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C4 Eres mía

Callie jamás se había sentido tan insignificante como en presencia del capo de la mafia. Vincent Baros desprendía un aura que le instaba a escapar. Era tal y como lo pintaban las historias; alto, imponente, con una mirada ligeramente sesgada que le confería un aire amenazador.

Su aroma era agradable, a cedro y palisandro, purificando la nariz de Callie del penetrante olor a tabaco y sudor que impregnaba el club. Todo en la discoteca se paralizó cuando Vin hizo acto de presencia. La música se atenuó hasta quedar en un latido sordo, y la gente comenzó a replegarse, alejándose de la conmoción.

El capo observó a Callie, paralizada en su agarre, y notó cómo sus ojos se dilataban, presumiblemente por el miedo. Las piernas de Callie temblaban mientras Vin sostenía gran parte de su peso, impidiéndole caer.

Sin soltar a la mujer, Vin enfocó su atención en los tres hombres que la habían manoseado, fijándose especialmente en el sujeto con el miembro semi erecto fuera del pantalón. Sin duda, estaba drogado hasta las cejas.

"¿Un intento de violación en mi club?", pronunció el mafioso, sorprendiendo a Callie con su voz profunda y resonante. Pero lo que más la asombró fue reconocer esa voz; la del hombre que se había topado con ella más temprano. Callie sabía que era alguien de importancia, pero jamás habría imaginado que se trataba del líder de la poderosa familia criminal. Vin emanaba poder y autoridad, haciendo que las ya frágiles piernas de Callie se convirtieran en pura gelatina.

Con valentía, Callie giró la cabeza para echar un vistazo a sus atacantes. De inmediato, la repulsión se disparó en su interior, anidándose incómodamente en su estómago. Sus manos se dirigieron instintivamente a rodear sus antebrazos, clavándose las uñas con fuerza. Era un recordatorio de que estaba viva y de que había sobrevivido a su intento.

El tipo del mullet logró recobrar algo de su compostura y se apresuró a guardar su patética excusa de miembro en los pantalones. Los tres mantenían esa expresión arrogante, pero en sus ojos se vislumbraba un destello de sumisión ante la presencia de su líder.

Callie no podía reprocharles su silencio. Aunque había escapado de esos hombres despreciables, la cercanía de Vin no mitigaba su temor, sino que lo intensificaba. Llamémoslo instinto de supervivencia, pero cada fibra de su diminuto cuerpo le advertía que el hombre que la retenía era diez veces más peligroso y letal que aquel trío. Sería una insensatez bajar la guardia.

Por un instante, la tensión chispeó en el ambiente entre ellos. Nadie osaba moverse sin el consentimiento de Vin.

"¿Qué tienen que decir en su defensa?" interpeló Vin, ante el mutismo general.

Risitas nerviosas brotaron de sus agresores. Callie estaba segura de que intentarían restarle importancia, como si fuera una broma macabra que repetirían incansablemente con diferentes mujeres, siempre que pudieran actuar con impunidad.

Pero a Vin no le causaba gracia alguna. En un abrir y cerrar de ojos, soltó el brazo de Callie, amartilló una pistola y la apuntó directamente hacia los tres atacantes. "No lo preguntaré de nuevo".

El hombre del mullet retrocedió un paso, alzando los brazos en señal de rendición. "O-Oye, tranquilo, jefe", balbuceó. "Solo era una diversión inocente". Al hablar, osó dirigir a Callie una mirada suplicante, implorando su complicidad.

Vin, sin desviar la atención de sus blancos, apretó el brazo de Callie con la mano que aún la sostenía. El gesto fue tan suave y delicado que Callie tuvo que mirarlo para confirmar que él se dirigía a ella.

Cuando Callie giró para mirar a Vin, tuvo que reprimir un sollozo que brotaba en sus labios. La intensidad en la mirada del líder mafioso le perforó el alma, una intensidad que la estremeció hasta la médula. En ese instante, supo que haría cualquier cosa que Vin le pidiera, ya fuera por miedo o por admiración, no podía distinguirlo.

"¿Es eso lo que ocurrió?" preguntó Vin, su voz un poco más suave, pero aún cargada de un filo letal. "Sé honesta. ¿Te estabas divirtiendo?"

Callie era consciente de que Vin había subrayado esas últimas palabras intencionadamente. No podría explicar el motivo, pero intuía que al jefe mafioso le repugnaba cualquier falta de respeto hacia las mujeres.

"No", contestó Callie con serenidad. "Intentaban violarme."

Desde detrás, los tres hombres soltaron siseos de ira, pero antes de que Callie pudiera girarse para enfrentarlos, sintió una mano presionando su nuca.

Solo cuando su mejilla se apoyó en el pecho firme de Vin, comprendió que él la mantenía pegada a su cuerpo.

"No mires", le susurró Vin.

Por un instante, el tiempo se detuvo. Como si el mundo hubiera cesado su giro. Luego, tres disparos resonaron en el aire y todo acabó.

Vin había disparado primero al líder, y los otros dos no tuvieron oportunidad de huir. Todo terminó tan rápido como empezó.

Un murmullo de asombro se elevó entre los presentes en el club, pero nadie osó pronunciar palabra fuera de lugar. Un paso en falso podría hacerles acabar como los cuerpos sin vida que ahora manchaban el suelo de sangre.

"Limpia esto", dijo Soren con un murmullo, rompiendo su silencio por primera vez. Su tono era grave, en contraste con su acostumbrada excentricidad.

La mente de Callie corría a toda velocidad después de lo sucedido. ¿Acaso había imaginado que Vin dispararía a sus hombres tras confesarles que querían violarla? ¡Ni en sueños!

Antes de que pudiera evitarlo, un grito desgarrador se escapó de sus labios, áspero y lleno de dolor. El sonido sorprendió a todos, incluso amortiguado contra el pecho de Vin.

El capo de la mafia percibió a la mujer temblando como una hoja en sus brazos. Hizo lo posible por separarla de su cuerpo para mirar a la chica aterrorizada.

Callie sintió cómo unos dedos tibios se deslizaban bajo su barbilla y le levantaban suavemente el rostro. Unos ojos azules penetrantes se encontraron con los suyos, enrojecidos por el llanto.

"¿Cómo te llamas?"

"C-Callie Moore."

Vin asintió. "Bien, Callie. Acabo de salvarte la vida. Desde hoy, me perteneces... usaré tu ayuda como considere oportuno, hasta que Jimmy decida recuperarte. ¿Tienes algo que objetar?"

Por un instante, Callie no pudo procesar las palabras de Vin. Aún en estado de shock, negó con la cabeza.

Jamás quiso formar parte de esto. Solo deseaba volver a casa y convencerse de que todo había sido una pesadilla. Cerró los ojos fuertemente, anhelando que el terror se disipara. Pero por más que lo intentara, el olor a sangre seguía invadiendo sus fosas nasales.

Callie sintió cómo unas manos grandes y cálidas envolvían su rostro, acunando sus mejillas, y luego escuchó esa voz profunda y envolvente a la que poco a poco se estaba habituando.

"Abre los ojos", ordenó la voz, y Callie obedeció. "No estás soñando, pajarillo. Ahora eres mía, y no tengo intención de dejarte ir."

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