EL TRIUNFO DE MI ESPOSO INFIEL/C4 Pillé a mi marido infiel
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C4 Pillé a mi marido infiel

Los días transcurren más rápido de lo esperado, y Ryan y Ciara hacen todo lo posible por evitarse mutuamente. En realidad, es Ciara quien se esfuerza por eludir a Ryan, simplemente porque no quiere que él mencione el divorcio en su presencia.

Él, por supuesto, se percató de su estrategia, pero optó por hacer como que no pasaba nada, al menos por el momento. Internamente, Ryan se prometió sacar el tema cuando Ciara menos lo esperara.

Ese día, Ryan había salido más temprano de lo habitual, dejando a Ciara sola en la inmensa casa.

Al despertar, Ciara no encontró a Ryan por ningún lado. La sola idea de no verlo ese día la destrozaba más que cualquier otra cosa.

Quizás había estado evitándolo durante los últimos días, y siempre había estado bien con eso, pero ¿no verlo en absoluto?

Soltó un suspiro contenido, pero decidió resignarse. Seguramente él regresaría a casa antes del anochecer, ¿verdad? Eso era suficiente para tranquilizarla.

El estómago de Ciara rugió levemente; se sentía famélica. No quedaba nada sustancioso en la cocina, solo cereales, ni siquiera granos.

Se enfadó y no pudo evitar preguntarse si los astros se habían alineado en su contra. Era evidente que necesitaba encontrar una alternativa para aplacar su enfado.

Como no le entusiasmaba la idea de pedir comida solo para ella, y preferiría tener compañía, decidió que lo mejor sería salir a comer.

Con prisa, tomó sus llaves y salió de la casa, marcando la primera vez que abandonaba su refugio en semanas.

Siempre se encontraba en casa, ya fuera trabajando en su ordenador o sumergida en la lectura. La realidad es que no tenía motivos para salir; la casa estaba abastecida con todo lo que necesitaba.

El viaje de su hogar al restaurante tomó treinta minutos. Al llegar, aparcó su coche con cuidado.

No era el restaurante lujoso y caro al que solía ir, pero era lo suficientemente acogedor para ella. Como de costumbre, eligió una mesa cerca de la puerta. Las paredes de cristal transparente le ofrecían una vista privilegiada del exterior, justo como a ella le gustaba disfrutar.

Ciara permanecía sentada, aguardando a la camarera que, momentos antes, había tomado su pedido. Su mirada, perdida en el paisaje urbano, se detuvo de pronto en un coche que se estacionaba frente a un centro comercial al otro lado de la calle.

El vehículo le resultó conocido y su instinto se activó, aunque intentó desestimar la idea. Después de todo, él no sería el único con ese modelo de coche, ¿cierto?

Se convenció a sí misma, pese a que no lograba desviar la vista del automóvil. Por alguna razón inexplicable, no podía dejar de observarlo.

Como si los ocupantes del coche quisieran materializar sus pensamientos, primero, una dama elegante descendió del lado del copiloto. Aun a cierta distancia, Ciara percibió su risa contagiosa.

Absorta, Ciara la admiraba cuando la puerta del conductor se abrió y de ella emergió una figura masculina inconfundible.

—Y su presentimiento era acertado. Era Ryan. Ciara se frotó los ojos una y otra vez, queriendo asegurarse de que no eran alucinaciones.

'¿No debería estar en su trabajo?' Se cuestionó, sin poder apartar la mirada de ellos. No podía evitar preguntarse qué hacía Ryan en un centro comercial y, más aún, acompañado de una mujer.

Se sentía como una esposa traicionada, que exigía una explicación de su marido —y sí, ella era su esposa y tenía derecho a una.

Sin dudarlo, tomó su teléfono y marcó su número. Ryan ignoró las primeras llamadas, pero finalmente respondió a la cuarta o quizás a la quinta.

—Ryan... —empezó, dubitativa sobre cómo abordar la situación.

Desde el otro lado de la línea, él interrumpió casi al instante, como si no tuviera el menor interés en escucharla. —¿Qué sucede? —Su tono era gélido y Ciara sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. —¿Por qué insistes en llamarme una y otra vez?

Ciara intentó hablar, pero las palabras se negaban a salir. Ansiaba replicarle con algo, cualquier cosa. Deseaba gritarle y pedirle explicaciones, pero, para su sorpresa, un nudo invencible se formó en su garganta.

Volvió a intentar hablar, pero seguía sin poder articular palabra, lo que la llenó de frustración.

Al otro lado, Ryan se consumía de ira, aguardando impacientemente su respuesta, pero no llegaba nada. "¿Me has llamado solo para fastidiarme, mujer?" preguntó con una voz ronca y áspera.

Ciara estaba convencida de que, en ese instante, los ojos de él se habrían teñido de una emoción indescifrable mientras ella tragaba el nudo que le oprimía la garganta.

Finalmente, logró hablar, abriendo la boca con esfuerzo. "¿Dónde estás, Ryan?" preguntó con una voz tan entrecortada como la de un niño desconsolado que espera el regreso de su padre, ausente desde hace días.

"¿Dónde estoy?" repitió él, impregnando su voz de sarcasmo. "¿No recibiste mi mensaje?"

'¿Mensaje...?', se cuestionó Ciara con un gesto de confusión. '¿Qué mensaje?'

"No recibí..."

Ryan, demasiado impaciente para dejarla terminar, la interrumpió bruscamente. "Estaré fuera un día, quizás dos..." dijo con un tono gélido. "Creo que deberías saberlo. Así que no te desveles esperando por mí, como solías hacerlo".

"Pero, Ryan..."

"Lo siento, mujer..." dijo él con simpleza. "—pero no soportaré que me llames de nuevo. Tengo asuntos más importantes que atender que ser interrumpido por llamadas innecesarias". Y con esas palabras, colgó sin esperar su respuesta.

Ciara quería haber dicho algo más, pero se vio forzada a reprimir sus palabras ante el abrupto final de la llamada.

Ciara se sintió atacada. Su mundo parecía dar vueltas en ese momento. Él decía estar ocupado con asuntos importantes, pero estaba con otra mujer. ¿Significaba eso que ella era más importante para él que cualquier otra cosa?

"Señora..." La camarera interrumpió sus cavilaciones al traerle su pedido.

"Puedes retirarte..." Despachó a la camarera con indiferencia, pues el apetito ya la había abandonado.

Cuanto más lo meditaba, más confundida se sentía. ¿Qué hacía él con esa mujer en lugar de estar en su trabajo?

Su instinto se activó de inmediato; la mujer le resultaba conocida, como si la hubiera visto alguna vez. Caviló intensamente y entonces lo recordó...

Era su ex. La misma a quien había prometido a su madre olvidar. ¿Por qué estaban juntos otra vez? No parecían llevarse mal, de lo contrario, ¿por qué saldría ella de su coche riendo y tomada de la mano con él?

Las piezas comenzaron a encajar para Ciara. Ryan, de repente, pedía el divorcio sin venir a cuento, sin explicaciones.

¿Era esta la razón? ¿Que al volver con su ex, ya no la necesitaba? Se percató de que, últimamente, él volvía a casa muy tarde.

Ella esperaba desvelada su regreso, creyendo que el trabajo lo retenía, pero no era así; estaba viéndose con su ex.

La sola idea le provocó un vacío en el estómago. Se sintió ingenua por haberlo amado todo ese tiempo...

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