C47 Señor y señora cupido
Tomás soltó una carcajada, no servía para ese tipo de momentos, él no era para nada serio:
—Gabriel —llevó sus manos a su barriga, de tanto reírse le estaba doliendo—, disculpa, es que no pude contener la risa —se calmó—. Ya te dije, yo solo quiero ayudarte, sé que estás enamorado de ella y Alejandra ha sufrido mucho, merece ser feliz