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JULIA

—¿Qué estás leyendo ahora? —preguntó Scott.

Scott era mi esposo desde hacía una década. Me había descubierto sumergida en uno de mis placeres secretos: devorar novelas de romance erótico. Pero no cualquier tipo, sino aquellas que destilan pasión en cada página. Scott es alto, con ese atractivo natural de los surfistas y un cuerpo trabajado. Dirige su propia empresa de construcción y no es raro verlo laborando codo a codo con su equipo, lo que lo convierte en un hombre admirado tanto por hombres como por mujeres. Mi amor por él era inmenso y jamás se me pasaría por la cabeza buscar algo mejor. De hecho, él era más romántico que yo, siempre sorprendiéndome con flores en fechas señaladas y extendiendo el Día de San Valentín a toda una semana. No solo eso, sino que también compartía las labores del hogar, me aliviaba los pies o la espalda cuando me dolían y, sin exagerar, era el mejor amante que jamás había conocido. A pesar de todo, mis novelas románticas eran mi pequeña escapada. Le pasé el libro.

—Un romance de harén inverso —leyó en voz alta—. ¿Qué es un harén inverso?

—Un harén inverso es aquel donde varios hombres complacen a una sola mujer, en vez del típico harén con muchas mujeres para un solo hombre; es decir, un harén al revés —le expliqué.

Continuó ojeando la sinopsis en la contraportada. "Era virgen cuando la Tierra cayó en medio de una guerra interestelar. Me desnudaron, me esclavizaron y me subastaron a diez guerreros alienígenas que habían conquistado nuestro mundo. Me poseyeron y ultrajaron de las maneras más inimaginables. Se empeñaron en adueñarse de mi inocencia y enseñarme lo que realmente significa ser de su propiedad. Aunque me compraron para su uso, en el fondo sabía que darían sus vidas por protegerme". Diez hombres, ¿verdad? —inquirió—. ¿Te resulta estimulante?

—Sí, me gustan, si no, no los leería. Es pura fantasía. Diez serían excesivos para mí. Con uno me basta, y estoy más que contenta contigo.

"¿Te masturbas con estos?" preguntó Scott.

"A veces", confesé.

"Entonces, ¿qué te atrae? ¿Por qué la idea de varios hombres?"

A veces, las preguntas de Scott podían sacarme de quicio. Era un placer culpable, no una expectativa.

"Mira, es poco realista pensar que un solo hombre pueda satisfacer a varias mujeres. Los hombres necesitan un tiempo de recuperación, por decirlo de alguna manera, después del sexo. Ya sería un logro que satisficiera a dos mujeres de manera realista. Una mujer, en cambio, podría complacer a muchos hombres si quisiera. No necesita tiempo de recuperación. Uno termina y el siguiente toma su lugar".

"Ahh, la biología, las diferencias entre hombres y mujeres. Aun así, diez me parece excesivo. Una mujer solo podría complacer a tres hombres al mismo tiempo, a menos que también use sus manos, entonces quizás cinco".

"Pero esos cinco también tendrían que recuperarse. Quedarían otros cinco para satisfacer sus necesidades mientras tanto".

"¿Así que te imaginas que se necesitarían diez hombres para satisfacerte sexualmente?" Scott indagó.

"No, es solo una fantasía, Scott. Te tengo a ti y tú me satisfaces de sobra. ¿Me has oído alguna vez quejarme de nuestra vida sexual?"

"No, que yo recuerde".

"Y es que no necesito a siete hombres cuando uno bueno es más que suficiente. De hecho, este libro es más de lo que me va". Le pasé otro libro que tenía pensado empezar después.

Él comenzó a leer: "'Adiestrada por la Guardia del Emperador'. Primero fue capturada, ahora será adiestrada. Cuando alienígenas atacan la primera colonia terrestre en Marte, la científica Abigail Weller es hecha prisionera. Al despertar a bordo de una nave interestelar desconocida, le informan que será adiestrada para servir al emperador alienígena. Deberá aprender todas las maneras en que su cuerpo puede ser profanado para complacer a su futuro señor. Además, cualquier resistencia a obedecer será castigada severamente. Abigail recibe un castigo de azotes en sus desnudas posaderas apenas conoce a su instructor. Pronto descubre que existen maneras aún más humillantes de recordarle a una humana desobediente su lugar, de rodillas ante su Amo. Conforme se aproximan al planeta gobernante, se da cuenta de que no desea a nadie más que al Guardia Imperial que ha conquistado su corazón". Mmmm, azotes. ¿Es eso otra cosa que enciende tus fantasías?"

La verdad es que no. Es solo una fantasía más. No estoy buscando que me des una paliza, gracias. Me da curiosidad saber cómo sería, pero no tanto como para desear experimentarlo. Me parece que dolería, y ya sabes que no soy buena con el dolor. Si me doy un golpe en el dedo del pie, es un drama. A veces, claro, me pregunto cómo sería ser una esclava sexual. No en el sentido de ser secuestrada y forzada a trabajar en un burdel, sino pertenecer a un hombre dominante. En los libros, los orgasmos de la esclava sexual los describen como terremotos, mareas implacables y derretimiento absoluto; fuegos artificiales catastróficos y cósmicos.

"¿Y los tuyos cómo son?" preguntó Scott. "¿Olas pequeñitas y chispitas de fuegos artificiales?"

"Scott", lo amonesté. "No me provoques. Mis orgasmos contigo son los mejores que he tenido. No son de magnitud sísmica, pero dudo que los de nadie lo sean. Otra vez, fantasía. Estos escritores son pagados para hacernos creer en un éxtasis inimaginable. Realmente dudo que tal éxtasis exista en la realidad. El hecho de que disfrute leyendo sobre esto no significa que me falte algo en mi vida. Soy feliz y estoy satisfecha. No insinúes lo contrario. Te encanta la película Avatar. ¿Eso significa que quieres ir a un planeta extraterrestre, correr entre árboles y aparearte con nativos de piel azul?"

"Si usaran tan poca ropa como Zoe Saldana y pudiera hacer esa conexión mental con la coleta, me apunto."

"Entonces, si te entiendo bien, ¿me sacarías de la cama con gusto si tuvieras la oportunidad de unirte con una Zoe Saldana semidesnuda y de piel azul?"

"Bueno, preferiría tener a ambas, pero si tuviera que elegir a una para sacar de la cama, sería un adiós, muchacha."

Le di un golpecito cariñoso, porque sabía que estaba bromeando, y le lancé un merecido "gilipollas".

"Tus fantasías no son más realistas que las mías", le dije. "Tal vez incluso menos. Yo confío en que una raza extraterrestre me rapte y me convierta en esclava sexual, mientras que tú esperas que Zoe Saldana se acueste contigo".

"Zasca. Bien dicho, Julia."

"No es que ella no disfrutaría del sexo contigo, Scott. Estoy más que satisfecha con lo que tengo. Te deseo suerte para convencerla de que tú eres su hombre ideal".

"¿Te importaría si me quedo con esto un tiempo para leerlo? Quiero entender qué alimenta tus fantasías".

"Por supuesto. Todavía tengo que acabar este libro, pero no te montes películas. No estoy buscando a un Tarzán que me abandone en la selva y haga de las suyas conmigo. Es solo una fantasía, caballero, solo una fantasía".

"Tranquilo, no hay problema".