C28 Miradas
Los días en la cabaña se estaban acabando, y Alejandra se sentía muy mal como para poder salir de su cuarto:
—Dios... Mi cabeza... —sollozó.
—Toma, debes estar sedienta —escuchó la voz de Tomás.
Se acomodó en la cama y lo observó detenidamente, estaba con un jugo de naranja:
—Lo preparé para ti, quiero disculparme por haberte tratado mal anoche, fui muy grosero. Perdón —dijo Tomás