Dulce/C4 Capitulo 4
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C4 Capitulo 4

La mañana transcurre tranquila y no hay señales de Egan, el que si vino fue el chico de hace dos semanas, diciéndome que le dieron el trabajo y que es todo gracias a mi, llamándome su ángel de la buena suerte.

¿Si quiera existe el ángel de la buena suerte?

De todas formas mi animo está a punto de bajar cuando ya he terminado mi almuerzo y el timbre aún no suena avisándome que ya está aquí.

Quizá estoy loca, quizá no venía todos los días al local por mi, ya veo cosas donde claramente no las hay. Voy a limpiar las mesas qué acaban de desocupar y mato el tiempo.

Observo la hora y ya mi turno está por acabar, van a ser las 16 de la tarde. Frustrada comienzo quitarme el delantal, el escote de la blusa es algo que me hace bufar. Me siento tan patética.

El timbre de la puerta suena y levanto la mirada aburrida pero ahí se encuentra Egan, quien se detiene al verme antes de continuar su paso, se apoya en el mostrador y me sonríe de costado.

- Hola, me gustaría...

- De hecho mi turno termino, estoy por irme como verá. - lo interrumpo y le señalo el bolso que acabo de colgar en mi hombro.

- Pero si ni siquiera escucho lo que iba a pedir.

Suspiro y me acerco más.

- Bien, ¿Qué era? Quizá puedo servirle e irme.

Él me sonríe coqueto antes de responderme.

- Me gustaría una cita contigo.

Casi me atraganto con mi propia saliva al escuchar esas palabras salir de su boca.

¿Escuche bien o me morí y estoy alucinando?

> ¿Está bien? Se ha puesto pálida.

Sus ojos verdes se muestran preocupados a la vez que estira el brazo para tocar un instante mi mejilla, rápidamente me recompongo y me alejo del calor de su mano.

- Lo siento... no creo que sea lo correcto.

Frunce el ceño.

- ¿Pero por qué? ¿Acaso no nota la química? Permítame una sola cita, por favor. Y he de decir que no soy hombre de pedir cosas, pero hoy me siento inspirado a ello, venía ansioso de escuchar su aceptación.

Me retuerzo los dedos nerviosamente y siento mis neuronas trabajando, buscando un pro o un contra a aceptar una cita con un cliente.

Pero ¿Por qué le doy tantas vueltas a algo que, claramente, quiero? Después de todo me arregle para verlo.

- Está bien... ¿Cómo sería la cita?

Me sonríe abiertamente y me entrega su mano.

- Soy un suertudo al verla antes de que se vaya.

Asiento y dudo en tomar su mano, pero finalmente lo hago, le aviso a Mía que me voy cuando ella aparece , mira mi mano entrelazada con la de Egan y su ceño se frunce pero no alcanzo a escuchar su respuesta porque ya estoy saliendo del lugar.

Fuera de la cafetería hay un auto deportivo bastante llamativo, Egan me abre la puerta del copiloto soltándome la mano y me indica que me suba, lo hago con mil dudas aún rondando por mi cabeza.

Se posiciona en el asiento del conductor y enciende el auto, soy la primera en hablar.

- Tengo que ser sincera, todo esto se me hace muy extraño, digo, somos desconocidos.

El sonríe sin despegar la vista del camino, hoy he visto esa sonrisa más veces que en dos semanas.

- ¿Qué le parece dejar de serlo? Soy Egan Volkov, nací en Rusia y tengo 28 años, es un placer señorita...

Espera a que le responda, como si fuese la primera vez que nos vemos, reprimo una pequeña risa y le sigo el juego.

- Alessa Glenn, nacida aquí en Escocia y tengo 26 años, el placer es todo mío señor Volkov.

Se ríe y creo que mi corazón se detiene por un momento al escuchar ese sonido salir de entre sus labios.

- Bien Alessa ¿y si dejamos de tutearnos? Ya no somos desconocidos.

Asiento antes de responderle.

- ¿A dónde vamos? - él dobla hacia el centro y mi curiosidad aumenta.

- Bueno... es temprano para cenar y no quería que le dieras muchas vueltas al asunto de una cita conmigo así que pensé en tomar un helado, sino hay una galería de arte que acaba de comenzar. -mira su reloj.

Frunzo los labios antes de responderle.

- Lo de la galería de arte me gustaría.

- Una caja de sorpresas. - susurra antes de doblar nuevamente en dirección a nuestro destino.

Suspiro y miro por la ventana, mi móvil suena y lo tomo desconfiada al ver el número de mi padre. Con las manos temblando respondo.

- ¿Hola?

- Necesitamos que pases por casa estos días, queremos adquirir un auto y, nuevamente, requerimos tu firma.

- De acuerdo.

