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Pensé en meterme con ellos, pero dos era el límite de nuestra ducha. Tres era ir demasiado lejos, a menos que no te importara chocarte constantemente. Me quité el albornoz mientras esperaba. No tenía sentido dejarme la ropa puesta, ni siquiera el albornoz. El Amo me debía una cogida por el culo, y yo quería tenerla, más pronto que tarde