Dulce/C7 Capitulo 7
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C7 Capitulo 7

¿Alguna vez creyeron que la vida que están llevando no es la adecuada? ¿O que tomaron decisiones que afectarían su futuro? Pero no pueden hacer nada para cambiarlo. Pensamientos de los errores que tome inundan mi cabeza en el camino de vuelta a casa, el peso de saber que si no fuese tan cobarde podría tener una vida diferente, más dinero para adquirir buenas cosas.

Suspiro resignada, tengo veintiséis años y no veo un buen futuro en mi vida ya, pasaré el resto de mis días siendo mesera, no digo que sea un trabajo indigno, lo amo, pero siempre soñé con más que servir a otras personas. El maullido de un gato interrumpe mis pensamientos y miro a ambos lados intentando buscar de dónde viene dicho sonido, una caja en una esquina se mueve y mi corazón se hace chico en mi pecho mientras me acerco despacio hacia ella.

Abro la caja y en su interior se encuentra un gatito que ha de tener pocos días de nacido, es gris con el pecho blanco y tiene las patas también blanquitas, como si fuesen guantes. Él sigue maullando y lo tomo en mis brazos.

- ¿Qué pasa bebé? - miro a mi alrededor y parece que lo han dejado aquí hace no mucho tiempo.

No quiero dejarlo aquí nuevamente, muchas cosas feas podrían sucederle por lo que lo abrazo bien a mi cuerpo y comienzo a caminar, retomando el camino a casa. Apenas tengo dinero para mi pero un gatito supongo que no me dará tanto gasto, aparte necesito compañía. Abro la puerta del apartamento y el animal ya ha dejado de maullar, lo coloco en el piso luego de armarle una camita improvisada con alguna ropa que ya no uso y lo mantendrán calentito.

Voy a la heladera y saco la leche para calentarla un poco y darle, preguntándome hace cuánto que no comerá. Le sirvo en un pequeño recipiente y lo ayudo a que tome, lo acaricio lentamente, pensando en que nombre ponerle. No tardó mucho pensándolo ya que por sus patitas blancas a diferencia de su pelaje gris.

- ¿Te gusta guantecitos? A mí sí.

El momento es interrumpido con el sonido de la puerta, me levanto y me dirijo a ella para abrirla esperando encontrarme a Egan tras ella pero en su lugar veo a un hombre con un uniforme de empleado y una caja en sus manos.

- ¿Señorita Alessa Glenn?

- Soy yo.

- Le traigo un pedido, firme aquí. - me extiende un papel y lo miro extrañada.

- Yo no pedí nada, no tengo como pagar lo que se que haya ahí.

- Ya se encuentra pago, por favor firme.

Frustrada firmo, le devuelvo el papel y él me entrega la caja luego de decirme que disfrute mi compra, entro cerrando la puerta con el pie y coloco la caja encima de la mesa.

- ¿Vemos que es? - le hablo al gato, quien ha empezado a recorrer el lugar a pasos torpes.

Saco una tijera y abro, lo primero que veo es un sobre, frunzo el ceño y lo abro, una nota hay dentro.

Señorita Glenn:

Permítame tomarme el atrevimiento de obsequiarle esto para que no prive el mundo de sus obras, voy por la mitad de la historia que me ha dado y me ha atrapado, llegaría más lejos escribiéndolas digitalmente. Abajo le adjunto mi dirección de mail para que pueda hablarme.

[email protected]

Espero que le guste y le de buen uso.

Egan A. Volkov

Dejo la nota de lado y comienzo a negar con la cabeza.

- No, no, no, no lo hizo.

Saco la caja que se encuentra debajo y ya se lo que es, cierro los ojos con fuerza mientras la abro y una nueva MacBook air 13 me da la bienvenida.

Trago grueso cuando la abro y veo lo linda que es pero no me la puedo quedar, es demasiado dinero y yo no soy una aprovechada.

La cierro y siento el corazón latiendo con fuerza contra mi pecho.

Otros regalan flores, peluches o chocolates, y este loco me viene con una puta MacBook.

(...)

- ¿Pero por qué no puedes aceptarla? - Mía me cuestiona en el trabajo.

- Porque no, va contra mi moral, ¿Qué clase de mujer se piensa que soy? Es un regalo muy caro, tampoco se apareció por casa anoche, seguro sabía que se la iba a tirar por la cabeza.

