Dulce/C5 Capitulo 5
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C5 Capitulo 5

Una enorme sonrisa parece que va a partir mi rostro en cualquier momento, saludo con un abrazo a Mía y me coloco el delantal tarareando una canción.

- Alguien se encuentra feliz. - tararea re-organizando unos dulces.

- Feliz es extremo, estoy simplemente de buen humor. - le restó importancia y me meto a la cocina para empezar a preparar los panes.

El día de hoy nos tocó ir un poco más temprano, el local aún se encuentra cerrado y lo abriremos nosotras en una hora, esto porque supuestamente Arthur no se encuentra en la ciudad y ha ido a las afueras para ver a sus padres, los dueños de la cafetería.

- Intenta ocultarlo todo lo que quieras pero, ¿Esto se debe al hombre con el que te has ido ayer? Parecía bastante entusiasmado de estar tomando tu mano.

- ¿En serio? - me giro hacia ella con la mirada seguramente ilusionada y se ríe.

- Si y es bonito ver tu entusiasmo, siéndote sincera los shippeaba más a ti y a Arthur pero nunca te vi con la mirada más iluminada como ayer así que cuéntamelo todo, tenemos una hora completamente solas.

Me río y le comienzo a relatar todo lo sucedido los últimos días con Egan y lo nerviosa que me encuentro debido a no saber si me está tomando el pelo o qué. Porque no es muy difícil darse cuenta de las diferencias sociales y de lo que opinaría la gente al respecto con verme de la mano con un hombre así.

- Primero y principal, a ti debe importarte una pila de mierda lo que opinen los demás acerca de Egan y tú. Él ya dejó en claro que le gustas.

- Pero no me conoce Mía - relleno los panes - y yo tampoco lo conozco a él, no puedo decir que es un buen hombre si solo hemos intercambiado, como mucho, treinta palabras.

Mi amiga rueda los ojos antes de ayudarme.

- Entonces, ¿Qué estás esperando para que se conozcan mutuamente? No le des tantas vueltas a algo que seguramente tiene futuro.

- Te ves más ilusionada que yo.

- ¿Qué puedo decir? Soy team Eganssa.

Aprieto los labios para evitar que una risa escandalosa salga de mi.

- ¿Te acabas de inventar un shipp?

- Así soy yo.

Al final ambas estallamos en carcajadas y comenzamos a hablar de ella y de su fin de semana en casa de sus padres, también mencionamos que necesitamos ir de compras para la fiesta que le van a hacer a la bebé de Julliet.

- Ya va a cumplir un mes de nacida, ¿Viste lo preciosa que es? Se parece mucho a Matthew.

- Julliet también es muy hermosa.

Entre tanta charla llega la hora de abrir, terminó de acomodar las últimas meses mientras Mía levanta las cortinas y comenzamos con el trabajo duro, antes éramos cuatro y era todo más ameno, hoy somos nosotras dos.

(...)

- ¿Algo más señor? - le entrego el café negro.

- No, nada más. - me paga y deja un poco de propina antes de salir del local.

Miro el reloj en la pared, el cual marca que ya estamos a mitad de la hora del almuerzo y no hemos podido probar bocado de nada.

Mi estómago empieza a gruñir en protesta, exigiendo que coma algo pero tres personas se adentra al local y ahí se va mi pequeña oportunidad de alimentarme.

Egan no aparece en lo que resta del día y, en parte lo agradezco, estoy demasiado desastrosa, ha sido un día duro. Mía baja las cortinas y yo me tiró a un sofá que se encuentra en la esquina del local.

- ¿Podemos comer antes de irnos? Siento que si hago un paso fuera del local me desmayaré.

Mia se ríe y asiente, yendo a buscar algo de lo que sobró hoy, me entrega un sándwich de pollo y verduras y la boca se me hace agua, no llegue a desayunar y, prácticamente no como desde anoche.

- No sé si es el hambre, pero esto frío está delicioso. - habla Mía con la boca llena.

(...)

Salgo del súper con las manos llenas de las bolsas que son la compra de la semana, artículos de limpieza y comida. Necesito abastecer el apartamento, quizá no es mucho pero es lo suficiente para mí.

Paso por una librería y mis ojos se iluminan al ver un libro que siempre he querido leer y nunca he podido. Nerviosa me adentro y con una sonrisa amable le pregunto el precio a la agradable mujer.

- £20 señorita.

Frunzo los labios, era obvio que no me iba a alcanzar.

- Gracias, que tenga lindo día.

Salgo del lugar recordándome que tengo un sueldo bajo, que pertenezco a la clase baja y que nunca podré darme el lujo de ver algo que me gusta y comprarlo.

Cuando estoy llegando al apartamento veo el auto de Egan estacionado frente, frunzo el ceño y en ese momento él se baja del auto, con otro traje, seguramente carísimo, y con el típico porte elegante que lo caracteriza.

- Hola, ¿Qué tal ha ido tu día? - me sonríe de lado.

- Hola, no sabría que responderte, ¿El tuyo? - me paro frente a él y le doy un pequeño beso en la mejilla.

- Agotador - ve las bolsas en mis manos - permíteme ayudarte.

Me quita las bolsas fácilmente y con la cabeza me indica que entremos a mi edificio, como estoy cansada para contradecir lo hago, abro la puerta y él está caminando directo hacia el ascensor pero lo detengo.

- No funciona, hay que usar las escaleras. - asiente y me sigue.

Subo antes que él y siento su mirada en mi culo mientras pasó los escalones pero prefiero no pensar mucho en eso como algo malo ya que mi cuerpo reacciona de forma diferente.

Cuando me detengo frente a mi puerta dudo en abrirla ya que no sé si sea a lo que él, seguramente, esté acostumbrado.

- Alessa, abre la puerta por favor.

