Mi matrimonio con el ruso/C2 Tu eres el problema
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C2 Tu eres el problema

—No logro entenderlo— Qué demonios le sucede? él nunca me había tratado así, ¿a dónde ha quedado el Andrey del que me enamoré?

Me pasé toda la santa noche dando vueltas en mi habitación, tratando de entender que le había pasado a mi esposo, mi muñeca me picaba donde ahora estaban unas marcas rojas debido al agarré de él. Antes, el mismo me había insistido en que aguardaramos hasta casarnos para poder estar juntos y yo acepté contenta pero, no entiendo que le ocurrió. Él me había dicho que estaba muy ansioso de que llegara nuestra luna de miel. ¿A caso hice algo para enojarlo?

—Señora— Anika salió del armario con una somnolienta cara

—Gracias por ordenar mis cosas, Anika. Ya vete a dormir— Ya debían ser alrededor de las 6 de la mañana por lo que le pedí que fuera a descansar. La estuve reteniendo toda la noche debido a mi enojo. Supongo que después de todo descargué mi frustración en la pobre muchacha.

Salió de la habitación de prisa. Supongo que querría aprovechar cada segundo que tuviera para dormir y no la culpo. Caminé hasta mi armario y este estaba perfectamente organizado por secciones y colores.

—Si que es eficiente— Aún tenía puesta mi ropa con la que llegué a la casa. Es mi primer día como la señora de este lugar, necesito verme impecable.

Observé cada una de mis prendas hasta dar con la indicada. Tal vez si invito a Andrey a desayunar podamos hablar sobre lo que ocurrió anoche. Descolgue un vestido azul marino de pequeñas flores amarillas con mangas hasta los codos, este era perfecto para el clima que, aunque el sol ya estaba afuera se sentía bastante frío debido a que el invierno ya estaba por comenzar.

Dejé el vestido en mi cama y entré al baño a darme una ducha. Estuve pensando en todo lo que había ocurrido mientras el agua caliente relajaba mi tenso cuerpo por el viaje. Algo debió pasarle a Andrey, el nunca ha sido así de brusco, si algo está molestándolo tengo que saber para poder ayudarlo.

Cerré la llave y envolví mi cuerpo con una toalla. Me acerqué al espejo del baño donde una muy ojerosa Paula se reflejó

—Mira como estás, Paula. No llevas ni veinticuatro horas casada y ya estás hecha un desastre— Reí para misma y salí para cambiarme y arreglar mi húmedo cabello

Al cabo de unos treinta minutos ya estaba lista. La verdad si me di prisa por temor a que Andrey se despertara antes de que pudiera tener todo listo.

Bajé las escaleras casi dando saltitos, había elegido unos zapatos bajitos a juego con el vestido para después poder salir cómodamente a ver el lugar. Cuando entré a la cocina todos los sirvientes ahí presentes parecieron congelarse ante mi presencia

—Hola!— Les dije levantando mi mano para saludarlos

—Se...señora Volkov usted no debería estar aquí— Una muy enfadada Agatha se acercó a mi.

—Solo vine porque quiero preparar el desayuno para Andrey, prometo que no estorbare— Se cruzó de brazos y empezó a reírse descaradamente en mi cara.

—El señor Volkov no come nada que no haya sido preparado por un chef— Está vez aproximó muy cerca a la mía su petulante cara —Aunque usted es su esposa, ya debería saberlo— ¿Qué se ha creído esta mujer? ¿cree que puede estar riéndose en mi cara así nada más?

—No puedo perder el tiempo, permiso— Intenté esquivarla para adentrarme a la cocina pero ella siguió interponiendose.

—Señora Volkov, déjeme recordarle su lugar en esta casa por si aún lo de anoche no se lo ha dejado en claro— ¿Lo de anoche? ¿ella lo sabe? ¿Vio como Andrey me sacó de su habitación? o ¿Anika le contó todo? —En esta casa usted no es más que una simple visita sin importancia. La única que tiene el derecho de hacer alguna cosa aquí soy yo. Yo dirijo este lugar, ¿le quedó claro?

—¿Cómo se atreve una empleada como tú a hablarle así a la esposa de su jefe? Yo soy la dueña de esta casa, la señora Volkov y si no te gusta mi presencia aquí, entonces lárgate.

—Usted...— Ella estaba a punto de decir algo cuando su mirada se clavó detrás de mí.

—¿Qué? ¿ahora te has quedado sin nada que decir, strega?— Así es, ahora ya sabes con quién te estás metiendo

—Señor Volkov— Mis ojos se agrandaron mientras me giraba lentamente encontrándome con Andrey aún en pijamas detrás de mi.

—Andrey, amor..— Por más que estábamos uno frente al otro su mirada ni una sola vez se dirigió a mi

—Quiero mi desayuno listo en cinco. Agatha dile al chófer que nos vamos en cuarenta y cinco minutos— Él estaba por irse así que lo sostuve del brazo tratando de detenerlo

—¿Te gustaría que desayunemos juntos?— Retiró mi mano de un tirón y siguió caminando hacía el comedor sin decir nada. Supongo que eso es un sí de su parte.

Durante el desayuno ambos estábamos en silencio, no sabía cual sería el momento adecuado para hablar pero él ya estaba terminando su plato así que debía apresurarme.

—Veo que sigues de mal humor hoy también— Su tenedor chocó contra el plato. Él levantó su mirada y por primera vez en toda la mañana la dirigió a mi aunque sin pronunciar palabra, solo se quedó viéndome. —¿Qué?— Le pregunté ansiosa por la forma en la que me estaba mirando.

—¿Qué es lo que te sucede, Andrey?

—Quieres saber que me sucede, bien. Tu eres lo que me sucede. Tu eres el maldito problema— Dijo estrellando su plato contra la pared y luego marchandose.

Me quedé asustada mirando hacía donde segundos antes estaba Andrey sin poder pronunciar alguna palabra. Anika había aparecido en el lugar y se acercó para verificar si estaba bien.

—¿Señora, está bien?— Quería hablar pero mi lengua estaba completamente travada y mi cuerpo estaba clavado a la silla.

—Le traeré algo de beber para que se calme— Solo cuando me encontré nuevamente sola pude reaccionar y me levanté de golpe

—¿Pero que hice! ¿con quién demonios me casé?

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