Dulce/C8 Capitulo 8
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C8 Capitulo 8

El orgullo es algo dominante en cada ámbito de mi vida, o como diría Julliet, que es fan de la astrología, se debe a mi signo zodiacal, el cual es leo.

Mis pasos son decididos al momento de dirigirme a la puerta para abrirle a Egan, quien acaba de tocar. Abro la puerta de un tirón y la sonrisa dulce, del hombre que ha estado rodeando mi vida últimamente, es lo primero que veo.

- Hola.

- Hola, por favor entra.

Me hago a un lado para que él pueda entrar y un poco extrañado, debido a mi actitud, lo hace.

- ¿Sucede algo Alessa?

Cierro la puerta tras de mi y le señalo la caja que se encuentra encima de mi mesa.

- Eso sucede, y no me lo tomes a mal pero podría aceptar cualquier presente tuyo siempre y cuando sea algo normal. No lo sé Egan, unas flores, chocolate, ¿Pero uno de tal magnitud? No gracias, es mucho. Y no me vendo.

Ante lo último que he dicho note que su cuerpo se ha tensado y la sonrisa que traía se ha borrado.

- ¿Crees que estoy tratando de comprarte? ¡Solo quiero que más gente disfrute de tus obras tal cual lo estoy haciendo yo! Coloco mis brazos en jarra e intento no bajarle la mirada en ningún momento.

Por dios, es su primer pelea.

Respiro profundo y me acerco un poco a él.

- Creo en que tus intenciones son buenas pero yo puedo permitirme eso algún día, no necesito que nadie me lo regale.

- Y admiro ello de ti pero solo quiero ayudarte, no intento comprarte tal como lo dijiste, lo que me costó eso no es nada en comparación a lo que tengo en el banco.

Mi ceño se frunció ya que nunca antes había mencionado su posición económica, no era de mi incumbencia tampoco.

- ¿Eres rico? - la pregunta sale de mi boca antes de poder controlarla y su mirada se torna fría.

- Si. Soy el dueño de mi propia editorial y por esa razón venía feliz a hablar contigo y también por esa razón te di el aparato. Planeaba decírtelo de otra manera pero bueno. - su tono amargo hace que mi estómago se revuelva pero mi mente comienza a procesar sus palabras.

¿Dueño de una editorial?

De repente el aire se estanca en mis pulmones y comienzo a toser ante la idea de que le di unos de mis manuscritos a un hombre muy importante en el mundo de los libros. Rápidamente se acerca y da pequeñas palmadas a mi espalda antes de llevarme a la silla para que tome asiento, busca un vaso y lo llena de agua para luego entregármelo.

Esos gestos achican mi corazón.

- ¿Estás bromeando? - es lo primero que sale de mi boca al recomponerme.

Se ríe un poco y se sienta frente a mi.

- Bien, seré directo ya que le has quitado toda la emoción al asunto. - su mirada se muestra reprobatoria - He leído tu manuscrito, me ha encantado y me ha dejado atrapado. Lo he terminado hace dos horas en la oficina y te quería proponer algo.

Me remuevo incómoda en la silla a espera de que prosiga.

> Publicaré tu historia, solamente necesito que la pases a digital y por esa razón quiero que aceptes la MacBook. Se que se ve como una ofensa regalarte algo de tal magnitud pero no es para cortejarte pues para ello no necesito tales obsequios - me guiña un ojo y el color sube a mi mejillas - Espero aceptes, es una buena oportunidad de trabajo la que te ofrezco, dudo que quieras trabajar toda tu vida en la cafetería cuando posees tal talento, lo estarías desaprovechando.

Estoy por hablar, siento el corazón latiendo fuerte contra mis oídos, mis extremidades no se mueven y todo a mi alrededor se ha detenido. Una parte de mi quiere aceptar tal propuesta y abrazarlo hasta que deje de respirar pero la otra se niega, con miedo a que estén jugando conmigo o que me haga este favor y luego me lo eche en cara.

- No quiero que digan que mi libro se publicó debido a que estoy con un hombre importante por lo que aceptaré ya que es mi sueño pero quiero que lo que sea que tengamos se termine.

Su ceño se frunce y rápidamente niega ante mis palabras. Han sido precipitadas honestamente ya que hasta yo me sorprendi al escucharlas salir de mi boca.

- Eso no va a poder ser, lo siento Alessa pero se que aquí hay algo - nos señala a ambos - y no soy un hombre que se rinda ante el primer obstáculo.

Siento un pequeño alivio tras escuchar ello ya que me está gustando compartir mi día a día con él.

- Bien pero se mantendrá en secreto, por favor.

Asiente y en ese momento el gato comienza a maullar, el hombre frente a mi mira a todos lados en busca de dónde proviene aquel sonido y Guantes hace acto de presencia a mi lado. Lo tomo en mis brazos y lo coloco sobre mi regazo, todo bajo la atenta mirada de Egan.

- No sabía que tenías un gato.