Lo hago y entro, cuando Egan entra espero ver una mirada asqueada al ver el lugar pero es todo lo contrario, mira a su alrededor y sonríe un poco. El lugar cuando lo alquile era un total desastre, tuve que juntar muchos ahorros para comprar el pequeño sofá que tengo en la sala, y otros muebles también, me la paso limpiándolo para que no se encuentre sucio nunca.

Le indico dónde puede dejar las bolsas y comienzo a sacar todo lo que compre bajo su atenta mirada. Decido romper el silencio.

- ¿A qué has venido?

- Bueno, te dije que la siguiente cita sería una cena, ¿Estás muy cansada para salir? ¿O podemos cenar aquí? Si no te molesta claro, podemos cocinar algo juntos.

No me molestaría salir pero la molestia de que me juzguen o critiquen sigue ahí, aparte que no tengo vestidos bonitos y elegantes para acompañar a su traje.

- Cenemos aquí. - le sonrío.

(...)

- Y Dmitri se reía mientras yo me estaba muriendo de un coma alcohólico, y no solamente eso, también ahogado. Él estaba demasiado colocado, al otro día, después de la preocupación, mi madre nos dio un largo discurso acerca de las drogas y el alcohol, también nos castigo todo el verano. Pero créeme, valió la pena.

Creo que nunca me había reído tanto en una cena, me he atorado con spaghetti en más de una ocasión, lo cual es bochornoso.

- ¿Y tú? ¿Tienes alguna anécdota loca de adolescente?

Egan no habla de él mismo, siempre pregunta por mi y tampoco hace preguntas directas acerca de mi familia, lo que, sinceramente, me fascina. No quiero hablar de ellos, no cuando se que tengo que verlos estos días y me tiraran más mierda.

- Bueno... una noche había ido a una fiesta y también fue un chico que me gustaba, él era el típico badboy que se ve en las películas y se lee en los libros. Se estaba fumando un porro y para impresionarlo también me fume uno, pero el problema fue que era la primera vez y terminé haciendo cosas demasiado estúpidas, inclusive lo vomité, nunca más lo vi a la cara.

Se ríe a carcajadas y no miento al decir que es la risa más linda que he escuchado nunca.

El celular suena a mi lado y el nombre de mi madre se muestra en la pantalla, doy vuelta el aparato y me concentro en él.

- ¿Qué te gusta hacer en tus tiempos libres? - me pregunta antes de darle un sorbo a su copa de agua.

- Me gusta leer y escribir, créeme, escribo demasiado. - me río un poco.

Su ceja se alza y se muestra intrigado antes de inclinarse un poco sobre la mesa y mirarme fijo a los ojos.

- Muéstrame lo que escribes.

Toda la sangre fluye a mis mejillas, poniéndome colorada al instante. Mis historias son de romance erótico principalmente, no sé si quiero que él lea eso.

- Eh... no creo que pueda.

- Ahora me intrigue todavía más, por favor. - me hace ojitos y en vez de compadecerme suelto una pequeña risa.

- Está bien, te daré un cuaderno con una historia, no quiero que me digas por qué parte vas ni tampoco me digas que opinas y luego me lo traes nuevamente.

Me sonríe abiertamente.

- Te lo juro que eso haré.

Desaparezco en mi habitación y busco alguna historia que no me avergüence tanto.

No debes de sentirte avergonzada por ser quién eres.

Callando mis pensamientos lo agarro, la termine de escribir hace dos días, me inspire un poco en Egan en los capítulos finales y aún no tiene título. Suspiro pasando un poco las páginas para ver cuan grande es el índice sexual aquí.

- Creí que me pasarías un archivo PDF pero veo que lo escribes en cuadernos. - pasa los ojos por todo mi estante antes de acercarse.

Instantáneamente mi cuerpo completo comienza a temblar y él no se inmuta, coloca ambas manos a cada lado de mi cintura y me pega a su cuerpo, el cuaderno es el único que nos separa un poco.

- No tengo computadora y tengo bonita letra, no podría desperdiciarla.

Me sonríe y baja la cabeza, inconscientemente me acerco aún más a él, nuestras respiraciones se juntan y si solamente nos acercamos un centímetro más nuestros labios se chocan.

- Eres muy hermosa.

El verde de sus ojos brillan sin despegarse del azul de los míos y ya no aguanto más, cierro los ojos y junto nuestros labios, los suyos se mueven demandantes sobre los míos, apretando mi cintura con fuerza para pegar aún más nuestros cuerpos.

Profundiza el beso uniendo nuestras lenguas, sube una mano hasta mi nuca y guía el beso a algo demandante y duro, mojándome las bragas instantáneamente. Cuando nos separamos por falta de aire nuestros pechos bajan y suben con fuerza, mis mejillas están rojas y sus labios igual. Está por acercarse nuevamente cuando su móvil suena. Lo saca del bolsillo de la chaqueta y lo coloca en su oreja.

- ¿Hola? Estoy en algo importante Dmitri, ¿que mierda hiciste ahora? - nunca escuché ese tono en su voz y asusta un poco, me alejo unos pasos y él se pasa el mano por el pelo, desordenándolo. - iré pero será la última vez que te salvó el culo, te advierto para que empieces a hacer las cosas bien.

Cuelga la llamada y me mira enojado pero trata de suavizar el semblante.

> Lo siento linda, debo irme.

- ¿Está todo bien? - no puedo evitar preguntar.

- Si, buenas noches. - se acerca más y besa suavemente mis labios antes de quitarme el cuaderno de las manos. - lo leeré.

- Buenas noches.

Me sonríe y se da media vuelta saliendo de mi habitación, al cabo de un rato se escucha el sonido de la puerta. Joder... que día, y que noche, hoy dormiré como un bebé.

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