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JULIA
Cuando el Amo se levantó a la mañana siguiente, dos esclavas le chupaban la polla con avidez, ganándonos la ropa y compitiendo por el premio de su semen. Era la última vez que lo haríamos, a menos que el Amo cambiara de opinión y mantuviera a Lisa, al menos, como su esclava. Entendía por qué el Amo no quería seguir compartiendo a su mujer con otros