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El juego se denominaba "Teacher's Pet" y sus reglas eran claras y concisas.

Cada inicio de año escolar, los participantes seleccionaban a un estudiante para ser su "mascota". Debían mantenerse con esa misma mascota durante todo el semestre, a menos que lograran superar todas las etapas del juego de manera anticipada.

Las etapas consistían en distintos lugares distribuidos por el campus universitario, sumando un total de ocho: cualquier aula, la biblioteca, el despacho del profesor, el gimnasio, el auditorio, el estacionamiento, la clínica y la residencia del participante.

El desafío radicaba en mantener relaciones sexuales con la mascota en al menos seis de estas áreas. Para certificar la superación de una etapa, se escondía una cámara con lente de fibra óptica en un lugar estratégico de cada escenario. Quien completara las seis fases primero, recibiría mil dólares de cada uno de los participantes que no lo lograron.

Corría el rumor de que los participantes eran miembros de la facultad de una tal Universidad Thompson. El juego llevaba practicándose cuatro años, con el Prof. K.M. como cerebro y ganador de la primera y tercera edición, mientras que el Prof. R.H. del departamento de Matemáticas se había coronado en la segunda y cuarta.

Los jugadores se registraban anualmente al comienzo de cada término. Debían abrir una cuenta en la página web del juego y depositar mil dólares con antelación en una cuenta bancaria designada. El avance de los jugadores se seguía mediante correos electrónicos encriptados con contraseña, que permitían el acceso a los vídeos capturados. Estos vídeos tenían una vida útil de 24 horas antes de ser borrados definitivamente del sitio.

Si un jugador decidía abandonar el juego, se le imponía una penalización de mil dólares adicionales, los cuales se repartían entre los participantes restantes. Las ganancias acumuladas se entregaban al ganador al término del juego, y el sitio quedaba inactivo hasta el próximo año.

La quinta edición de "Teacher's Pet" dio inicio con el nuevo semestre, contando con seis participantes. La mayoría había seleccionado a su mascota durante la primera semana, pero el Prof. R.H., bicampeón del departamento de Matemáticas, todavía no había encontrado una que cumpliera con sus expectativas. Fiel a su disciplina, abordaba cada decisión con meticulosidad y no era de los que se precipitaban al decidir.

Una semana había transcurrido desde el inicio del nuevo semestre. R.H. estaba finalizando su clase de Estadística cuando la puerta del aula se abrió.

Una joven con cabello hasta los hombros se detuvo en la entrada. Era una chica morena y menuda de un metro cincuenta y dos, con ojos grandes y llenos de inquietud en su rostro bonito mientras se acercaba a él.

"Disculpe mi tardanza", dijo con voz entrecortada, extendiéndole un papel. "Acabo de venir de la oficina del decano."

R.H. bajó la vista. Tenía en sus manos un aviso de matrícula tardía.

"Srta. Sullivan", pronunció su nombre con un tono grave y pausado. "¿Ya tiene su horario de clases?"

El timbre sonó y ella observó ansiosa cómo los demás estudiantes salían del salón. "Sí, lo tengo."

"¿No cree que es un poco tarde para incorporarse a mi clase?"

Bajó la mirada, visiblemente alterada. "Lo siento mucho, profesor. Creí que llegaría a tiempo."

"No permito que nadie entre una vez que he comenzado la clase." Con un golpe seco, apiló los papeles en su escritorio. "Que no se repita."

"Así será, profesor", asintió con dificultad. "No sucederá de nuevo."

"Nos vemos mañana, Srta. Sullivan."

Ella asintió rápidamente y salió del aula tan pronto como había entrado.

El teléfono en su bolsillo vibró. Un mensaje nuevo.

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R.H. echó un vistazo a su reloj y soltó una risita sarcástica. No era de extrañar que no hubiera visto a K.M. esa mañana.

R.H. contempló el aviso de inscripción tardía sobre su escritorio durante un largo momento antes de tomarlo y abandonar el aula.