Comienza a reírse mientras limpia el mostrador.

- No tirarías tanto dinero contra la cabeza de alguien, si quieres dámela a mi.

- No Mía, se la voy a devolver, apenas la abrí y la volví a meter a su caja.

Y es cierto, me he pasado toda la noche hablando con mi nuevo gato acerca de los pensamientos que seguramente ha de tener Egan con respecto a mi.

Le mostré mi hogar, si, es humilde, no es mucho pero es mío, no quería que se compadezca y me regale un piso, al igual que cuando le dije que escribía en cuadernos, no le estaba pidiendo una puta MacBook.

Solo estaba compartiendo parte de mi con él, adentrándolo un poco a algo que seguramente él desconoce.

Voy a atender a una mesa que acaba de ser ocupada y mientras lo estoy haciendo la puerta se abre y el timbre anuncia la llegada de alguien, lo siento antes de verlo, al voltearme en dirección al mostrador ahí lo veo, sentado en la mesa de siempre, sonriéndome coquetamente. Pongo los ojos en blanco y me acerco a él.

- Buen día Alessa, lamento no haber ido anoche, me ha surgido una importante reunión que no he podido cancelar, con la diferencia horaria ha sido tarde.

Me abstengo de contestarle mal y con el semblante más inexpresivo que puedo le respondo.

- No importa, ¿Quieres lo de siempre? Y por cierto, hay algo que tengo que darte, ven a casa esta noche.

La mirada se le ilumina, de seguro no ha de saber lo que voy a darle, ni siquiera se debe imaginar.

¿Ha cuántas mujeres les ha regalado algo de esa magnitud? De seguro le han agradecido hasta besándole la suela de los zapatos pero lamentablemente, yo soy la piedra en su zapato porque no me gusta que me compren.

- Si, lo de siempre, ¿Has recibido mi regalo?

- Si.

Me doy la vuelta para preparar los pedidos, Mía se me acerca emocionada y sigue intentando convencerme de no devolvérsela pero no quiero oírla.

- El día que tenga una será porque yo me la he comprado Mía, no porque un hombre me la regale a cambio de algo. - ella rueda los ojos.

- ¿Qué te hace pensar que quiere algo?

- No es muy difícil de adivinar, aún no me ha llevado a la cama. - me muevo con rapidez por la cocina.

- Aún... - Mía da pequeños saltitos y me arrebata el pedido para la mesa anterior a la de Egan. - yo me encargaré de ellos, tu atiende a tu amado.

Me guiña un ojo antes de salir y yo aguanto una risa hasta que recuerdo lo enfadada y ofendida que me encuentro, soy capaz de escupirle el café.

- Aquí tiene. - se lo entrego con gesto serio y él luce confundido.

- ¿Ha pasado algo? Hasta ayer eras pura sonrisa. - frunce el ceño.

- Hay veces en las que tengo derecho a tener un mal día Egan.

Asiente y baja la vista hacia su desayuno antes de hablar con nervios.

- ¿Por qué no me has mandado un mail? Ni siquiera tengo tu número de celular y me gustaría comunicarme contigo.

Suspiro y agarrando mi agenda escribo mi número en una hoja.

- Ahí tienes mi número, con respecto al mail, lo hablaremos esta noche.

Asiente despacio mirando el papel en sus manos.

- ¿Hice algo para que te enfades conmigo?

- No estoy enfadada, tengo mucho trabajo, nos vemos Egan, mi compañera te cobrará. - le doy una pequeña sonrisa antes de volver a la cocina y avisarle a Mia lo que debe hacer.

Los gestos de mi compañera me demuestran que tiene gana de ahorcarme.

- Se ve que es un tierno, me da hasta lastima.

- Pues más lastima me daría a mi si cree que soy una mujer interesada, ni siquiera le he preguntado a qué se dedica Mía, no me interesa saber si tiene dinero o no.

- Pues claramente lo tiene. - me sonríe de lado.

El que sea rico no es un problema pero el hecho de que gaste tanto dinero en mi si me molesta, porque significa que me ve como alguien que lo necesita. Y si, lo hago pero se que me las puedo arreglar sin ayuda de nadie, sola y con esfuerzo puedo comprarme una MacBook y muchas cosas más, no necesito de caridad.

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