Dulce/C3 Capitulo 3
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C3 Capitulo 3

La cena transcurre escuchando todo lo bueno que tiene que decir Arthur acerca de su familia y su día a día.

Me sorprende el orgullo con el que describe las actitudes de sus hermanos pequeños.

Yo nunca tuve hermanos y creo que es lo mejor, aunque aveces me sentía tan sola en aquella casa que no me hubiera venido mal un hermano.

- ¿Y que hay acerca de tu familia Aless? Lo siento, hablé tanto de mi que no pregunté por ti. - le da un sorbo a su copa de vino.

- No me gusta hablar de mi familia y no te molestes, me gustan tus anécdotas. - trato de que mi sonrisa no se note demasiado forzada.

- Oh... está bien, bueno

- Oh... está bien, bueno hace dos navidades mi hermano Kyle se cayó del árbol, fue algo tan gracioso, obviamente nos reímos cuando regresamos del hospital, le enyesaron la pierna todo el invierno. - al parecer no tiene problema alguno en seguir hablando de él.

Y no me sorprende, llevo tres años conociéndolo y nunca le da la oportunidad a la otra persona de decir un dato acerca suyo. Es un chico tímido pero su tema principal siempre va a ser su vida misma.

No lo juzgo porque si yo tuviera una vida tan grandiosa como la suya también la presumiría tanto.

Su familia es estadounidense, vinieron a Escocia en busca de un mejor trabajo y buen futuro para sus hijos pero un mes al año siempre vuelven a su país. Especialmente en diciembre, ya que pasan las fiestas allí.

Mientras yo las paso sola, para mí es una noche como cualquier otra hace muchos años, veo películas navideñas y me embriagó sola en la sala. Una sonrisa melancólica se me escapa al recordar todas las veces que le grite a la televisión por el hecho de mostrarme una navidad en familia tan bonita, cuando para los que no la tenemos es una tristeza.

> Y entonces mamá dijo; "dejen a ese pobre animal que los puede morder" y efectivamente, me mordió.

Asiento a todas las palabras que salen de la boca de Arthur, aunque no las este escuchando en absoluto, físicamente me encuentro en ese restaurante en el centro de Edimburgo, mentalmente estoy fantaseando con estar en casa, acostada y escribiendo un nuevo capítulo de mi libro.

Uno de los tantos libros que tengo escritos pero que nadie más que yo ha leído. Me sorprende la capacidad e imaginación que tengo cuando no debería de sorprenderme ya que simplemente escribo las diferentes vidas que me hubiese gustado tener.

¿Quién no hace eso? Cuando escribimos una historia o simplemente la leemos, queremos ser protagonista de aquel cliché romántico o aquel romance prohibido que le da sabor a la vida del personaje.

El mundo literario es algo magnífico, y no muchos tienen el privilegio de ser participe de él.

(...)

Arthur me deja frente a la puerta de mi apartamento y veo como se retuerce las manos nerviosamente.

- Esto... he pasado una bonita velada junto a ti.

Le sonrió cuando veo como sus mejillas toman un color rosado.

- Igualmente, que tengas una linda noche Arthur. - beso su mejilla antes de entrar a casa.

- Igual tú. - escucho como susurra a mi espalda antes de que cierre la puerta.

No es por ser mala pero él no me gusta en absoluto, se que esperaba un beso de mi parte pero no quiero meterme en ese terreno de salir con el jefe.

Me despojo del vestido y me quito el poco maquillaje que tengo, bostezo a la vez que me tiró a la cama en ropa interior. Esta noche no hace tanto frío por lo que podría dormir así.

Me estiró y agarró uno de los cuadernos en los que suelo escribir, este es el último, dónde tengo escrita mi última historia.

Aún no le he encontrado un título pero espero pronto hacerlo, comienzo a escribir una nueva página.

" Cansada de la rutina y de la falta de acción en mi vida, miro aquellos ojos color esmeralda que provocan que las palmas de mi mano suden. "

Cierro los ojos y esos ojos color verde vuelven a mi mente, inspirándome a describir al amor de mi protagonista.

(...)

Al llegar al trabajo la cafetería se encuentra más llena de lo habitual a este horario.

Me posiciono al lado de Mía, dejando el bolso atrás y colocándome rápidamente el delantal.

- Que extraño que haya tanta gente.

Mi compañera asiente, reponiendo los dulces.

- Creo que hay un puesto vacante súper importante en la editorial de aquí a la vuelta, entonces antes de la entrevista todos los futuros empleados pasan a por un café.

Observo a todos los clientes, se encuentran bastante bien vestidos, de manera formal y elegante, no termino de repasar el lugar cuando alguien se acerca al mostrador, un chico pelirrojo con ojos color miel me sonríe dulcemente.

- Hola bonita, ¿Me podrías dar un cappuccino?

