C56 Bellarmine
LOS dorados rayos del sol matutino entraban por las ventanas e intentaban abrirse paso hasta los ojos de Rina, que bostezaba y se giraba hacia el otro lado, de cara a la pared, protegiéndose con éxito los ojos de los rayos del sol.
Los alegres gorjeos de la cama de fuera aumentaban, el ruido de los vehículos a primera hora de la mañana