C56 56
No podía contarle a Blake lo de su jefe. Todo el infierno se desataría si se enteraba.
¡Oh, Dios mío! ¡Estoy muerta! susurró para sí misma.
Su jefe se acercó a ella y le tendió el brazo. Ella le estrechó la mano, pero enseguida se la devolvió.
Jay enarcó una ceja. "¿Pasa algo?", le preguntó, y ella se limitó a negar con la cabeza. Él le agarró el codo: "Siéntate, por favor"