Al decirme bonita no lo hace de forma atrevida, lo dice hasta tierno, le devuelvo la sonrisa y asiento, preparando su pedido en la máquina.

- ¿Algo más?

- Eso es todo, aunque podrías darme un poco de suerte, voy a por mi primer empleo después de la carrera universitaria.

Le entrego el cappuccino después de que paga por él.

- En ese caso espero tengas mucha suerte.

- Confío en ti. - pone dinero en el frasco de propina y se da media vuelta en dirección a la puerta.

Carrera universitaria... era con lo que más soñaba cuando era chica, anhelaba ser una universitaria, estar metida en la biblioteca, el hecho de pensar en todos los libros que podría encontrar allí hacia que la desilusión se instalará en mi cuerpo.

Porque la vida se puso en mi contra y era o estudiar o trabajar, no podía ambas, sobre todo porque mi trabajo en aquel tiempo era de la mayor parte del día y no pude prepararme académicamente para pedir una beca.

La mañana transcurre bastante rápido, estuvimos Mía y yo solamente ya que Arthur tenía asuntos que hacer y vendría más tarde, al mediodía estoy a punto de almorzar cuando el timbre de la puerta suena, anunciando nuevamente la llegada de alguien.

Egan hace acto de presencia en el lugar, se acerca a paso lento hacia el mostrador en el que me encuentro, a punto de comer un sándwich, y me sonríe levemente, al igual que ayer.

Es casi invisible esa sonrisa pero está ahí, yo la veo.

- Hola, estuve ocupado a la mañana y no pude venir a desayunar así que estoy hambriento ¿Qué hay para almorzar?

Abro los ojos sorprendida y dejo mi almuerzo de lado para atenderlo.

- Hola, hay sándwiches de cualquier cosa que desee o los panes rellenos, junto a un jugo del sabor que usted quiera, no tenemos mucha variedad en almuerzos ya que es una cafetería y nos especializamos en eso. - le sonrió amablemente y él arquea una ceja antes de mirar mi sándwich que deje a un lado.

- Está bien, quiero el mismo sándwich de usted y un jugo de naranja, cóbreme ahora.

Que demandante.

Acepto la tarjeta que me entrega y la cobro frente a sus ojos, se la devuelvo y le doy el comprobante.

- En unos minutos estará listo su pedido, puede ir a esperar a una mesa.

Asiente y se dirige a la misma mesa en la que se sentó ayer, yo me siento desfallecer, quiero sentarme a comer tranquila pero a su misma vez siento que no voy a poder comer tranquila con los nervios que me provoca ese hombre.

Le preparo el sándwich de pollo con verduras que estaba comiendo yo y también el jugo, cuando se lo llevó deja el celular de lado al verme venir, ya que está vez no se encuentra de espaldas a mi como ayer.

- Aquí tiene señor Volkov.

No separa la vista de mi rostro mientras le coloco el plato y el vaso frente a él, simplemente se dedica a mirarme.

- Muchas gracias Alessa.

Ignoro un grito interno al escuchar mi nombre ser pronunciado de esa manera tan sensual y salgo rápidamente de ahí, refugiándome en el mostrador y en mi almuerzo pero sigo sintiendo su mirada.

- ¿Otra vez él aquí? - Mía sale de la cocina y yo me encojo de hombros como respuesta a su pregunta, sin dejar de masticar mi almuerzo.

Y de esa manera transcurren dos semanas, no hay día en el que Egan no falte, si no va a desayunar va a almorzar y siempre pide lo mismo que esté comiendo yo en ese momento.

Lo veo todos los días excepto los domingos, que obviamente cerramos. En esas dos semanas nunca falta una indirecta o un coqueteo por su parte, lo cual me pone roja cuál tomate.

Hoy es lunes nuevamente y me he arreglado, por primera vez en los tres años que trabajo ahí. Maquillaje casual y la ropa es un poco más ajustada que lo que normalmente llevo.

Una parte de mi sabe exactamente porque decidí vestirme y arreglarme de esta manera pero la otra no lo va a admitir jamás.

- Alessa... ¡Por dios! Que divina, bueno, lo estás siempre pero el delineador resalta el azul de tus ojos. - Mía me abraza y yo me río en su hombro.

- Solo me puse un poco.

Arthur me ve y se acerca rápidamente, en estas dos semanas ha estado insoportable pegado a mi, no para de querer que tengamos una "segunda cita" como tampoco se me despega, ya parece mi propia garrapata.

- Que hermosa estás Aless, si has querido impresionarme créeme que lo has logrado.

Trato de no rodar los ojos y le sonrió falsamente.

- Era justamente lo que quería.

Paso por su lado y voy a dejar mis cosas y colocarme el delantal, dispuesta a comenzar una semana perfecta, hoy me he despertado con ganas de arrasar con todo, cosa que no pasa muy seguido ya que soy bastante cambiante.

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