C4 Episodio 4

"Parece que estamos condenados", escuché suspirar a mi lobo con un tono que destilaba desolación.

Incapaz de responderle, sin hallar palabras, me envolví en una bata roja y me calcé unas zapatillas que lucían desgastadas y anticuadas...

Mis ojos se encontraron con los del espejo, y el dolor me hizo morderme el labio inferior. Mis ojos de colores distintos no perdían intensidad. Por el contrario, parecían cobrar aún más vida...

¿Qué misterio encierran?

Caminé tras los guardias, quienes me miraban con desprecio mientras me abrían paso.

Eso no me importaba.

¿Qué me depararía el día en el palacio?

Al llegar a la puerta principal, sentí cómo la sangre se helaba en mis venas. Mi cuerpo se tensó tanto que no pude moverme hasta que un guardia me abofeteó...

"¡No nos hagas perder el tiempo!", gruñó. Contuve las lágrimas mientras se abría la puerta y todas las miradas se posaban sobre mí. Los miembros de la realeza estaban allí, junto con algunos Alfas de manadas vecinas, sumando cinco en total.

"¿Qué va a suceder, por favor?...", me lamenté en silencio, acercando los pies con temor. Fue entonces cuando vi al hechicero y comprendí lo que se avecinaba...

Mis labios temblaban y mis manos se aferraban con fuerza, mis piernas apenas podían sostenerme. Me detuve, consciente de que caería si intentaba dar otro paso.

Llegaba el momento más atroz para un hombre lobo: la prueba del acónito para detectar si albergamos un demonio.

Solo los hechiceros preparan la poción, añadiendo ingredientes secretos. Al ingerirla, cualquier hombre lobo sufriría un tormento inenarrable, como si la muerte acechara a cada instante. Los huesos se resquebrajarían, los músculos se desgarrarían, cada fibra del ser ardería en llamas. Y si un demonio habitara dentro, la transformación en bestia ocurriría en menos de treinta segundos...

Había soportado este tormento tres veces sin convertirme en ningún demonio, ¿por qué tenía que suceder de nuevo?

El guardia me empujó con tal fuerza que caí al suelo en medio del pasillo, mientras todos mostraban un gesto de repulsión en sus rostros...

"Saludos a todos, aquí la tienen, la asesina de la Luna más hermosa y poderosa en la historia de nuestra manada. Era una mujer competente que luchó a mi lado. Su primer embarazo le costó la vida, ignorante del demonio que crecía en su vientre. Dudaría de que ella fuera la asesina si no fuera por la diferencia en sus ojos; ¡eso solo indica que es algo más!" La voz grave del Alfa llenó el recinto, emanando autoridad y poder.

¡Todos escuchaban en un silencio sepulcral!

"Hoy he decidido verificar su identidad una vez más. Estuvo a punto de dejar ciega a mi segunda Luna y dijo que fue accidental. Me aterra pensar que podría transformarse en ese demonio interior y sembrar el caos en mi familia..." Se detuvo y me miró fijamente. Yo lo miraba de vuelta, con lágrimas que me nublaban la vista, pero mis lágrimas parecían avivar su ira en lugar de aplacarla.

"Mi nueva compañera ha recomendado a una hechicera excepcional para examinarla. No se parece a las anteriores; he escuchado historias positivas sobre ella y no tengo razones para dudar de su palabra. Lleva muchos años siendo hechicera... aprovechamos la ocasión para convocarla, para que disipe nuestras dudas sobre la verdadera naturaleza de esta mujer..." Gruñó con intensidad, señalándome con un gesto.

Desvié la mirada hacia la mujer, que rondaría los sesenta años. Vestía una túnica roja y sostenía su poción en la palma de la mano. El olor llegó hasta mis fosas nasales, intensificando mi llanto...

Recuerdo el dolor de las veces anteriores y desearía no tener que enfrentarlo de nuevo, pero parece que mis súplicas no serán escuchadas hoy, ya que ella se acercaba a mí.

"¿Cuál es tu llamada?", inquirió ella, clavando su mirada en mis ojos.

"Elena...", contesté de inmediato, interrumpido por un hipo.

"¿Y tu apellido?", exigió con un tono más áspero y elevado.

Al mirar a mi padre, su ceño fruncido me desgarró el alma.

¿Es este hombre realmente mi padre?

"Soy Elena Wolve...", dije, sintiendo el apellido extraño en mis propios labios. Hacía tanto que no lo pronunciaba...

"Dinos quién eres de verdad. Si no lo sabes, cuéntanos sobre tus sueños, quién te visita en ellos, las voces que escuchas. Eso me permitirá descifrar qué clase de demonio llevas dentro. Pero si te niegas a hablar, tendrás que beber esto y aguantar el dolor que conlleva...", sentenció la mujer con una voz firme y una mirada penetrante hacia mis ojos inusuales.

No pude evitar mofarme de sus preguntas, me daban ganas de reírme en su cara, me parecía ridícula...

"Nadie me visita en mis sueños. ¿Quieres saber de qué tratan? Imagina lo que se siente ser rechazado. Mis sueños están plagados de dolor; veo a mi padre y a todos golpeándome, tratándome como a una esclava. Y la única voz que escucho es la de mi loba, ella es la única que me habla. ¡Basta de preguntas estúpidas!", exploté, cada vez más enfadada...

Ni yo misma sabía de dónde había sacado tal valentía.

"¿Así que ahora tienes lengua suelta? ¡Guardias!", llamó mi padre. Sin duda, iba a ordenarles que me golpearan...

"Espera, no es necesario. El demonio que lleva dentro seguramente se enfurecerá al verme. Esa firmeza que muestra es su obra, mi poción lo revelará ante todos...", se jactó ella, y yo, consumida por la ira, deseé poder darle una bofetada que la devolviera a la realidad...

Estaba convencidísima de que surtiría efecto en mí, ¿pero cómo iba a ser posible?

"¡Pásamelo!" dije con desdén y lo tomé...

Solo provocaría dolores por todo mi cuerpo, pero no me mataría y... no soy un demonio, así que no tengo nada que temer.

Sin vacilar, me tragué de un sorbo toda esa sustancia amarga hasta el fondo de mi estómago. Justo antes de que el mareo y el dolor hicieran efecto, alcancé a ver la enorme y malévola sonrisa en su rostro mientras me lo bebía todo...