y vuelve a decirme lo que quiere, evito mirar sus ojos esta vez y con rapidez me dirijo al mostrador.

-

¿Qué ha sido eso? Nunca te pierdes a la hora de un pedido. - me dice Arthur al llegar a su lado.

-

No lo sé, no dormí bien y estoy un tanto distraída.

Comienzo a preparar todo lo que pidieron junto a Mia y me ayuda a entregarlo, me toca darle su pedido a aquel hombre que me pone los pelos de punta, lo pongo frente a él y espero un agradecimiento como los demás, pero tal parece que eso no va a pasar.

-

Que lo disfruten.

Vuelvo al mostrador y espero a la llegada de más clientes para ocupar la cabeza en otra cosa que no sea en la persona maleducada que encabeza la mesa del reservado.

Es algo extraño y que nunca me ha pasado, como Arthur anteriormente dijo, ni siquiera con el primer cliente que atendí, siempre estuvieron presentes los nervios, sin embargo nunca me equivoqué o perdí con un pedido.

Suspiro frustrada y preparo un café helado qué acaban de pedir, la chica que me lo pidió me sonríe agradecida cuando se lo entrego luego de que haya pagado.

-

Que tengas un lindo día. - no es la primera que se comporta tan amable sin embargo no deja de sorprenderme el hecho de que las personas lo sigan siendo.

-

Igualmente.

Me llaman a la mesa del reservado y, casi temblando, voy.

-

Ya hemos terminado ¿Podrías levantar y traer la cuenta?

Una acompañante de los hombres es la que me habla y en su mirada se ve el desprecio, mantengo mi cara de inexpresiva y asiento, comenzando a levantar todo.

En un segundo les traigo su cuenta.

-

Annalisa, no tienes porque hablarle con ese tono. - escucho la voz de la chica que me preguntó dónde se encontraba el baño mientras me dirijo a dejar las cosas en la cocina.

Cuando regreso con la cuenta estoy por hablar pero me interrumpen.

-Démela a mi, yo voy a pagar.

Asiento y se la doy, intento no mirarlo cuando me pasa una tarjeta de crédito, la cual me llevo para que Arthur procese el pago. Antes de entregársela me permito mirar el nombre, para así dejar de llamarlo hombre impotente o amargado.

Egan A. Volkov

El apellido es ruso si no me equivoco... bonito nombre.

Le entrego la tarjeta a Arthur y espero a que me la devuelva así que nuevamente me dirijo a la mesa, ya se están marchando algunos, le devuelvo lo suyo a Egan, junto con su comprobante.

-

Gracias, muy rico todo. - levanta un poco la comisuras de su boca y creo que va a sonreír pero no lo hace.

Al menos agradeció.

-

Gracias a ustedes.

Voy hacia una mesa que me está llamando y cuando me volteo ya se ha ido.

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