Cuelga y mi humor decae, últimamente siempre es lo mismo, me hago cargo de sus adquisiciones y vuelvo a ser una desconocida para ellos. Muchas veces me gustaría negarme pero eso significa no verlos más y son mis padres, los quiero.

- ¿Estás bien?

Me había olvidado de la situación actual, miro a Egan, que me mira de reojo con el ceño fruncido.

- Si... solo, un problema. - suelto una risita nerviosa y él estira la mano para apretar mi rodilla.

- No quiero ser entrometido ni precipitado, pero si ese problema te pone de esta manera quizá pueda ayudarte a solucionarlo.

- Créeme, no puedes, nadie puede.

Saca la mano de mi rodilla y vuelve a ponerla sobre el volante, apretando un poco, el silencio se ha vuelto un tanto incómodo y estoy por hablar cuando él lo hace.

- Llegamos.

Abro la puerta cuando nos estacionamos y salgo del vehículo, Egan no tarda en aparecer a mi lado tomando mi mano.

Entramos al edificio y una chica se nos acerca.

- Hola señor Volkov, su madre no aviso que vendría - me mira recelosa. - ni tampoco que con compañía.

Me siento pequeña a su lado, las curvas adornan su cuerpo y es hermosa. Nunca me considere fea pero mi autoestima baja al verla.

- Pues cambie de opinión a último momento, nos gustaría unos tragos, estaremos viendo los cuadros.

La chica asiente y se da media vuelta mientras Egan me hace caminar hacia el interior de la galería, a cada lado de nosotros se pueden apreciar cuadros abstractos o retratos, son bastante hermosos.

Abro los ojos hacia el cuadro del final del pasillo e instantáneamente aceleró el paso hacia allí, escucho a Egan soltar una risita al verme tan entusiasmada.

Los protagonistas del cuadro son un par de ojos verdes, los mismos con los que sueño casi todas las noches, el fondo es de una mezcla de colores pasteles que hace que el color de los ojos resalte todavía más.

- ¿Te gusta este?

Asiento y leo el título.

Mi primer gran amor.

Frunzo el ceño tras leerlo y lo miro, un sentimiento extraño se ha apoderado de mi pecho.

- ¿Conoces a la artista? - él sonríe de lado antes de responder.

- Si, hace exactamente 28 años cuando llegue al mundo.

- ¿Qué... - soy interrumpida por el grito de una mujer que viene hacia nosotros.

- ¡Egan Andreus Volkov! ¿Cómo no me avisas que vas a venir a ver a tu madre? Tiempo sin saber de ti.

Me alejo unos pasos cuando ella se abalanza sobre Egan, abrazándolo y llenándole la mejilla de besos.

Es cuando ella se da vuelta que me doy cuenta del parecido que tienen ambos, principalmente con el color de sus ojos, aunque los de ella se ven más opacos.

> ¿Y tú quién eres preciosa?

Estoy por responderle cuando Egan se me adelanta.

- Ella es Alessa, una amiga.

La mujer me sonríe con dulzura antes de acercarse y envolverme en un cálido abrazo. El pecho se me oprime al sentir el cariño de una madre en dicho encuentro, algo que prácticamente toda mi vida, he querido sentir.

- Soy Agatha Volkova, la madre de este insensible.

- Es un placer señora Volkova. - las mejillas se me tiñen de rojo al sentir la mirada de su hijo en mi a todo momento.

- Bien, no los molesto más, disfruten de mi arte. Ha sido un placer Alessa, espero volver a verte. - veo como le guiña un ojo a Egan antes de retirarse.

Él se acerca y apoya dulcemente su mano en la curva de mi cintura.

- ¿Seguimos?

- Claro.

Y estamos aproximadamente una hora más en la galería, dónde quedó maravillada con cada cuadro que veo, realmente su madre es excelente en lo que hace, y se apasiona, se nota que le gusta. A la hora que me deja en mi casa ya está anocheciendo, bajo del auto y no pasa mucho cuando lo tengo junto a mi.

Es bastante rápido cuando quiere.

- Muchísimas gracias por esta tarde Egan, me divertí mucho.

Coloca un mechón de cabello tras de mi oreja y se acerca un poco más a mi.

- La siguiente cita será real, sin mi madre y una cena en un lindo lugar.

Siguiente cita... esas dos palabras quedan rondando en mi cabeza unos instantes hasta que lo noto más cerca, nuestras respiraciones se juntan y él parece pedirme permiso para dar el siguiente paso pero soy yo la que lo da.

Le doy un casto beso en los labios y me alejo con una sonrisa.

- Buenas noches Egan. - casi quiero reír al ver su cara de póker mientras me dirijo a la puerta del edificio.

- Eres cruel Alessa.

- Eso dicen.

- Buenas noches. - es lo último que escucho que dice porque ya me encuentro subiendo las escaleras.

Me siento flotando en una nube, ha sido una verdadera escapada de rutina.

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