C5 Enfrentarse al odio de Xavier

El multimillonario traicionado

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"El odio es algo terrible. Es una emoción inútil y estúpida. Puedes odiar a alguien con todo tu corazón, pero nunca le causarás daño. El único perjudicado eres tú. Puedes pasar tus días consumido por el odio, dejando que te carcoma por dentro, y la persona que odias seguirá con su vida como si nada. Entonces, ¿cuál es el sentido?".

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•EVELYN•

Esperaba fuera del despacho del señor Walker, aguardando su llegada. A pesar de mis protestas, Kat no me permitió vestir mi ropa de siempre; en su lugar, llevaba su falda tubo estampada con flores y una camisa negra abotonada. Me veía bastante decente y profesional. Y para rematar, los tacones que ella insistió en que me pusiera. Me apliqué un maquillaje sutil y dejé mi cabello color fresa suelto, cayendo en ondas suaves hasta la cintura.

Eran ya las ocho y cuarto de la mañana y no tenía ni idea de qué se esperaba de mí ni a dónde dirigirme.

El tiempo transcurría y justo a las nueve en punto de la mañana, vi al señor Walker salir del ascensor privado, vistiendo un traje de negocios verde claro de dos piezas.

Me obsequió su sonrisa radiante mientras se acercaba, quitándose las gafas de sol. "Buenos días, señor Walker", lo saludé, siguiéndolo de puntillas hacia su oficina.

"Deja las formalidades, Evelyn. Llámame Chris", dijo al entrar en su oficina, indicándome que tomara asiento en la silla para visitantes.

"¿Por qué no has informado sobre el señor Knight?" preguntó, acomodándose en su silla.

"Sí, quería hablar sobre eso. ¿Por qué me han asignado como su secretaria?"

"Porque estamos colaborando juntos en nuestro proyecto más reciente. Además, él necesitaba a alguien con excelentes habilidades de negociación", explicó el señor Walker, guiñándome un ojo.

"Ah, está bien", respondí con una sonrisa tenue.

"¿Ya viste tu oficina?" me preguntó.

Negué con la cabeza. "No."

"Rayos, le pedí a Maya que te mostrara el lugar", suspiró, levantándose de su asiento y tomando el abrigo que reposaba sobre la silla. "Vamos", me indicó, y yo lo seguí.

Cruzamos una puerta que conectaba la sala con el corredor. Al salir de su oficina, tocó a la puerta que estaba enfrente del despacho del señor Walker.

"Esta es la oficina del señor Knight. Ya lo conociste en la entrevista, ¿cierto?" preguntó, y yo confirmé con un gesto.

Tras un sutil "pasen", el señor Walker abrió la puerta y entró de golpe.

Mi mirada se fijó en la figura sentada, Xavier, completamente sumido en el montón de archivos que tenía frente a él. Al levantar la vista hacia mí, su sonrisa se torció en un gesto de desagrado.

"Evelyn, te presento a Xavier Knight. Es nuestro socio en el proyecto actual. Serás su asistente", nos presentó.

Vaya ironía.

Xavier le devolvió la sonrisa sin siquiera mirarme. Vestía un traje de negocios negro a medida. No podía creer que fuera el mismo hombre que conocí hace cinco años.

"Xavier, ¿puedes poner al día a Evelyn sobre su trabajo?", solicitó Chris.

"Por supuesto, colega", Xavier esbozó una sonrisa forzada y, una vez que Chris se marchó, se puso de pie y se acercó a mí.

La tensión entre nosotros era tan palpable que se podía cortar con un cuchillo. Xavier pasó a mi lado y yo lo seguí.

Detrás de su escritorio había una puerta. Daba a una pequeña oficina anexa, con un escritorio modesto en el centro y paredes pintadas de un vivo azul celeste. Se veía una extensa colección de bolígrafos, marcadores y notas.

Entramos en mi despacho y me explicó: "Tu trabajo consiste en rellenar todos los documentos importantes, clasificarlos en un orden específico, atender las llamadas y pasarme las relevantes, mantener informados a nuestros clientes y recibir a los visitantes".

Mientras describía mis responsabilidades, no pude evitar que mi mirada se desviara hacia su rostro, que seguía fijo en la pared detrás de mí. Me dolía en el alma que ni siquiera se dignara a mirarme una sola vez. Pero, ¿quién podía culparlo?

"¿Quedó claro?"

"¿Por qué me has dado este trabajo?" La pregunta que me había atormentado durante los últimos dos días finalmente salió de mis labios.

Xavier me miró de golpe, con la mandíbula tensa. Avanzó un paso hacia mí y, sin pensarlo, retrocedí. No había caído en cuenta de su estatura hasta que lo tuve imponente frente a mí, aprisionándome entre su presencia y la pared.

"¿Qué has dicho?" Su mirada era tan intensa que me vi obligada a bajar la cabeza para huir de sus ojos.

Con toda la valentía que pude reunir, levanté la vista y pregunté: "¿Por qué me contrataste como tu asistente? ¿Es esto alguna forma de venganza?"

Sus brazos golpearon la pared a cada lado, encerrándome, eliminando cualquier posible escape. Sus ojos, verdes como un bosque oscuro y revueltos con la ira del mar, me taladraban.

"No te sobrevalores, Srta. Williams. No vales la pena de una venganza". Sus palabras me atravesaron el corazón. "Pero ya que lo mencionas, me encantaría jugar a ese jueguito tuyo, Evelyn."

Sus labios no esbozaron una sonrisa burlona, pero aun así, la frialdad con la que pronunció mi nombre era venenosa.

"Si por mí fuera, Srta. Williams". Su mano se apartó de la pared y rozó mi rostro con una ternura y delicadeza que casi me cortó la respiración. Pero sus siguientes palabras me dejaron hecha un mar de lágrimas. "No te permitiría trabajar en ninguna empresa de Nueva York, mucho menos en la mía. Fue Chris quien te consiguió este puesto, no yo."

Después, él pasó junto a mí y salió pisando fuerte y con enfado de mi oficina. La culpa empañó mis sentidos después de oír sus palabras.

De pronto, me vino a la mente aquel famoso refrán:

"La culpa se origina en las acciones pasadas, se perpetúa por la inacción presente y se traduce en el futuro en forma de dolor y sufrimiento".

Eso describía precisamente mi situación; no tenía idea de cuánto más odio tendría que enfrentar en esta vida.