C37 Capítulo 37

Le cuelgo el teléfono, miro a mi padre, y no consigo reaccionar.

- Brayana esta en el hospital. - consigo articular palabra.

Y no se como, ni en qué momento llego al hospital, me dirijo a la entrada de urgencias corriendo, odio los hospitales, siempre me recuerda a mi madre.

Veo a Brais sentado con la cabeza entre las piernas y su madre a su lado.

- ¿Donde está?

Brais levanta la cabeza y está llorando.

- ¿Donde está?

Las puertas de abren y sale un médico.

- Familiares de Brayana Merino.

- Es mi hija ¿Donde está? quiero verla. - Grito.

Él medico me abre la puerta Brais se levanta y él le mira.

- Solo familiares.

- Es su padre. - Replico al medico.

Él medico nos lleva hasta donde mi pequeña, esta dormidita.

- Está bien, no se preocupen, encuanto se despierte podrán llevarsela han reaccionado a tiempo y le inyectaron la epinefrina rápidamente, tendrá molestias en la garganta unos días.

Me siento en la silla a lado de mi niña y le agarro la mano, Brais se mantiene alejado.

- Solo fui al baño Lu, te juro que no la deje sola en toda la tarde.

- Brais, está bien.

- Nunca seré un buen padre.

- Brais, no te mortifiques por ello, has reaccionado a tiempo ya escuchaste el médico.

- No tendría que haberla dejado sola.

- Brais. - Le grito. - Ya está, la niña está bien.

- Mamá. - Dice mi pequeña recién despierta y afónica - No te enfades con papá.

- Lo vez hasta la pequeña lo dice.

- Papá está aquí.

Brais la mira emocionado es la primera vez que le dice papá.

- Papá, no te hice caso y esa chica me dijo que eso no llevaba huevo cuando se lo pregunte.

Ahí se lo que ha pasado, y me controlo por mi pequeña, me controlo porque no quiero montar un escándalo aquí en el hospital, pero esta no se la paso.

Media hora después nos dan el alta y nos vamos para casa.

Brais lleva a mi padre y luego vamos nosotros para casa, gracias a dios se queda en un susto.

Al llegar a casa acuesto a mi pequeña en su cama, me quedo un rato viendo como se acurruca sola y duerme tranquila.

Llego al salón y Brais esta allí.

- No quiero que mi hija vuelva a estar cerca de tu amiga.

- Ya mi madre le ha dicho que se tenía que ir de la casa. ¿Me perdonarás este error?

Y esta vez decido yo abrazarle, lo está pasando mal y aunque en un principio me enfadé se que no tiene culpa.

- Lo siento Lu.

Me repite una y otra vez.

- Brais, ya cariño, la niña está bien, no ha sido tu culpa.

- Me pediste que tuviera cuidado con ella, y te falle.

Baja su mirada, evita tener contacto visual conmigo, y me duele tanto verlo así.

Le doy la mano y tiro de él, lo llevo a la habitación de mi pequeña, enciendo la luz de unicornios y vemos su carita iluminada.

- Ella está bien. - Le repito. - Mirala, está bien.

Mi niña da un suspiro y sonríe y durmiendo dice.

- Papa, hoy te quiero mucho más que ayer.

Su frase, la que hasta el día de hoy era solo mía.

Brais sonríe entonces y me abraza.

- Vamos a dormir es tarde. - Le digo.

Me dirijo a mi habitación, me giro para desearle unas buenas noches.

- Lu, ¿puedo dormir contigo hoy? - arqueo una ceja. - solo dormir te lo prometo te necesito hoy.

Y me da tanta penita verlo así, que la blanda que hay en mi acepta, acepta no solo por ser blanda sino porque también lo necesita.

Y al recostar la cabeza en la almohada los dos quedamos dormidos enseguida.

Despierto ya con la luz entrando por la ventana y mi pequeña entre los dos.

Cuando miro a Brais está despierto mirándonos.

- Buenos días. - Susurra.

Yo sonrío y le contesto susurrando también para no despertar la niña.

Me levanto despacio y me voy a dar una ducha. Cuando salgo Brais ya está en la cocina con el desayuno.

- Lu ¿Puedo hacerte una pregunta sin que te enfades?

- Si ya estás diciendo eso es porque no me va a gustar, pero adelante.

- ¿Quién era el tipo que estaba con ustedes ayer en el hospital?

- Mateo, el cuñado de Mathi, estábamos cenando y cuando te llamé Mathi se había llevado el coche y el nos acercó.

- ¿Porque no cogiste el teléfono cuando te llame yo?

- Estaba en el baño, y mi padre no llegó a tiempo a cogerlo.

- ¿Sola? - Dice enfadado.

Bueno, bueno, bueno ya empezamos y de buena mañana con lo bien que íbamos.

- Brais, me gusta el sexo, pero respeto a mi padre, eso siempre será así. ¿Te pregunte yo si fuiste al baño solo? - digo enfadada.

- Lo siento. No te enfades.

- Pues no hagas que me enfade.

Mi pequeña se levanta y viene corriendo a la cocina. Me abraza.

- Buenos días.

- Mamá hoy va a ser un gran día.

- ¿Y sabes porque? Porque cada día es un nuevo día para ser feliz. - Le contesto.

- Te quiero mucho más que ayer mamá. - Dice abrazándome. - Papá. - ¡Muero cuando la escucho! - te quiero mucho más que ayer. - Dice mientras me abraza a él.

- Y yo ati princesa. Que te parece si después de desayunar, nos preparamos y nos vamos de paseo, todo el día los tres.

Lo miro y niego con la cabeza.

- ¿No? - pregunta Brais - ¿Porqué?

- Tengo trabajo de Londres que hacer. Estoy bastante retrasada. Además hoy es tarde de pelis.

- Es domingo es tarde de peli con palomitas. - Sonríe mi pequeña. - Pero prefiero irme de paseo con papá, porfavor mamá, vamos. - Dice haciendo pucheros mi pequeña.

- Brayana, no seas así.

- Porfavor mamá. - Dicen los dos a unísono.

- Es domingo ¿vas a quedarte trabajando? Vamos mamá. - hace puchero Brais.

- Anda ahora me entero que tengo un hijo tan grande. - Vacilo- Vale iré, pero luego no se quejen cuando durante la semana ni os mire porque tendré que trabajar hasta tarde.

Los dos sonríen, nos ponemos cómodos, hago una mochila con cosas de Brayana y nos vamos de paseo, donde nos lleve el coche sin mirar ni poner GPS, a medio día paramos en un restaurante a comer, y nos quedamos por el pueblo que dicen que hay unas cuevas. Miro a mi niña como pide a su padre que la coja en brazos porque está cansada, y le da un miedo en la mejilla.

¡que monos son!