C10 ¿Cuál es su emergencia?

Pandora contempló la casa de su padre, tomando varias respiraciones profundas, intentando armarse de valor para entrar.

"Soy una mujer hecha y derecha, con trabajo, coche y casa propia", se repetía, aunque una vocecita en su interior la contradecía. "¿Has olvidado al exmarido al que tu padre te rogó que no te casaras?".

Pandora suspiró, consciente de que estaba a punto de encender el coche y huir, dada la tormenta de pensamientos que la asaltaba.

Pegó un brinco al escuchar un golpeteo en la ventana de su vehículo.

"Disculpa", dijo Nina con una sonrisa, asomándose por el cristal. Pandora soltó una risita nerviosa y abrió la puerta del coche. "¿Estás bien?", preguntó Nina examinándola con preocupación.

"Sí", masculló Pandora cerrando la puerta tras de sí.

Juntas se encaminaron hacia la casa que Nina compartía con el padre de Pandora. Se conocían desde el instituto y su relación había evolucionado de una estrecha amistad a compartir la crianza de Pandora. Diez años atrás, el esposo de Nina le fue infiel y Walter, el padre de Pandora, estuvo a su lado sin dudarlo.

Walter se había retirado recientemente de su carrera como fiscal y había abierto su propio despacho de abogados; Nina fue una de sus primeras clientas. Claro está, Nina no podía seguir viviendo con su marido durante el proceso de divorcio, así que le pidió a Walter alquilar una habitación en su casa. Con el tiempo, su amistad se transformó en amor y terminaron casándose, unos meses antes de que el matrimonio de Pandora se desmoronara.

"Hola, querida", saludó Walter, alzando la vista del periódico. "¿Pandora?", añadió al reconocer a su hija. Dejó el periódico a un lado, frunciendo el ceño. "Tienes un aspecto espantoso".

Pandora rodó los ojos antes de tomar asiento. ¿Por qué la gente pensaba que estaba bien comentar que uno no lucía tan radiante como siempre? ¿No era obvio que quien tiene mal aspecto probablemente se siente igual de mal? Albergaba serias dudas de que a alguien le gustara que le recordaran que parecía salido de un congelador infernal.

"¿Hay algún problema?" preguntó Nina, tocando la mano de Pandora con preocupación.

"No, no es nada", murmuró ella.

Nina frunció el ceño, sin apartar la mirada de los ojos de Pandora.

"¿Qué sucede? ¿Debería llamar al médico?" preguntó su padre, alarmado.

"No hace falta, papá. Ya consulté con el médico", le tranquilizó ella, aunque su respuesta solo incrementó la inquietud de su padre.

"¿Es grave?"

'Depende de lo que consideres grave... tener una hija divorciada y embarazada. Pero al menos no me estoy muriendo, ¿no?' reflexionó Pandora antes de tomar aire profundamente.

"Voy a tener un bebé", reveló finalmente.

Walter simplemente la observó, con el ceño fruncido. Abrió la boca, pero enseguida la cerró, pasándose los dedos por la barbilla en un gesto de reflexión y desconcierto. "¿Cómo ha pasado?" logró articular, como si esa fuera la única pregunta que pudiera formular después de un largo silencio.

"Papá, creo que a estas alturas ya sabes cómo se forman los bebés", dijo ella en tono jocoso.

Walter se cruzó de brazos y la miró fijamente. Era esa mirada inquisitiva que su padre, el fiscal, utilizaba para arrancar confesiones a criminales curtidos. Esa mirada la desarmó y la llevó a revelar todos sus secretos.

"Estaba borracha y me encontré con un amigo en el bar. Una cosa llevó a la otra". Aunque sabía que no estaba siendo completamente honesta, tampoco era una mentira total.

Su padre desvió la mirada y entrelazó sus manos frente a sí. "Nunca me cayó bien Derrik, mucho menos después de lo que hizo, pero si vas a tener un hijo con él, superaré mi rencor hacia él".

Claro, su padre sospechaba que algo ocultaba, pero había malinterpretado la situación. Pandora no podía creer que Walter pensara que ella permitiría que Derrik la tocara de nuevo. Ya era suficientemente duro tener que vivir en la misma ciudad. Jamás volvería a compartir su cuerpo con ese hombre.

"Era una mentira. Detesto a ese tipo y siempre lo haré. No puedo evitar imaginar maneras de acabar con él si lo veo de nuevo. Pero, me aseguraré de que mi nieto jamás conozca el odio que siento hacia su padre."

Pandora ya no pudo más y soltó una carcajada. Se acercó a su padre y lo abrazó. "No es hijo de Derrik", confesó. Al alejarse, notó la mirada inquisitiva de su padre. Exhaló un suspiro profundo y reveló la verdad. "Estaba ebria y conocí a alguien a quien apenas sabía quién era. Una cosa llevó a la otra y ahora..." Hizo un gesto hacia su vientre.

Walter se pasó las manos por el rostro antes de hablar. "Te amo, Pandora. Y te respaldaremos en todo. Pero creo que debes llamar a ese hombre y hablarle del bebé. Tal vez, él sea tu final feliz".

Pandora soltó un bufido y su padre le dio unas palmaditas en el brazo.

"Solo quiero infundir esperanza en mi hija. También anhelo que mi hija encuentre a un buen hombre con quien casarse y que estén esperando un bebé".

"Ya estuve casada, papá, sin bebé... pero casada. Ahora, no tengo esposo, pero sí un bebé en camino", dijo con una risa. Para ella, era un cambio favorable.

"Estoy aquí para ti", afirmó Walter, besando la sien de Pandora.

"¿Entonces puedo ilusionarme?" preguntó Nina, aplaudiendo con entusiasmo.

"Si hace falta", contestó Walter con tono despreocupado.

"¡Por supuesto que debo!" exclamó Nina, estrechando a Pandora en un abrazo.

Al llegar a casa, Pandora se dispuso a tomar un baño. Apenas había recostado la cabeza en la almohada del baño y cerrado los ojos cuando un estruendo la hizo saltar. Ojeó la habitación intentando discernir qué había pasado. El sonido retumbante se repitió, pero esta vez pudo identificar que alguien estaba golpeando su puerta principal.

Sentía el corazón golpeándole en el pecho al escuchar la tercera serie de golpes en la puerta. En esta ocasión, sonaba como si estuvieran tratando de echarla abajo a la fuerza.