- Tampoco sabías que querría tirarte la MacBook por la cabeza, soy una caja de sorpresas.

Se ríe y aquel sonido me hace sonreír viendo cómo sus hoyuelos aparecen.

- ¿Me la ibas a tirar por la cabeza? - inquiere divertido.

- Era uno de mis tantos planes para deshacerme de ella, lo sentí como un insulto Egan.

Su gesto serio vuelve y se estira hacia la caja que se encuentra en el centro de la mesa, saca el aparato de su interior y lo abre para encenderlo.

- Voy a configurarlo un poco y crearte un mail, mañana pide la tarde libre por favor, iré a buscarte para que vayamos a la editorial juntos.

Frunzo el ceño, nunca creí que sería todo tan rápido. Él no me presta mucha atención y no separa la vista de la pantalla.

- Creí que todo tomaba más tiempo, no ha pasado mucho desde que te di la historia.

Él levanta la mirada y me sonríe juguetonamente.

- Usualmente a mi editorial le toma aproximadamente una semana, después de la entrega, leer los manuscritos y otra semana aprobarlos pero está será una excepción... ya sabes, privilegios de ser el jefe.

Me río ante su arrogancia, nunca antes lo había mencionado y ahora no para de mostrarse presumido con ello.

Guantecitos se encuentra dormido en mi regazo y lo llevo hasta su cama improvisada antes de volver a la cocina con intención de cocinar mientras Egan hace no se que cosa en el aparato.

Comienzo a picar verduras y unos brazos fuertes me rodean la cintura.

- ¿Ya no sientes ganas de tirarme el aparato por la cabeza?

- Por ahora no.

Se ríe y esconde el rostro en mi cuello, aquello me distrae un poco y casi me cortó un dedo por su acción.

> Siento que esto es muy rápido.

- Si, estás picando muy rápido.

Pongo los ojos en blanco y me giro en sus brazos.

- No, que esto va muy rápido y se me hace extraño, cuando te conocí parecías un hombre muy serio y desagradable en actitud.

Se aleja unos pasos y la sonrisa se borra de su rostro.

- Solo soy yo Alessa. Debo de irme ya, ya te configure todo, recuerda pedir la tarde libre.

Se da media vuelta y comienza a caminar hacia la puerta, dejándome confundida en mitad de la cocina, con el cuchillo aún en la mano.

- ¿No ibas a quedarte a comer?

- Se me ha ido el apetito. - y sin siquiera girarse cierra la puerta tras de si, provocando que mi gato comience a maullar nuevamente.

Suelto un suspiro y me acerco al aparato para echar un vistazo a algo que nunca he visto.

(...)

- Entonces... ¿Me das la tarde libre? Sabes que nunca he pedido nada en estos tres años que llevo trabajando aquí, lo mínimo que puedes hacer es acceder. - le hago un pequeño puchero a Arthur y este deja la libreta de lado.

- Ilumíname con la razón por la que requieres la tarde libre. Julliet no está y si te vas Mía quedará sola.

Me remuevo incómoda en mi lugar.

- Son asuntos personales, pero si no fuesen importante no te los estaría pidiendo.

Pone los ojos en blanco antes de volver a fijar su mirada en lo que sea que estaba haciendo en aquella libreta.

- Espero que esos asuntos personales no tengan que ver con ese cliente Alessa y si, te daré la tarde libre pero te la descontaré de tu sueldo.

Era lo justo pero aún así me pone incómoda ya que necesito cada centavo, sin embargo es algo importante lo que me está por pasar.

A la tarde Egan me llama avisándome que salga, que él está esperándome en la esquina. Los nervios se apoderan de cada célula de mi cuerpo, no recordaba que le había dado mi número, guardo el suyo mientras me quito el delantal.

Me despido de Mía y salgo del lugar bajo la atenta mirada de Arthur, la cual me asusta un poco porque parece como si se encontrará acechándome.

En la esquina se encuentra Egan apoyado en una pared, con el móvil en la mano y esa mirada altanera que hace que te sientas poco, mis pasos son lentos cuando comiendo a acercarme a él, levanta la vista de la pantalla de su móvil y me sonríe. Vaya, ahora está de buen humor.

- Te ves hermosa.

Agradezco eso ya que he estado aproximadamente una hora buscando lo mejor de mi armario y hasta no verme perfecta no he salido de casa.

- Gracias.

Toma mi mano y comenzamos a caminar, a lo lejos diviso la editorial más grande de la ciudad y que es allí a dónde nos dirigimos, me sorprende que sea dueño de esa exactamente. He pasado muchas veces por allí, anhelando algún día entrar y animarme a cumplir mis sueños, pero heme aquí, con mi buena suerte caminando a mi lado.

Cuando estamos a punto de entrar la voz de Egan llega a mis oídos.

- ¿Estás lista?

- Siempre. - él sonríe y abre la puerta de vidrio, soltando mi mano y haciendo que entre primero yo.

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